En los últimos meses, en tres países representativos
latinoamericanos, Argentina, Brasil y Venezuela, se vienen produciendo una
serie de acontecimientos que dan a entender que la situación política, social y económica de Latinoamérica
se complica. Latinoamérica se mueve, pero esta vez a lo contrario de lo que ocurrió
en la primera década del presente siglo, lo hace para retroceder, para volver a
situaciones similares a las del siglo pasado, caracterizadas por una elevada
inestabilidad política y fuerte crisis económica. Muchos países
latinoamericanos han estado viviendo durante años un espejismo, con falsos
cambios que no hacían otra cosa que esconder viejas formas de gobernar y con
falsos éxitos que ocultaban el fracaso de los modelos económicos y de desarrollo.
En mi opinión, el tiempo se acaba, la situación de Latinoamérica es crítica,
tanto, que podemos ya estar ante una nueva primavera política, en este caso Americana, en la que Venezuela sea su Túnez.
La ex presidenta de Argentina, Cristina Fernández, a pocos
meses de dejar el poder está siendo investigada por delitos tan graves como el
de lavado de dinero y por haber cometido irregularidades en su gestión al
frente del Banco Central. Pero eso no es todo, el actual presidente Mauricio
Macri está siendo investigado por la fiscalía por lo que se conoce como los
Papeles de Panamá, por tener empresas ocultas, offshore, en el extranjero. La situación de la economía
de Argentina tampoco es buena, a los problemas de la deuda pública, se une una inflación
interanual de en torno al 40%. Macri, solo llegar al Gobierno se ha visto obligado a devaluar el Peso argentino un 30%,
lo que según los expertos, contribuirá a que los precios sigan subiendo en una
situación de preocupante estancamiento de los salarios de los trabajadores.
En Brasil la corrupción no ha cesado
de crecer durante los 13 años que ha Gobernado el Partido de los Trabajadores,
estando imputado su tesorero, João Vaccari, en el asunto de corrupción relacionado con la petrolera semipública
Petrobras. La presidenta Dilma Rousseff ha sido apartada del poder durante 180 días
mientras se celebra el juicio político en la Cámara Alta. Dilma Rousseff es
acusada de maquillar las cuentes públicas, entre otras cosas , de haber tomado prestados $11,000
millones de los bancos estatales para costear populares programas sociales
creados para ayudar a los pobres, que forman la base de su partido, todo ello
con fines electorales antes de las elecciones presidenciales del 2014. Rousseff
ha considerado el asunto un golpe de Estado sin armas, llamando a su gente
manifestarse en contra en las calles.
Para más inri, el nuevo presidente interino, Michel Temer, ha nombrado un
Gobierno en el que hay siete ministros investigados por corrupción. A la grave
situación política de Brasil se une la situación de su economía, que sufre una
fuerte recesión, se hunde, hundimiento que evidentemente repercutirá de forma
negativa en toda Latinoamérica.
La
situación más crítica es con diferencia la de Venezuela. La oposición
venezolana se ha unido en la coalición Mesa de la Unidad Democrática, contra lo
que se conoce como el Chavismo, logrando hacerse con el control de la Asamblea
General, provocando que Venezuela se fragmente institucionalmente. Por un lado está
el Gobierno, a cuyo frente está el presidente Maduro, actual líder del Chavismo, el cual cuenta con el control del Tribunal
Supremo, poder a través del cual logra anular cualquier iniciativa del
Parlamento, es decir, la victoria obtenida por la coalición opositora en las últimas
elecciones no tiene ningún valor ni fuerza. La Asamblea Nacional, consciente de
su situación de debilidad, y demostrando una elevada, y en mi opinión, contraproducente,
prisa por echar del poder al Chavismo, ha exigido un referendo revocatorio
contra el presidente Maduro. El presidente Maduro ha contestado declarando
indefinidamente el estado de excepción.
Al
hablar de Venezuela creo que hay que distinguir tres realidades. La realidad económica, la realidad
social y la realidad política. Durante
los años que ha gobernado el Chavismo, en parte debido al rechazo que con sus políticas
generaba en importantes sectores de las elites dirigentes venezolanos, la
economía de Venezuela ha pasado a depender casi únicamente de la exportación de
petróleo, beneficios que el Gobierno utilizaba para para aliviar la pobreza de
los sectores sociales que lo apoyaban, afines, a la vez que se despreocupaba
totalmente del desarrollo del país. La caída de los precios del petróleo ha
situado a la economía de Venezuela en una situación crítica, el pago de la
deuda está en entredicho, y ya no dispone de suficientes recursos para pagar a
los funcionarios públicos. Luego está la realidad social, altos porcentajes de desempleo,
pobreza y violencia, una
violencia que obliga toques de queda en sectores de algunas ciudades, incluida
Caracas. Luego están los cortes de luz, la escasez de alimentos
y medicinas, una alta inflación (180,9%
en 2015), a la vez que las políticas
sociales empiezan a disminuirse debido a la caída de los recursos públicos,
todo ello está generando un elevado malestar social, desconociéndose por ahora
que porcentaje de ese rechazo social es realmente canalizado contra el Chavismo
y el presidente Maduro. Es evidente, que el presidente Maduro no ha sabido
valorar la fuerza de la oposición y en concreto de los sectores de las elites
dirigentes a las que por motivos políticos e ideológicos ha presionado durante
años el Chavismo. No ha previsto que dichos sectores podían hacer lo que han
hecho, provocar el desabastecimiento del país como forma de presionarle para
que abandone el poder. Luego está la realidad política. No hay duda sobre que Nicolás Maduro es el presidente legítimo de
Venezuela. La coalición opositora, no quiere aceptarlo y desde que llego al
poder buscar instrumentos para presionarle y obligarle a abandonar el poder y
convocar elecciones. Es cierto que la situación de Venezuela es crítica, en
gran parte debido a la nefasta gestión del presidente Maduro, que entre otras
cosas ha permitido que su país callera en una situación de elevado
desabastecimiento, pero también es cierto que como líder del Chavismo es el
presidente legítimo, el Chavismo gobierna porque ha contado con el respaldo
electoral de los ciudadanos. Puede ser que sus políticas socialistas sean las
causantes de la crisis que sufre Venezuela, pero la oposición debe ganar al
Chavismo en las urnas, no de otras formas, por ejemplo provocando
desabastecimiento.
La
situación que vive Venezuela es de forma clara consecuencia de lo que se conoce
como los efectos colaterales de las decisiones políticas. En una democracia no
vale todo cuando se gobierna, ni tampoco la oposición puede recurrir a todo
tipo de acciones y presiones para intentar gobernar sin ganar en las urnas. Sin
lugar a dudas, las elites políticas españolas tienen una alta responsabilidad
sobre lo que está ocurriendo en Venezuela. Desde España se ha animado a ambos
bandos, Chavismo y oposición, a seguir con sus acciones. En mi modesta opinión,
España tiene respecto a Venezuela una posición política totalmente esquizofrénica.
En el 2007, en XVII Cumbre Iberoamericana, el entonces Jefe del Estado, el rey
Juan Carlos, busco un desafortunado choque directo con el presidente Chávez. Más
recientemente, sectores de las elites dirigentes españolas, en concreto de la
derecha española contribuyendo a la creación del partido comunista Podemos, han
favorecido que las ideas del Movimiento Bolivariano entraran en el Parlamento Europeo.
Por otro lado, el actual Gobierno de España, del Partido Popular, está dando un fuerte apoyo a la oposición al
Chavismo, recibiendo y dándole apoyo a Leopoldo López. Luego esa el POSE,
partido que en un principio tuvo fuertes vínculos con el Chavismo, pero que
ahora da la impresión que parece desear apoyar a la oposición.
La posición
de España respecto a Venezuela no está clara, tal vez incluso no haya solo una,
pero es evidente que las elites políticas españolas desean implicarse en la situación
interna de Venezuela. El ex presidente Zapatero se ha reunido recientemente con
el presidente Maduro. El Gobierno, en funciones, ha ordenado que regrese el
embajador, que había sido llamado a consultas el pasado 8 de Abril. Incluso el
emergente Ciudadanos ha manifestado mucho interés por el asunto de Venezuela, su
secretario general, Albert Rivera, viajara en los próximos días a ese país para
dar unas conferencias en la Asamblea Nacional en el marco de las jornadas sobre Democracia,
Derechos Humanos, y Diplomacia parlamentaria. Está claro que España, sus elites
políticas, desean implicarse más en la crisis de Venezuela, algo por otro lado
incomprensible teniendo en cuenta la actual situación política y económica de España, y la situación política de la UE, con una crisis de los inmigrantes-refugiados
sirios, a la que no se le encuentra una situación. ¿Por qué? Remordimientos,
intereses, o acaso las elites dirigentes españolas desean jugar de una forma más
activa en el escenario venezolano.
1 comentario:
Yo pienso que España quiere implicarse para evitar un enfrentamiento mucho mayor entre el chavismo y sus opositores de tal forma que se llegue a situaciones peores; los malentendidos me imagino que también existen en política y a veces hace falta un tercero para aclararlos y que las aguas vuelvan a su cauce.
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