sábado, 30 de julio de 2016

¿CLINTON O TRUMP, DECADENCIA O AUGE?

En Occidente, desgraciadamente, vivimos unos tiempos políticos complejos, interesantes y convulsos, de inmovilismo en las soluciones  y de decadencia colectiva. Decadencia colectiva que la gran mayoría de los Estados ocultan incrementando su deuda pública, y que se traduce en un incremento de la desigualdad económica, y de todo tipo, entre las elites, los que más tienen, los más ricos y los más desfavorecidos, grupo que no cesa de incrementarse debido al empobrecimiento de lo que se conoce como las clases medias. Todo ello es algo generalizado en los países occidentales, incluida España, como bien describe Niall Ferguson, en su libro “La Gran Degeneración”. Decadencia, como afirma Ferguson, motivada por el surgir de unas elites gobernantes cuyas decisiones están orientadas, principalmente, a su enriquecimiento, corrompiendo así el funcionamiento de las instituciones. Además, políticamente, en Occidente se ha puesto de moda dejar que problemas importantes se enquisten, se conviertan en crónicos, lo que muchas veces provoca que se agraven. ¿La causa? Seguramente haya varias, pero en mi opinión, principalmente dos. Primera, las elites suelen ser inmunes a los efectos de dichos problemas y por lo tanto prefieren esperar que arriesgarse a dar una solución. Segunda, nuestra época se caracteriza por la existencia de grandes redes supranacionales de elites con intereses comunes, lo que impide consensos para dar soluciones a dichos problemas.

La UE todavía no se ha recuperado de la crisis financiero-económica del 2008, todo lo contrario, la situación de la economía europea puede todavía ir a peor si el asunto del Brexit no logra llegar a buen puerto de una forma pausada y aceptada por todas las partes. La UE tampoco logra dar solución al problema de la inmigración. Con unas sociedades cuyos mercados laborales se encuentran saturados de mano de obra, y que rechazan mayoritariamente la entrada de más población inmigrante, la cual pone en riesgo sus derechos y calidad de vida, la UE sigue defendiendo una política de puertas abiertas a la inmigración exterior. La UE tampoco ha sido capaz de frenar la oleada de refugiados-inmigrantes, principalmente sirios, que desde Turquía, entrando por Grecia,  se han trasladado a la UE a través de los Balcanes, teniendo que pagarle a Turquía para que acepte su retorno y no deje salir más. Luego está  el oscuro asunto del terrorismo islamista, que ataca y  amenaza a los sectores más vulnerables de la sociedades europeas para lograr chantajear a sus elites políticas, para logar obtener de aquellos que gobiernan unas reivindicaciones que no se hacen públicas, pero que existen. Terrorismo islamista que de forma clara cuenta con un fuerte apoyo de sectores con poder dentro de las estructuras de los Estados en los que actúa. Bueno, y aquí en España tenemos el problema de la ingobernabilidad, de la incapacidad democrática para elegir un gobierno, problema que amenaza con convertirse en crónico poniendo en entredicho el funcionamiento del sistema democrático. Interesantes, inmovilistas,  decadentes, y complicados tiempos políticos  que hacen que las próximas elecciones a la presidencia de los Estados Unidos, que tendrán lugar en noviembre, vayan a tener, incluso desde una perspectiva europea, una transcendencia, yo me atrevería a decir, sin precedentes en la historia de ese país.

Ambos partidos, Republicano y Demócrata, han designado ya su candidato para las próximas elecciones generales, respectivamente, Donald Trump y Hillary Clinton. A la hora de votar los electores lo tendrán fácil, pues los candidatos tienen perfiles muy distintos, defendiendo en numerosos asuntos posicionamientos políticos totalmente opuestos. Trump representa cambio, Clinton continuismo. Trump, es nuevo en política, inexplicablemente ha logrado el apoyo del Partido Republicano. Hillary Clinton, es la esposa del ex presidente Bill Clinton, lleva ya mucho en política, ha sido senadora por el Estado de Nueva York, y Secretaria de Estado con la Administración Obama, además, es la segunda vez que es candidata en las primarias del Partido Demócrata. Hillary Clinton, o mejor dicho, los Clinton,  ya desde hace mucho tiempo tienen mucho poder en el Partido Demócrata, hasta el punto que se ha denunciado que en las elecciones primarias  Clinton ha sido favorecida por la cúpula del partido en contra de su rival, el senador Bernie Sanders.

Trump, es partidario de revisar los tratados de libre comercio, es decir, se declara proteccionista,  pues considera que han  dañado de forma importante la industria americana. En el tema de inmigración, considera que se debe de frenar la entrada de inmigración en los Estados Unidos, proponiendo la construcción de un muro en la frontera con México, además, es partidario de medidas de seguridad y control más duras frente a la inmigración de origen musulmán. En cuanto al asunto del Estado Islámico ha dicho que le declarara la guerra,  incrementando para ello el despliegue  de Inteligencia. Además, se ha declarado a favor de revisar el Tratado de Washington (1949), es decir, el papel de los Estados Unidos dentro de la NATO, estando a favor de que Estados Unidos reduzca  el despliegue militar exterior, aunque a la vez promete incrementar el gasto en Defensa. Hillary Clinton representa, de una forma resumida, continuismo, a favor de los tratados de libre comercio, de dar papeles a los inmigrantes ilegales, de favorecer la entrada de nueva  inmigración, partidaria de suprimir el embargo a Cuba y permitir los viajes de los estadounidenses a la isla, y una política poco intervencionista  en asuntos exteriores, por ejemplo en temas como el de Siria, Irak, Afganistán o Ucrania. Hillary Clinton lleva mucho en política, pero su gestión se ha caracterizado por resultados muy pobres.

A lo largo de la historia, el  pueblo americano ha demostrado en numerosas ocasiones ser un pueblo inteligente, haciendo de los Estados Unidos el primer país democrático, creando el famoso sueño americano, abriéndose al talento exterior, contribuyendo de forma importante en  dos ocasiones a pacificar Europa, o más recientemente, derrocando militarmente el tiránico y amenazante régimen de Sadam Husein. Seguramente en este momento el pueblo americano ya es consciente de que votar a Hillary Clinton significa votar a favor de la decadencia americana y Trump representa una posibilidad de auge, de que Estados Unidos recupere su esplendor y  el liderazgo internacional.  El problema es que en los Estados Unidos ahora no vota ya solo el pueblo americano, sino que en los últimos años se han producido importantes cambios demográficos, surgiendo minorías con peso electoral que tienen más intereses fuera que dentro del país. Por ejemplo, el motivo del  reciente y apresurado  viaje del presidente Obama a España no ha sido otro que el de buscar el apoyo para el Partido Demócrata de elites dirigentes españolas con influencia sobre sectores hispanos de la sociedad americana.

En mi opinión, desde una perspectiva europea la elección está clara, independientemente del perfil de D. Trump,  Occidente necesita cuanto antes un Gobierno republicano en Estados Unidos. El actual Partido Demócrata no es el del ex presidente F. Kennedy, al que tienen tanto interés en recordar hoy los dirigentes demócratas en sus discursos. Hillary Clinton, lo hizo en su discurso de aceptación de la nominación, buscando manipular a la opinión pública, pues Kennedy, como todos sabemos, no se valió de su condición de negro o mujer para ganar unas elecciones sino de sus ideas, ideas entre las que se encontraba el bloqueo a la dictadura comunista que todavía hoy gobierna Cuba. El Partido Demócrata es hoy un partido sometido al chantaje de minorías demográficas lo que condiciona la elección de candidatos y de sus políticas, en concreto de Exterior y de Defensa. Occidente necesita un Estados Unidos fuerte, partidario de usar su fuerza cuando sea necesario, intervencionista, que reaccione frente a atentados del terrorismo islamista, como  por ejemplo, frente al atentado de   la Maratón de Boston (Abril del 2013). Y  contrario al libre comercio internacional que tanto daño está haciendo a las economías de los países desarrollados. Los tratados de libre comercio tienen sentido cuando se realizan entre países o áreas económicas que se complementan, pero no entre las que compiten, pues en este caso aquella en la que los trabajadores disfrutan de mejores condiciones laborales y mayor nivel de vida, y por lo tanto hay unos costes laborales más altos, saldrá perjudicada.

Que Europa necesita un Gobierno republicano en los Estados Unidos es, en mi opinión, algo indiscutible. Hillary Clinton representa continuidad, no solo  de la Administración Obama sino todavía peor, de la Administración Clinton, que gobernó Estados Unidos durante la decana de los 90. Muchas de los problemas que hoy padece Estados Unidos, y Occidente en su conjunto, fueron causados por políticas aplicadas por el expresidente Clinton. Por ejemplo, fue la política de Defensa de la Administración Clinton la que favoreció que sucediera el 11-S. Por ejemplo, fue Clinton el que derogó la Ley Glass-Steagall, entre otras cosas, para favorecer la entrada de Travelers Group en Citibank, dando lugar a Citigroup. Según los expertos una de las principales causas de que se produjera la crisis financiera del 2008, la cual afecto de forma importante a Citigroup teniendo que ser rescatado por el Gobierno, banco hoy con importantes problemas debido a su expansión internacional, en concreto, en economías emergentes. Por ejemplo, las políticas de Clinton favorecieron la deslocalización  de empresas e inversiones, contribuyendo a ponerla de  moda en toda Europa,  algo muy dañino tanto para  los Estados Unidos como para otros Estados miembros de  la UE.

Hillary Clinton, o mejor dicho los Clinton,  pertenecen  a ese conjunto de elites dirigentes occidentales sin escrúpulos y sin valores, que miran hacia aquellos que más dinero ponen sobre la mesa, que aplican políticas favoreciendo a aquellos  que más dinero aportan a su enriquecimiento, en el caso de los Clinton, por ejemplo, a través de los negocios de su hija Chelsea, o por ejemplo,  a través de la fundación Clinton, la cual ha recibido importantes aportaciones de reinos de la península arábiga, por ejemplo, de Arabia Saudí. ¿Qué derechos de las mujeres defiende Hillary Clinton? Acaso, los mismos que les otorgan en Arabia Saudí. Los Clinton son unos hipócritas que darían la espalda y pisarían la cabeza a quien fuera a cambio de enriquecerse. Es evidente, que lo importante no debería ser investigar los correos que pueda haber enviado o recibido Hillary Clinton sino los millones de dólares que ha recibido la Fundación Clinton de gobiernos extranjeros, ¿A cambio de que están cobrando? “La grandeza es algo con lo que uno nace, no se puede adquirir ni comprar”, los Clinton son un claro ejemplo de ello. 

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