La vida política española está
transcendiendo desde ya hace tiempo en una atmosfera de elevada corrupción y
significativa mediocridad. Los actuales dirigentes políticos españoles, en su mayoría,
tienen elevadas titulaciones, pero cuando gestionan algo, los resultados dan a
conocer su mediocridad, es como si sus titulaciones se las hubieran dado en universidades del
partido al que pertenecen. Los actuales políticos, salvo contadas excepciones,
percibidas por todos, suelen tener gran
capacidad oratoria y control de los medios, lo que se conoce como saber
comunicar, pero pocas ideas viables y eficaces para resolver los problemas de
los ciudadanos. Se dedican a repetir los argumentarios del sus respectivos
partidos una y otra vez. En línea con lo anterior, los líderes del PSOE y de
Podemos, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, respectivamente, ayer antes de la reunión que habían acordado,
hicieron un paseíllo por la pasarela de la Carrera San Jerónimo ante unos medios de comunicación
que les esperaban como si de un hecho histórico se tratara. Entendiendo que lo
conocido como clase política no es otra cosa que la imagen visible de las
elites dirigentes españolas, es evidente que la actual situación de la política
española es la consecuencia de la existencia de grupos de poder con capacidad
para influir a la vez sobre varios partidos políticos.
No sé sobre que hablaron Sánchez
e Iglesias. Desconozco si llegaron a un acuerdo o no. Pero sus posteriores ruedas
de prensa han sido confusas, contradictorias, con mensajes repetitivos, dejando cosas en el tintero sobre las que es más
que probable que hablaran, como es la de nombres para ocupar determinados
puestos en un hipotético nuevo Gobierno. Utilizando palabras de Alex Grijelmo
en su libro "La información del silencio”, libro que me ha parecido muy
interesante, de la reunión de ayer entre el POSE y Podemos se ha transmitido más
tema que rema, o dicho de una forma más común, sus respectivos líderes han transmitido
mucho mensaje subliminal, ha habido mucha puesta en escena, mucho insinuar pero
poco mensaje relevante. De la reunión entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se
desprende una de dos cosas: La política española ha pasado a ser un continuo
teatro o ya está sumergida en una atmosfera de cinismo y ocultismo.
Pablo Iglesias sigue pensando en
que es posible un Gobierno PSOE- Podemos, contando con la abstención de
Ciudadanos, y para ello dice que está dispuesto a sacrificarse, a no ocupar ningún
cargo en el próximo Gobierno, eso sí, no renuncia a que Podemos ocupe el puesto
de vicepresidente del Gobierno. Lo curioso es que no dice a quien el partido propondría para ese
puesto, algo de lo que seguro que hablaron Sánchez e Iglesias. En varias
ocasiones Pablo Iglesias ha dicho que es partidario de que en el próximo gobierno
entraran personalidades independientes de la sociedad española, eso sí, ha
evitado dar su nombre para no fijar sobre ellos la atención mediática, ni
tampoco ha dicho que entiende por
independiente, pues a lo mejor no son tan independientes como él dice sino
antiguos instrumentos al servicio del comunismo internacional. ¿En quien estará
pensando Pablo Iglesias?, en Carrillo Menéndez, ex rector de la Complutense de
Madrid, en Suarez Illana, hijo del expresidente Suarez, tal vez incluso en Jorge
Vestrynge es líder de Alianza Popular, no se me ocurren muchos más tapados que
puedan estar interesados en apoyar a Podemos.
Por otro lado, Pedro Sánchez, además
de enviar algunos mensajes subliminales, que no creo que beneficien en nada a
la sociedad española, ni fortalezcan su liderazgo, ha dicho que la vía del 161 que
propone Iglesias es inviable, dejando claro que si la suma lo permitiera formaría
un Gobierno de coalición PSOE-Podemos. Sánchez propone la vía 169, es decir un
pacto a tres entre Ciudadanos, Podemos y el PSOE. Algo que Ciudadanos ha dicho
que es imposible si Podemos no está dispuesto a renunciar a importantes
reivindicaciones. Los resultados electorales han puesto al PSOE entre la espada
y la pared, entre Podemos y el PP. El PSOE no puede darle el Gobierno al PP,
sus electores no lo entenderían, estaría rebajando todavía más su suelo para
sucesivas elecciones, seguramente en beneficio de Ciudadanos y nacionalistas. Tampoco
puede pactar con Podemos. Un gobierno de coalición PSOE-Podemos sería un
desastre para España y por lo tanto provocaría el total hundimiento del PSOE en
posteriores elecciones. El pacto entre PSOE y Podemos-Compromís en la Comunidad
Valenciana, está fracasando, la euforia que manifiestan el presidente Ximo Puig y la vicepresidenta Mónica Oltra no
se corresponde con la dura realidad, con los resultados. Valencia es hoy una
comunidad que lamentablemente sufre un
proceso de empobrecimiento económico y social. Lo dicho, o la política española ha
pasado a ser un continuo teatro o ya está sumergida en una atmosfera de cinismo
y ocultismo. O es todo un teatro o ya hay un pacto y están creando el ambiente adecuado
para justificarlo y darlo a conocer la opinión pública.
Pero mientras Sánchez e Iglesias se dedican a entretener a sus voceros del mundo periodístico desfilando sobre la pasarela de la Carrera de San Jerónimo, y transmitiendo principalmente mensajes repetitivos y subliminares, la economía española se hunde. España crece, pero es un crecimiento sospechoso de nada bueno, pues se produce en un contexto de mayoritaria caída de los salarios de los trabajadores por cuenta ajena, baja inflación y elevado déficit público. Dos de las comunidades más prosperas de España, Cataluña y Valencia, están en estos momentos sufriendo un proceso de empobrecimiento económico y social. Es evidente que el resto de comunidades no pueden estar mejor aunque no se note tanto su caída. Numerosos indicadores dan a entender que el actual Gobierno en funciones puede logar en meses lo que el expresidente Rodríguez Zapatero no logro en dos legislaturas: Hundir totalmente el dañado Titanic de la economía española.
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