El
segundo día de lo que se conoce como el proceso de investidura del próximo presidente
del Gobierno de España, siendo en este momento el candidato a ser investido
Pedro Sánchez, y la correspondiente votación,
se desarrollaron ayer como era de
esperar, con pocas novedades de importancia. Los diferentes partidos políticos
con representación en el Congreso de los Diputados expusieron sus posiciones ya
conocidas recurriendo a su mejor oratoria, habilidades y argumentos. De esto último,
argumentos, más bien hubo poco, como era
de esperar pues en contra de lo que quieren transmitir a la opinión publica partidos políticos
y sus medios de comunicación afines, lo que está en juego en este momento no
son políticas sino el reparto de la tarta del poder del Gobierno de España, o
sea reparto de ministerios. Sánchez, que
ha reconocido que quiere acuerdo con todos, ha tendido la mano a todos menos al
presidente en funciones Rajoy, proponiendo una legislatura destinada a aprobar políticas
comunes. El problema es que sobre lo que ayer se debatía de forma no pública no
era sobre políticas sino sobre reparto de cargos, y por tanto solo Ciudadanos,
partido con el que ha firmado un acuerdo, le dio su voto. Pedro Sánchez no
logro los votos necesarios para ser investido por mayoría absoluta. Transcurridas
48 horas, exactas, desde la primera votación, lo intentara por mayoría simple.
El
presidente en funciones, Mariano Rajoy, intento desacreditar la investidura
mediante un discurso burlesco y duro, calificándola de vodevil, intentando mofándose
de Pedro Sánchez, calificando su candidatura de bluf. Argumentando que Pedro Sánchez
se había presentado con un acuerdo con Ciudadanos debido a que le había sido
imposible un acuerdo con Podemos debido a sus altas exigencias. Y llego a
calificar el acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos de montaje propagandístico.
Rajoy y Pedro Sánchez se han responsabilizado mutuamente de la actual situación
de bloqueo político que sufre España. Rajoy ha dicho que Sánchez no había logrado
nada durante el mes de preparación de su investidura, afirmando que no había sido leal con los
españoles y que no tenía palabra, pues había apoyado reformar el artículo 135
de la Constitución para garantizar por ley la estabilidad presupuestaria y ahora
propone reformarlo en sentido contrario.
Y Sánchez ha aprovechado para reiterar su oposición a lo que han denominado un
Gobierno de gran coalición, fruto de un acuerdo entre PP y PSOE.
Rivera
y Pablo Iglesias, han demostrado que conocen la historia de España, la pública
e incluso la secreta, basando sus
discursos en recordar periodos y hechos distintos
de la misma, que ellos por suerte o
desgracia no han vivido. Rivera,
consciente de su debilidad numérica y de su previsible desgaste en unas próximas
elecciones, ha tenido un discurso
pausado, buscando el consenso entre la derecha y la izquierda, pero distanciándose
de Rajoy, dando a entender que otro líder a la cabeza del PP facilitaría un
acuerdo entre PP y PSOE, en el que pudiera entrar también Ciudadanos. El
discurso de Pablo Iglesias y su comportamiento, desde el planificado y privilegiado sitio que le han concedido en la cámara,
ha sido el de esperar. Agresivo, de baja educación, provocador, buscando
convertir la cámara en una plaza de un barrio de España, algo que casi logro,
al dirigir algunos de los oradores, incluido él mismo, ataques hacia personalidades que no estaba
previsto que tomaran la palabra. Es evidente que hay una cierta complicidad política
y mediática destinada a que Pablo Iglesias marque moda en la forma de vestir, en la formar de expresarse,
incluso con algunas de sus propuestas. Cambio de tendencia que todo indica que financia
el comunismo internacional a través de corruptos sectores de la derecha
española, afines al PP. Táctica de Pablo Iglesias, de llevar el debate político
a su terreno de juego, favorecida por el comportamiento, intencionado o no, no
lo sé, del presidente del Congreso, Patxi López, el cual a pesar de que durante
el ejercicio de su función no tiene por costumbre tutear a ningún diputado,
ayer tuteo al Sr. Iglesias dándole así juego ante los medios de comunicación,
al exigir este igual trato. Pablo Iglesias, durante su intervención a recordado
episodios trágicos de la historia de España, ha hecho mención al terrorismo de
Estado del GAL durante la época socialista, recordando el asunto de la cal, pero
curiosamente no ha hecho referencia a otros casos de terrorismo de Estado mas recientes,
no ha hablado de asuntos como el 11-M o el de la T-4 del aeropuerto de Barajas,
ni siquiera ha hablado de la famosa operación Ogro ¿Por qué será? Es evidente
que cada dirigente político habla de lo que le interesa y beneficia a los
intereses de su gente.
Los
nacionalistas, a los cuales les va muy poco en esta fiesta, han adoptado el comportamiento lógico, exponer
sus reivindicaciones y esperar a que haya una opción ganadora clara, a la que
puedan sumarse a cambio de algún tipo de beneficios. Opción que a día de hoy,
que sepamos, todavía no representa Sánchez.
El
debate de ayer, en mi opinión, ha dejado claro dos cosas. Primera, los
denominados partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos, han nacido para
complicar la vida política española, dificultado la gobernabilidad, creando
inestabilidad política, e intentando así presionar y chantajear a las hasta
ahora mayorías a nivel nacional, PP y PSOE. Los dirigentes de los emergentes, y
sus voceros del mundo periodístico, intentan hacer creer a la opinión pública
que el fraccionamiento a la italiana del mapa político español, debilitando así
el bipartidismo, es algo bueno, algo falso y totalmente lejos de la realidad,
como está dando a conocer la actual situación de España. Segunda, en el
Congreso no hay una mayoría clara, ni de derechas ni de izquierdas, ni parece
que sea fácil de lograr, no debido a diferencias ideológicas, sino principalmente
al poder, los cargos públicos, que desean obtener las diferentes fuerzas políticas.
PP
y PSOE podrían formar una coalición a la alemanda, logrando un acuerdo sobre políticas
a aplicar, pero ambos partidos a día de hoy quieren ocupar la presidencia. Sánchez
ha ofrecido a Podemos un acuerdo sobre políticas comunes, pero Pablo Iglesias
ha dicho que necesita garantías, es decir, exige que le den puestos en el próximo
Gobierno de España, algo que no puede aceptar el PSOE. Primero porque es un trozo demasiado grande de la tarta. Segundo, porque el descontrol que provocaría
en el Gobierno de España, por ejemplo en
exteriores y defensa, ministerios que exige Iglesias, supondría
a corto plazo su desaparición del mapa político español.
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