Asuntos judiciales como el caso
Nóos, el caso Gürtel, el caso Punica, el
caso de los Ere en Andalucía, numerosos casos judiciales relacionados con el
cobro ilegal de comisiones, numerosos casos judiciales relacionados con el
blanqueo de capitales, en muchos de los casos dinero procedente de organizaciones
criminales internacionales, etc. Evidencia
que el desarrollo democrático de España ha tenido lugar con una democracia
sumergida en una burbuja, no económica sino de corrupción política. Corrupción
que ha afectado incluso a la Jefatura del Estado, a la Casa Real. Corrupción política
que explica muchas de las cosas que en los últimos años han pasado en España. Corrupción
política que explica que España se haya convertido en una tiranía en la que hay
terrorismo de Estado y se cometen sistemáticas y flagrantes violaciones de los
derechos humanos.
El hecho de que importantes
personalidades de la vida política española, que han gobernado España durante
años cuando no décadas, como es el caso del ex presidente Pujol, ex presidente
Matas, ex vicepresidente Rato, ex presidente Chaves, ex presidente Griñan, y otros
muchos, que han ocupado cargos públicos de menor dimensión,
se tengan que sentar en el banquillo de los acusados representa el ocaso de una
época. Banquillo en el que todavía no sabemos cuántos más dirigentes políticos
se sentaran, como tampoco sabemos cuantos dirigentes públicos se acogieron a la
denominada amnistía fiscal, y tendrán que ser investigados por no poder justificar
de donde procede el dinero que han intentado legalizar ¿Estará el expresidente
Aznar, o gente de su entorno familiar, en dicha lista?. Ocaso de una época que se puede resumir con
una simple frase: “Todos al banquillo”.
La sociedad española está
presenciando el ocaso de una época política caracterizada por una elevada corrupción
de aquellos que la lideraban. Corrupción política que generaba complicidad ante
formas de gobernar y hechos totalmente antidemocráticos. Podrán retrasar hasta
la eternidad las actuaciones judiciales. Seguramente muchos logren algún tipo
de pacto político-jurídico para salir impunes. Pero las investigaciones y los
sumarios están ahí, dando a conocer sus comportamientos, los delitos que han
cometido, aunque el sistema judicial español, el Poder Judicial, considere que
no deben ser castigados por ello. Lo que ya es evidente y de conocimiento público no se puede ocultar, ni negar, ni rebatir.
Muchos y representativos dirigentes políticos españoles han utilizado los
cargos públicos para robar, enriqueciéndose de forma ilegal o favoreciendo el
enriquecimiento también ilegal de testaferros y gente de su entorno familiar y político.
Las estructuras de poder político
suelen estar dotadas de una enorme
capacidad de supervivencia a todo tipo de crisis, y por tanto no sabemos cómo será
el mañana, tal vez incluso peor que el pasado. Lo único claro es que la actual España
vive el ocaso de una época caracterizada por una elevada corrupción política.
Caracterizada por una cultura del todo vale que servía para justificar todo
tipo de comportamientos antidemocráticos de las elites dirigentes españolas.
España vive el ocaso de una época que está afectando de forma negativa a la
imagen exterior del país, a la economía y por tanto también al mercado laboral,
y según parece también a la estabilidad política y gobernabilidad. España va a
entrar en el periodo más largo de su historia con un Gobierno en funciones.
Gobierno en funciones que se mueve en un plano paralelo al de la soberanía popular,
actual Congreso de los Diputados, solo sometido al imperio de la ley, es decir
al Poder Judicial. Como suele decir el viejo dicho popular “Si no quieres una
taza de caldo, acabaras tomando cuatro”.
Ocaso de una época que deja
una España institucionalmente débil, muy fragmentada políticamente, e incapaz
de dotarse de un Gobierno democráticamente elegido. Ocaso de una época de
elevada corrupción política que ha generado una criatura política. Una extraña
criatura política, Podemos, un partido de ideología comunista, un instrumento del comunismo
internacional en España, y apoyado y
financiado por corruptos sectores de la derecha española con vínculos e
intereses en países en los que el comunismo internacional es fuerte.
España ha entrado en una época
de decadencia, empobrecimiento, aunque crezca el PIB, y de pérdida de identidad.
Lo de Estado democrático y de Derecho se ha convertido en una simple frase que recoge
la actual Constitución. La democracia española es imperfecta, solo una pequeña elite decide quienes pueden dedicarse
a la política o no. Además, el sistema electoral y la actitud de los
principales partidos políticos están haciendo que la democracia no sea capaz de
cumplir con su función, que no es otra que la de garantizar la estabilidad política,
la gobernabilidad y la alternancia de una forma pacífica. España ha entrado en
una situación de pérdida de identidad, surgiendo fuerzas políticas que están en
fuera de juego, es decir, ideológicamente fuera del contexto en el que está
integrado el Estado español.
Sobre esto último, existencia
de fuerzas políticas ideológicamente fuera de contexto, un ejemplo, anecdótico pero
interesante. Pontevedra es una ciudad con un elevado porcentaje de paro y que
ofrece muy pocas oportunidades laborales a sus jóvenes. Una ciudad que lleva
años estancada, y en la que el único desarrollo que ha habido en los últimos 15
años ha sido principalmente gracias a dinero proveniente de recursos de la UE.
Una ciudad, gobernada por un partido supuestamente de izquierdas y nacionalista, el BNG, partido en caída libre a nivel gallego en los últimos años,
pero muy aburguesada debido a su estructura económica. Pontevedra es una ciudad que en los últimos días ha sido
noticia por lo que podríamos llamar dos extravagancias políticas. Recientemente
en una calle de la ciudad le dieron un puñetazo al presidente del Gobierno,
Mariano Rajoy, a pesar de que iba rodeado de su gente y escoltas. También recientemente, el ayuntamiento,
gobernado por el BNG, ha declarado al
presidente Rajoy persona no grata en la ciudad
debido a que el Gobierno ha decidido ampliar la autorización para que la única industria
que hay en la ciudad, Ence, pueda seguir desarrollando su actividad más allá
del 2018. Algo, considerar a una persona no grata, que como mínimo no parece
ser una decisión acorde con valores y principios democráticos, pues no todo es
susceptible de poder someterse a votación en una democracia. Y vuelve a ser notica
hoy, el Ayuntamiento de Pontevedra ha arriado la bandera de la UE en apoyo a los inmigrantes-refugiados sirios, y
como muestre de su oposición a la actual política de la UE. La decisión ha sido
apoyada por el Bloque y las mareas, o sea Podemos. Es evidente que el Bloque,
partido con una elevada tendencia a desaparecer, y Podemos en alguna de sus formas, están ideológicamente fuera de contexto.
Micropoderes políticos locales
apoyados desde el extranjero siempre han existido en las democracias
occidentales, pero el fenómeno de la globalización economía los ha fortalecido,
a mi parecer, en decremento de los intereses de los ciudadanos oriundos. Algunas
de las decisiones adoptadas por el Ayuntamiento de Pontevedra son fruto de ese
tipo de micropoderes. Curiosamente al alcalde Fernández Lores no cesan de darle
premios en el extranjero, no sé si en Hon Kong y Dubai sabrán donde esta
Pontevedra en el mapa. Premios concedidos por crear un modelo urbano más bien
mediocre, muy burgués, basado en realizar proyectos de peatonización gracias a
recursos provenientes de esa UE, que ahora desprecia, no sé si también va a
despreciar los 85 millones que el Ayuntamiento ha solicitado de los recursos
FEDER 2016-22. Un modelo urbano destinado a crear una ciudad bonita, pero con
baja actividad económica y por tanto pocas posibilidades de empleo.
La democracia española no está
siendo capaz de cumplir con su función, que como ya he dicho antes, no es otra
que la de garantizar la estabilidad política, la gobernabilidad y la alternancia
de una forma pacífica, algo sobre lo que deberían reflexionar las elites
dirigentes, pues cuando algo no cumple su función, pasa a ser inútil, y la
democracia tampoco es bella.
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