jueves, 3 de marzo de 2016

GOBIERNO EN FUNCIONES. “SEIS MESES SON MUCHOS MESES”.

El segundo día de lo que se conoce como el proceso de investidura del próximo presidente del Gobierno de España, siendo en este momento el candidato a ser investido Pedro Sánchez,  y la correspondiente votación, se desarrollaron  ayer como era de esperar, con pocas novedades de importancia. Los diferentes partidos políticos con representación en el Congreso de los Diputados expusieron sus posiciones ya conocidas recurriendo a su mejor oratoria, habilidades y argumentos. De esto último, argumentos,  más bien hubo poco, como era de esperar pues en contra de lo que quieren  transmitir a la opinión publica partidos políticos y sus medios de comunicación afines, lo que está en juego en este momento no son políticas sino el reparto de la tarta del poder del Gobierno de España, o sea reparto de ministerios. Sánchez, que ha reconocido que quiere acuerdo con todos, ha tendido la mano a todos menos al presidente en funciones Rajoy, proponiendo una legislatura destinada a aprobar políticas comunes. El problema es que sobre lo que ayer se debatía de forma no pública no era sobre políticas sino sobre reparto de cargos, y por tanto solo Ciudadanos, partido con el que ha firmado un acuerdo, le dio su voto. Pedro Sánchez no logro los votos necesarios para ser investido por mayoría absoluta. Transcurridas 48 horas, exactas, desde la primera votación,  lo intentara por mayoría simple.

El presidente en funciones, Mariano Rajoy, intento desacreditar la investidura mediante un discurso burlesco y duro, calificándola de vodevil, intentando mofándose de Pedro Sánchez, calificando su candidatura de bluf. Argumentando que Pedro Sánchez se había presentado con un acuerdo con Ciudadanos debido a que le había sido imposible un acuerdo con Podemos debido a sus altas exigencias. Y llego a calificar el acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos de montaje propagandístico. Rajoy y Pedro Sánchez se han responsabilizado mutuamente de la actual situación de bloqueo político que sufre España. Rajoy ha dicho que Sánchez no había logrado nada durante el mes de preparación de su investidura, afirmando que no había sido leal con los españoles y que no tenía palabra, pues había apoyado reformar el artículo 135 de la Constitución para garantizar por ley la estabilidad presupuestaria y ahora propone  reformarlo en sentido contrario. Y Sánchez ha aprovechado para reiterar su oposición a lo que han denominado un Gobierno de gran coalición, fruto de un acuerdo entre PP y PSOE.

Rivera y Pablo Iglesias, han demostrado que conocen la historia de España, la pública e incluso la secreta,  basando sus discursos en recordar  periodos y hechos distintos de la misma,  que ellos por suerte o desgracia no han vivido. Rivera, consciente de su debilidad numérica y de su previsible desgaste en unas próximas elecciones, ha tenido un discurso pausado, buscando el consenso entre la derecha y la izquierda, pero distanciándose de Rajoy, dando a entender que otro líder a la cabeza del PP facilitaría un acuerdo entre PP y PSOE, en el que pudiera entrar también Ciudadanos. El discurso de Pablo Iglesias y su comportamiento, desde el planificado y  privilegiado sitio que le han concedido en la cámara, ha sido el de esperar. Agresivo, de baja educación, provocador, buscando convertir la cámara en una plaza de un barrio de España, algo que casi logro, al dirigir algunos de los oradores, incluido él mismo, ataques hacia personalidades que no estaba previsto que tomaran la palabra. Es evidente que hay una cierta complicidad política y mediática destinada a que Pablo Iglesias marque moda en la  forma de vestir, en la formar de expresarse, incluso con algunas de sus propuestas. Cambio de tendencia que todo indica que financia el comunismo internacional a través de corruptos sectores de la derecha española, afines al PP. Táctica de Pablo Iglesias, de llevar el debate político a su terreno de juego, favorecida por el comportamiento, intencionado o no, no lo sé, del presidente del Congreso, Patxi López, el cual a pesar de que durante el ejercicio de su función no tiene por costumbre tutear a ningún diputado, ayer tuteo al Sr. Iglesias dándole así juego ante los medios de comunicación, al exigir este igual trato. Pablo Iglesias, durante su intervención a recordado episodios trágicos de la historia de España, ha hecho mención al terrorismo de Estado del GAL durante la época socialista, recordando el asunto de la cal, pero curiosamente no ha hecho referencia a otros casos de terrorismo de Estado mas recientes, no ha hablado de asuntos como el 11-M o el de la T-4 del aeropuerto de Barajas, ni siquiera ha hablado de la famosa operación Ogro ¿Por qué será? Es evidente que cada dirigente político habla de lo que le interesa y beneficia a los intereses de su gente.

Los nacionalistas, a los cuales les va muy poco en esta fiesta,  han adoptado el comportamiento lógico, exponer sus reivindicaciones y esperar a que haya una opción ganadora clara, a la que puedan sumarse a cambio de algún tipo de beneficios. Opción que a día de hoy, que sepamos,  todavía no representa Sánchez.

El debate de ayer, en mi opinión, ha dejado claro dos cosas. Primera, los denominados partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos, han nacido para complicar la vida política española, dificultado la gobernabilidad, creando inestabilidad política, e intentando así presionar y chantajear a las hasta ahora mayorías a nivel nacional, PP y PSOE. Los dirigentes de los emergentes, y sus voceros del mundo periodístico, intentan hacer creer a la opinión pública que el fraccionamiento a la italiana del mapa político español, debilitando así el bipartidismo, es algo bueno, algo falso y totalmente lejos de la realidad, como está dando a conocer la actual situación de España. Segunda, en el Congreso no hay una mayoría clara, ni de derechas ni de izquierdas, ni parece que sea fácil de lograr, no debido a diferencias ideológicas, sino principalmente al poder, los cargos públicos, que desean obtener las diferentes fuerzas políticas.

PP y PSOE podrían formar una coalición a la alemanda, logrando un acuerdo sobre políticas a aplicar, pero ambos partidos a día de hoy quieren ocupar la presidencia. Sánchez ha ofrecido a Podemos un acuerdo sobre políticas comunes, pero Pablo Iglesias ha dicho que necesita garantías, es decir, exige que le den puestos en el próximo Gobierno de España, algo que no puede aceptar el PSOE. Primero porque es un  trozo demasiado grande de la  tarta. Segundo, porque el descontrol que provocaría en el  Gobierno de España, por ejemplo en exteriores y defensa, ministerios que exige Iglesias,   supondría a corto plazo su desaparición del mapa político español.

España está en una situación difícil, y preocupante, en la que lo que surge no son nuevas oportunidades sino nuevas amenazas. Amenazas como la de que España caiga en un periodo largo de ingobernabilidad, o que un  partido de ideología comunista, Podemos, pueda entrar a formar parte del Gobierno de España. Una situación, que como reconocía ayer el presidente en funciones, Mariano Rajoy, provoca que aumente la inestabilidad política y la incertidumbre, y con ello la desconfianza exterior hacia España. Si España tiene que ir a nuevas elecciones generales, como mínimo seis meses con un gobierno en funciones, seis meses  de alta incertidumbre y desconfianza exterior, son muchos,  algo que contribuirá a incrementar el déficit, y provocara consecuencias negativas para la economía española y el mercado laboral. Situación difícil, con importantes amenazas, que la sociedad española solo puede superar de dos formas. Una, mediante un consenso político que a día de hoy todavía parece más   difícil que la situación misma. Dos, con un evidente  fracaso de Podemos y sus confluencias, es decir, que el fracaso de Podemos y sus diferentes marcas allí donde han  logrado entrar en las instituciones y gobernar sea tan difícil de ocultar y disculpar que impida que Podemos pueda seguir recibiendo el apoyo que recibe, de otras fuerzas políticas y mediático, y por tanto también electoral. 

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