domingo, 4 de septiembre de 2016

EL GOBIERNO SIGUE EN FUNCIONES. ALTA IRRESPONSABILIDAD DE LAS ELITES DIRIGENTES.

Mariano Rajoy, candidato del PP a Presidente del Gobierno, en la actualidad en funciones, no ha logrado ser investido ni en primera ni en segunda votación, por mayoría simple. Ambas votaciones han dado un resultado de 170 síes frente a 180 noes. Noes pertenecientes a partidos de lo que se conoce como la izquierda española y nacionalistas. En mi opinión, el debate de investidura se puede resumir en una frase “Todos contra la banca, y la banca es el pueblo español”. Los líderes de los diferentes partidos políticos con representación en el Congreso de los Diputados están tensando la cuerda de la democracia dejando que sus intereses particulares y partidistas pesen más que el interés general.

Los líderes de los diferentes partidos con representación en el Congreso  saben,  así lo han reconocido  en sus discursos, que la actual situación política de España es mala, negativa. Es negativa porque entre otras cosas desacredita y debilita el sistema democrático, y daña de diferentes formas la economía y el mercado laboral. A pesar de ello no han logrado llegar al sufriente consenso para nombrar un nuevo Presidente. El propio candidato, Mariano Rajoy, en una de sus intervenciones, dijo “El no Gobierno tiene coste, tendrá una alta factura y la tendremos que pagar todos los españoles”. Mariano tiene razón, que España pueda llegar a estar un año, sino más, con un Gobierno en funciones tendrá consecuencias negativas para el conjunto de los ciudadanos, pero lo obvia el presidente Rajoy es que la facturas de un Estado sean estas del tipo que sea, se reparten entre los ciudadanos siempre en función a dos criterios: Uno, el nivel de responsabilidad política. Y dos, el incremento de patrimonio atribuible. Por ejemplo, no todos los ciudadanos españoles son igual de responsables frente a la deuda pública, unos los son más que otros, bien porque decidieron que esta se incrementara, bien porque de forma directa o indirecta se beneficiaron mas de dicho incremento.

El principal problema de España ya no es la corrupción política, sino la alta irresponsabilidad que están manifestando  las elites dirigentes, y por ende, su cara visible, la casta política, aquellos y aquellas que hoy constituyen el Congreso de los Diputados. Como lo demuestra que España lleve ya más de 8 meses con un Gobierno en funciones, y a pesar de ello, los partidos todavía digan que necesitan más tiempo. España vive una situación política, en mi opinión, sin intentar exagerar, alarmante. La tranquilidad que manifiestan las elites políticas solo se debe a una cosa, a la alta politización de la sociedad española, dándose la circunstancia de que en la España actual no se mueve nada sino recibe el visto bueno, la orden y el apoyo de algún partido político. Niall Ferguson, en su libro “La gran degeneración” dice que la actual decadencia de Occidente, decadencia que inteligentemente argumenta, se debe, entre otras cosas, a la decadencia de la sociedad civil. Comparto totalmente su opinión. Vivimos una época en la que la sociedad civil no existe, y una de la razones, en mi opinión la principal, es el enorme poder y tamaño que han adquirido en los últimos 25 años los partidos políticos, acaparándolo todo. Allí tondo hay un ente con poder allí están seguro los partidos políticos, allí donde surge algún tipo de organización social, cultural, deportiva, corporativista, etc., allí pronto habrá algún partido, o más de uno, intentando liderarla. La sociedad civil no existe en España. Falazmente, algunos medios de comunicación difundieron que el Movimiento 15-M era fruto de la indignación de la sociedad civil, luego se demostró  que había sido organizado por el comunismo internacional y apoyado de diferentes formas por sectores de la derecha española, para crear e impulsar en España un nuevo partido de ideología comunista, Podemos y sus satélites autonómicos.

El PP sigue gobernado España con un Gobierno en funciones, pero aun así logra seguir beneficiando a los suyos, con total descaro, sin temer al peso de la justicia ni al valor de la opinión pública. Un claro ejemplo lo tenemos con el nombramiento del ex ministro, Manuel Soria, como director ejecutivo del Banco Mundial, puesto retribuido con un salario de más de 200.000 dólares libres de impuestos. Mientras Mariano Rajoy se sometía a la segunda votación de investidura, el Gobierno en funciones, nombraba a Soria. Soria es indigno para ser Ministro del Gobierno de España, tuvo que presentar su dimisión por haber realizado actividades diferentes desde paraísos fiscales y haberlo negado ante la opinión pública, pero según el Gobierno si es digno para representar a España ante una de las organizaciones más importantes del mundo, el BM. Insólita y vergonzante decisión. Tal vez Soria quiere seguir la misma senda que su compañero de partido, Rodrigo Rato,  que pasó de  ex vicepresidente del Gobierno a director del FMI y ahora está acusado, entre otras cosas,  de blanqueo de capitales.

Pero, en mi opinión, lo más sorprendente y llamativo del intento de investidura de Mariano Rajoy, ha sido la forma de realizarse la votación, nominal. En la era de la tecnología, intentando España presentarse ante el mundo como un país que va a la cabeza en el desarrollo tecnológico, tanto en su fabricación como en su utilización, resulta que en la sede de la soberanía nacional, el Congreso de los Diputados, sus señorías no se fían de las nuevas tecnologías, exigiendo que la votación se realizara de forma nominal, a viva voz. El Gobierno de España lleva años legislando para que los ciudadanos tengan que realizar cada día más actividades y gestiones utilizando las nuevas tecnologías, pero a la vez, reconoce que estas no son seguras, una más de las absurdas contradicciones entre las que transcurre nuestra época.

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