jueves, 19 de octubre de 2017

SECESIÓN DE CATALUÑA: EL GOBIERNO BUSCA APARIENCIA DE LEGALIDAD.

Agotando al máximo el plazo, como el que desea alargar la fiesta lo máximo posible, el presidente Puigdemont ha vuelto a contestar con ambigüedad al segundo requerimiento del Gobierno de España sobre si había o no declarado la independencia. Puigdemont sigue en su rol de Pilatos. Así, en su carta afirma que el pueblo de Cataluña decidió la independencia en el referéndum celebrado el 1 de Octubre. Y que en la sesión celebrada en el Parlamento  el pasado 10,  para valorar los resultados del referéndum, él decidió dejar en suspenso los efectos de dicho mandato popular. Es decir, según Puigdemont,  el pueblo de Cataluña ha decidido ejecutar a Jesucristo, declarar la independencia, y él está retrasando la aplicación de dicha sentencia.

Como bien relata la Biblia,  la injusticia y el error no fue cometido por el pueblo judío, el cual por aclamación popular decidió liberar a uno de los suyos, Barrabas,  y ejecutar a Jesús, alguien al que la gran mayoría desconocía,  sino por Pilatos, al dar  opción a tal decisión. El proceso independentista ha avanzado hasta el punto en que se encuentra porque así lo han decidido sectores de las elites dirigentes de Cataluña. La gran mayoría del pueblo de Cataluña no sabe porque se reivindica la independencia, ni porque se hace ahora, ni cuáles serán sus consecuencias. Puigdemont quiere la independencia, pero no deja claro que reivindica con ella, pues está evitando el choque con los poderes del Estado. ¿Si Puigdemont no quiere el choque con los poderes del Estado, contra quien va la independencia? Extraña obra teatral, en la que da la impresión que se realizan escenificaciones destinadas a reivindicar intereses ocultos, que nada tienen que ver con el interés general de los catalanes.

Como toda obra teatral, esta también se agota aunque sus protagonistas deseen alargarla. Cada vez resulta más difícil introducir nuevos actos,  el independentismo pierde apoyos y los que siguen firmes, exigen ya algún tipo de desenlace.  Puigdemont ha propuesto dos nuevos meses de dialogo, algo totalmente absurdo, pues sobre lo que no se ha podido dialogar  en años difícilmente se va a poder  resolver con unos días más.  El Gobierno de España ha dicho que va a aplicar el artículo 155 de la Constitución para intervenir la comunidad de Cataluña, algo que todavía no se conoce que representara, pero que a groso modo vendrá a decir que Cataluña va a pasar a estar gobernada desde Madrid, es decir, por el Gobierno central, por un periodo todavía por determinar. Algo, en mi opinión, totalmente acertado, por dos razones. Primera, porque detrás del proceso independentista veo la mano invisible de los monárquicos españoles, buscando que la situación política y social  de Cataluña se complique todavía más, exigiendo soluciones más drásticas, permitiendo así que Felipe VI pueda hacer una demostración de poder sometiendo al pueblo catalán recurriendo a los militares. Segunda, porque la crisis catalana aunque inexplicablemente no está afectando a la Bolsa está afectando negativamente a la economía y el mercado laboral. Pensar que el hundimiento de la economía catalana no va a afectar de forma negativa al resto de España es ingenuo. Cataluña es un motor importante de la economía española, en torno al 20% de su PIB, su ralentización afectara lógicamente también otras zonas de España.  

En política no hay nada peor que un partido con un solución para un problema que no existe, pues tarde o temprano, deseara provocar dicho problema para surgir como el salvador de la sociedad, único capaz de solucionarlo. Da la impresión de que esto es lo que está pasando en Cataluña. Se ha generado un problema para aplicar una solución previamente definida por concretos sectores sociales. En una España con una elevada corrupción política, en la que hay terrorismo de Estado, en la que se cometen flagrantes y sistemáticas violaciones de los  derechos humanos, anulándose para ello el Estado de Derecho, sectores de las elites políticas dicen que la crisis catalana es difícil de resolver dentro de la legalidad vigente. Algo que representa un insulto a la inteligencia de los españoles, con el que da la impresión de que, por un lado, se busca favorecer que el problema siga engordando, para que se pueda aplicar la solución que tienen en mente algunos dirigentes politicos, y por el otro, dar apariencia de legalidad. Manipuladora apariencia de legalidad que justifique la intensificación de la represión contra la sociedad catalana ante la opinión pública nacional e internacional: Sí, invadimos Cataluña pero para garantizar el cumplimiento de las leyes.


La crisis de Cataluña está haciendo resurgir en España voces despóticas y fascistas, deseosas de recurrir al único lenguaje que saben hablar, la violencia. Y lo grave no es eso, sino que es Puigdemont el que les está dando voz, provocando una situación a la que las elites burguesas independentistas catalanas no están dispuestas a hacerle frente. Y es lógico, viven muy bien, y en el monte no hay alfombras, pero entonces ¿Para que la provocan, para humillar a los ciudadanos, para que los ciudadanos catalanes pierdan su dignidad sometidos por el fascismo borbónico? Hoy en Bruselas se celebra un Consejo Europeo para hablar mucho de libre comercio, pero nada de la que parece ser la  crisis más importante que hay en la UE, la crisis de Cataluña. El presidente Rajoy aprovechara para explicar siempre que tenga oportunidad, en conversaciones informales,  la apariencia de legalidad con la que  intenta resolver el asunto de Cataluña. La UE no quiere saber nada de la crisis catalana, pero insisto, que nadie se llame a engaño, si el fascismo borbónico pega un solo tiro en Cataluña el asunto se internacionalizara de forma importante. Y no lo olvidemos, las principales joyas de la economía española tienen importantes intereses fuera. 

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