martes, 13 de octubre de 2015

LA CASA REAL CELEBRO SU FIESTA NACIONAL.

Toda nación requiere tener puntos comunes que sirvan de vínculos entre todos sus ciudadanos. Un territorio común, una lengua común, una cultura común, tradiciones comunes, celebraciones comunes. El día de la Fiesta Nacional de España es uno de esos puntos. ¿Qué hecho histórico representa? ¿Por qué lo han elegido?, en mi opinión es importante, pero no lo mas importante. Lo importante es que sea una fecha común a todos los ciudadanos españoles, una fecha común que todos los ciudadanos deseen y puedan celebrar. Aunque las elites insistan en que si, la historia de España no es para recordar, pues es una historia dramática, llena de injusticias, de pobreza, en la que el pueblo tuvo poco que decir, teniendo una mínima participación, hasta no hace mucho.  

Pero lo importante no es el pasado, ni por qué la Fiesta Nacional es un día y no otro, sino lo que representa realmente en la actualidad y como la viven y celebran tanto los ciudadanos como las elites dirigentes. La gran mayoría de los ciudadanos españoles consideran la Fiesta Nacional un día festivo más, de descanso, es decir, no la sienten como algo propio. Aun más, muchos ciudadanos españoles asocian más el 12 de Octubre con el día del Pilar, que con la Fiesta Nacional. Además, el día de la Fiesta Nacional se encuentra oscurecido por el hecho de ser utilizado para ensalzar la Casa Real, para engrandecer el rol del Rey en la sociedad española, con actos como el del desfile militar presidido por el Rey en su papel de mando supremo de las Fuerzas Armadas, o la recepción que el  Rey da en el Palacio Real y a la que son invitados representantes de las principales familias de las elites dirigentes españolas.

Lo siento, ha vuelto a ocurrir, un año más me ha parecido vergonzoso, he sentido como se suele decir vergüenza ajena, al ver que una familia, los Borbones, presidian el desfile militar más importante que cada año tiene lugar en España. Desfile militar en el que insólitamente desfilo también la bandera de la OTAN, rindiendo honor al Rey, al Rey Felipe, a pesar de que el Rey de España no tiene ni voz, ni voto, ni mando, ni asiento en dicha organización. No es de extrañar que una OTAN así este viviendo su época de mayor irrelevancia, mayor desunión y menor operatividad.

El próximo enero el Poder Judicial pondrá contra las cuerdas a la Casa Real, sentando en el banquillo a dos de sus miembros, Iñaki Urdangarin  y la infanta Cristina, antes Duques de Palma, los cuales han cometido delitos en nombre de la institución de la Monarquía, y con su permisividad, no se sabe todavía si también contando con su apoyo directo. La restauración de la Monarquía, entregando la Jefatura del Estado a los Borbones, fue uno de los mayores errores que se cometieron en España durante la Transición. Seguramente, un error inevitable debido al poder y apoyos, tanto nacionales como internacionales, que en aquel momento tenía dicha Casa Real. Un error a la vez muy costoso para España, pues la Monarquía con el rol que ejerce en la sociedad española, con su influencia y poder, se ha convertido en una fuente de injusticias, de conflictos políticos y sociales y de desestabilización. Es evidente que la democracia española requiere que se abra un amplio, profundo y democrático debate, es decir, acabando con un referéndum, sobre el rol que la Casa Real, y en concreto el Rey, debe jugar en la sociedad española.  

En una sociedad moderna y democrática, como desea ser la sociedad española, no tiene cabida que el mando supremo de las Fuerzas Armadas lo ejerce con carácter hereditario una determinada familia, por muy poderosa que esta sea. En un Estado democrático su Ejército  debe de estar únicamente a las órdenes de sus mandos orgánicos, y estos sometidos a las decisiones del Gobierno democráticamente elegido. La democratización de España no será completa, hasta que la familia de los Borbones, hoy representados por el Rey Felipe VI, ceda el mando de las Fuerzas Armadas a quien debe ostentarlo, que no debe ser otro que el presidente del Gobierno democráticamente elegido, o en su ausencia el ministro de Defensa.


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