martes, 20 de enero de 2015

PAPA FRANCISCO: MÁS JUDAS QUE PEDRO.

El papa Francisco en  unas recientes declaraciones, efectuadas en relación con el atentado realizado en Paris por el terrorismo islamista contra el semanario satírico Charlie Hebdo, ha dicho que asesinar en nombre de Dios le parece una aberración, pero a la vez buscando darle una cierta justificación a lo ocurrido, también ha dicho, cito textualmente: “No se puede provocar”, “no se puede insultar la fe de los demás. No puede uno burlarse de la fe. No se puede”. Según el papa Francisco la libertad de expresión tiene límites, y buscando entender el atentado islamista contra el Charlie Hebdo puso un ejemplo: “si el doctor Gasbarri dice una mala palabra de mi mamá, puede esperarse un puñetazo. ¡Es normal!”.

El Padre Nuestro, oración elaborada por Jesucristo y difundida a través del libro del Nuevo Testamento, San Mateo 6: 9-13, es la oración considerada más común entre los cristianos. Una de sus versiones actuales, la aprobada por la Jerarquía de la Iglesia Católica en 1988 dice: Padre nuestro, que estas en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén

De acuerdo a dicha oración, la cual representa la palabra de Jesús, y sin intentar ser, como se suele decir, más papista que el Papa,  parece ser que el Espíritu Santo no ha logrado que en la conducta del actual Papa, Francisco I, lo religioso domine a lo humano.

Aunque cristianos dejándose llevar por motivaciones puramente humanas hayan aplicado y  apliquen a veces la Ley del Talión, El Papa conoce que no es aceptada por el cristianismo, por ello, las declaraciones del papa Francisco me parecen muy graves, pues interpreto en ellas la intención, el deseo, de simplificar lo ocurrido en Paris, buscando  justificar en la ira causada por una burla no solo el atentado contra el semanario Charlie Hebdo sino también las amenazas que grupos islamistas han difundido contra las sociedades del Mundo occidental, contra sociedades en las cuales los ciudadanos inmigrantes de religión musulmana disfrutan de más libertad y derechos que en sus propios países islámicos de origen.

La libertad de expresión debe tener límites, es cierto, los tiene, en la taberna dichos límites los determina lo hábil que sea uno con los puños, o el poder que tenga,  y en la sociedad en general, en las sociedades democráticas,  vienen definidos por las leyes vigentes. Parece ser que el papa Francisco se refería a comportamientos propios de una taberna. En mi opinión, las creencias religiosas no deben constituir nunca un límite a la libertad de expresión, considerarlo así haría retroceder al Mundo cristiano siglos atrás, a una época en la  que en nombre de Dios se reprimía la conducta de los ciudadanos, se limitaban sus libertades y derechos, incluida la libertad de expresión.

Que se utilicen comportamientos de personas motivados en su fe, en su religión, para hacer humor, sátira, no me parece una ofensa a la religión, simplemente algo de mal gusto y una provocación innecesaria e inoportuna, es como el que se burla del irracional comportamiento de un enamorado, nada más. Hay comportamientos que son humanamente inaceptables, por ser, por ejemplo, contrarios a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y por tanto, por mucho que se intenten justificar en creencias religiosas deben ser criticados, condenados y castigados.

En el actual Papa se observa una elevada tendencia a hacer política de forma pública, buscando influir en asuntos que pertenecen únicamente al ámbito de decisión de los Gobernantes democráticamente elegidos. La declaraciones del Papa sobre el atentado islamista contra el semanario Charlie Hebdo, buscando en una reacción humana su justificación, es un claro ejemplo. Lo que no sabemos es si dichas declaraciones se deben únicamente a que la conducta de Jorge Mario Bergoglio, de nacionalidad argentina,  es más humana que religiosa o si tienen algo que ver con las estrechas relaciones que la actual presidenta de Argentina, Cristina Fernández, mantiene con la República Islámica de Irán. Relaciones, pactos, entre el actual Gobierno de Argentina y la Republica Islámica de Irán que han provocado que el fiscal argentino Alberto Nisman, ayer asesinado,  haya acusado hace unos días  a la presidenta Cristina Fernandez de fabricar la inocencia de los terroristas que causaron la muerte de 85 personas en el atentado con coche bomba contra la sede porteña de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) el 18 de julio de 1994, es decir, el fallecido fiscal Nisman acusó a la presidenta Fernández de elaborar un complot para sacar de la orden internacional de búsqueda y captura a los ciudadanos iraníes responsables del atentado y así lograr un pacto con Irán destinado a cerrar un acuerdo comercial consistente en intercambiar petróleo iraní por granos argentinos.

Como católico, al que el actual rumbo de la cúpula de la Iglesia Católica le hace sentir cada día menos católico y más cristiano, debo de decir, que  la religión musulmana ni me preocupa ni me interesa, ni creo que deba ser considerada justificación de la violencia y el terrorismo islamista. Si en cambio, me interesa y preocupa el comportamiento del Vaticano, el comportamiento de la Jerarquía de la Iglesia Católica. El Vaticano, la Cúpula de la Iglesia Católica, es un núcleo de poder, muy extendido, con gente por todas partes defendiendo intereses oscuros. El Vaticano es un núcleo de poder desde el que se ejerce de forma oculta represión contra ciudadanos católicos y se ordenan abusos de todo tipo, algunos, médicos,  propios de lo que podríamos denominar un Nazismo moderno.

El asunto  Vatileaks dio a conocer que en el Vaticano se producían cosas como luchas por el poder, escándalos sexuales, y blanqueo de dinero. Posteriormente un informe encargado por el papa Benedicto XVI y elaborado por tres cardenales (Julián Herranz, Josef Tomko, Salvatore de Giorgi) confirmo lo anterior, denunciando entre otras cosas: Luchas por el poder, corrupción, chantajes, sexo,  tráfico de influencias y blanqueo de capitales dentro del Vaticano. Además, según el informe, del cual solo se conocen filtraciones, los  desmanes pedófilos de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo,  eran conocidos y silenciados en la Santa Sede.

Más recientemente, la Comisión sobre Derechos del Niño de la ONU, acuso al Vaticano de haber dejado solos a los niños en manos de sacerdotes pederastas. La ONU acuso a la Santa Sede de no haber reconocido jamás la magnitud de los crímenes sexuales cometidos por parte de sus religiosos. Según la Comisión del Niño de la ONU los abusos se siguen cometiendo de forma sistemática mientras la gran mayoría de los culpables disfrutan de total impunidad. La Comisión considera a  la Jerarquía Católica responsable de la decena de miles de casos de abusos sexuales. Según la Comisión el Vaticano infringe la convención sobre los Derechos del Niño a pesar de haberla ratificado en 1990. La única explicación que ha dado hasta ahora el Vaticano es la emitida por el arzobispo Silvano Tamasi, el cual se ha querido justificar diciendo: “Abusadores también hay entre los miembros de las profesiones más responsables del mundo”, ¿Se referiría tal vez al Mundo islámico?

No es con humor, con caricaturas, con lo que se ofende a la religión, sino con conductas condenables socialmente, como la permitir, encubrir y silenciar los abusos sexuales cometidos con niños por religiosos.

En mi modesta opinión, la de alguien que cada día se siente más cristiano y menos católico, el papa Francisco debería de dejar de hacer tanta política, buscando en algunos casos, como en el atentado islamista contra el Charlie Hebdo, justificar lo injustificable, y preocuparse más de lo suyo, de limpiar el Vaticano de degeneración y poner fin a los abusos que desde dicho centro de poder se ordenan, permiten o encubren.

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