miércoles, 16 de marzo de 2016

OCASO DE UNA ÉPOCA DE ESPAÑA: "TODOS AL BANQUILLO".

Asuntos judiciales como el caso Nóos, el  caso Gürtel, el caso Punica, el caso de los Ere en Andalucía, numerosos casos judiciales relacionados con el cobro ilegal de comisiones, numerosos casos judiciales relacionados con el blanqueo de capitales, en muchos de los casos dinero procedente de organizaciones criminales internacionales, etc.  Evidencia que el desarrollo democrático de España ha tenido lugar con una democracia sumergida en una burbuja, no económica sino de corrupción política. Corrupción que ha afectado incluso a la Jefatura del Estado, a la Casa Real. Corrupción política que explica muchas de las cosas que en los últimos años han pasado en España. Corrupción política que explica que España se haya convertido en una tiranía en la que hay terrorismo de Estado y se cometen sistemáticas y flagrantes violaciones de los derechos humanos.

El hecho de que importantes personalidades de la vida política española, que han gobernado España durante años cuando no décadas, como es el caso del ex presidente Pujol, ex presidente Matas, ex vicepresidente Rato, ex presidente Chaves, ex presidente Griñan, y otros muchos,   que han ocupado cargos públicos de menor dimensión, se tengan que sentar en el banquillo de los acusados representa el ocaso de una época. Banquillo en el que todavía no sabemos cuántos más dirigentes políticos se sentaran, como tampoco sabemos cuantos dirigentes públicos se acogieron a la denominada amnistía fiscal, y tendrán que ser investigados por no poder justificar de donde procede el dinero que han intentado legalizar ¿Estará el expresidente Aznar, o gente de su entorno familiar, en dicha lista?.  Ocaso de una época que se puede resumir con una simple frase: “Todos al banquillo”.

La sociedad española está presenciando el ocaso de una época política caracterizada por una elevada corrupción de aquellos que la lideraban. Corrupción política que generaba complicidad ante formas de gobernar y hechos totalmente antidemocráticos. Podrán retrasar hasta la eternidad las actuaciones judiciales. Seguramente muchos logren algún tipo de pacto político-jurídico para salir impunes. Pero las investigaciones y los sumarios están ahí, dando a conocer sus comportamientos, los delitos que han cometido, aunque el sistema judicial español, el Poder Judicial, considere que no deben ser castigados por ello. Lo que ya es evidente y de conocimiento público no se puede  ocultar, ni negar, ni rebatir. Muchos y representativos dirigentes políticos españoles han utilizado los cargos públicos para robar, enriqueciéndose de forma ilegal o favoreciendo el enriquecimiento también ilegal de testaferros y gente de su entorno familiar y político.

Las estructuras de poder político suelen estar   dotadas de una enorme capacidad de supervivencia a todo tipo de crisis, y por tanto no sabemos cómo será el mañana, tal vez incluso peor que el pasado. Lo único claro es que la actual España vive el ocaso de una época caracterizada por una elevada corrupción política. Caracterizada por una cultura del todo vale que servía para justificar todo tipo de comportamientos antidemocráticos de las elites dirigentes españolas. España vive el ocaso de una época que está afectando de forma negativa a la imagen exterior del país, a la economía y por tanto también al mercado laboral, y según parece también a la estabilidad política y gobernabilidad. España va a entrar en el periodo más largo de su historia con un Gobierno en funciones. Gobierno en funciones que se mueve en un plano paralelo al de la soberanía popular, actual Congreso de los Diputados, solo sometido al imperio de la ley, es decir al Poder Judicial. Como suele decir el viejo dicho popular “Si no quieres una taza de caldo, acabaras tomando cuatro”.    

Ocaso de una época que deja una España institucionalmente débil, muy fragmentada políticamente, e incapaz de dotarse de un Gobierno democráticamente elegido. Ocaso de una época de elevada corrupción política que ha generado una criatura política. Una extraña criatura política, Podemos, un partido de ideología comunista, un instrumento  del  comunismo internacional en España, y  apoyado y financiado por corruptos sectores de la derecha española con vínculos e intereses en países en los que el comunismo internacional es fuerte.   

España ha entrado en una época de decadencia, empobrecimiento, aunque crezca el PIB, y de pérdida de identidad. Lo de Estado democrático y de Derecho se ha convertido en una simple frase que recoge la actual Constitución. La democracia española es imperfecta, solo una  pequeña elite decide quienes pueden dedicarse a la política o no. Además, el sistema electoral y  la actitud de los principales partidos políticos están haciendo que la democracia no sea capaz de cumplir con su función, que no es otra que la de garantizar la estabilidad política, la gobernabilidad y la alternancia de una forma pacífica. España ha entrado en una situación de pérdida de identidad, surgiendo fuerzas políticas que están en fuera de juego, es decir, ideológicamente fuera del contexto en el que está integrado el Estado español.

Sobre esto último, existencia de fuerzas políticas ideológicamente fuera de contexto, un ejemplo, anecdótico pero interesante. Pontevedra es una ciudad con un elevado porcentaje de paro y que ofrece muy pocas oportunidades laborales a sus jóvenes. Una ciudad que lleva años estancada, y en la que el único desarrollo que ha habido en los últimos 15 años ha sido principalmente gracias a dinero proveniente de recursos de la UE. Una ciudad, gobernada por un partido  supuestamente de  izquierdas y nacionalista, el BNG, partido  en caída libre a nivel gallego en los últimos años, pero muy aburguesada debido a su estructura económica.  Pontevedra  es una ciudad que en los últimos días ha sido noticia por lo que podríamos llamar dos extravagancias políticas. Recientemente en una calle de la ciudad le dieron un puñetazo al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a pesar de que iba rodeado de su gente y escoltas.  También recientemente, el ayuntamiento, gobernado por el BNG,  ha declarado al presidente Rajoy persona no grata en la ciudad debido a que el Gobierno ha decidido  ampliar la autorización para que la única industria que hay en la ciudad, Ence, pueda seguir desarrollando su actividad más allá del 2018. Algo, considerar a una persona no grata, que como mínimo no parece ser una decisión acorde con valores y principios democráticos, pues no todo es susceptible de poder someterse a votación en una democracia. Y vuelve a ser notica hoy, el Ayuntamiento de Pontevedra ha arriado la bandera de la UE en  apoyo a los inmigrantes-refugiados sirios, y como muestre de su oposición a la actual política de la UE. La decisión ha sido apoyada por el Bloque y las mareas, o sea Podemos. Es evidente que el Bloque, partido con una elevada tendencia a desaparecer, y  Podemos en alguna de sus formas,  están ideológicamente fuera de contexto.

Micropoderes políticos locales apoyados desde el extranjero siempre han existido en las democracias occidentales, pero el fenómeno de la globalización economía los ha fortalecido, a mi parecer, en decremento de los intereses de los ciudadanos oriundos. Algunas de las decisiones adoptadas por el Ayuntamiento de Pontevedra son fruto de ese tipo de micropoderes. Curiosamente al alcalde Fernández Lores no cesan de darle premios en el extranjero, no sé si en Hon Kong y Dubai sabrán donde esta Pontevedra en el mapa. Premios concedidos por crear un modelo urbano más bien mediocre, muy burgués, basado en realizar proyectos de peatonización gracias a recursos provenientes de esa UE, que ahora desprecia, no sé si también va a despreciar los 85 millones que el Ayuntamiento ha solicitado de los recursos FEDER 2016-22. Un modelo urbano destinado a crear una ciudad bonita, pero con baja actividad económica y por tanto pocas posibilidades de empleo.

La democracia española no está siendo capaz de cumplir con su función, que como ya he dicho antes, no es otra que la de garantizar la estabilidad política, la gobernabilidad y la alternancia de una forma pacífica, algo sobre lo que deberían reflexionar las elites dirigentes, pues cuando algo no cumple su función, pasa a ser inútil, y la democracia tampoco es bella.

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