martes, 20 de febrero de 2018

CONGRESO DE LOS DIPUTADOS: PLATAFORMA DE PROPAGANDA DE CRIMINALES.

La Comisión de Investigación de la supuesta financiación irregular del PP se ha convertido en una plataforma de propaganda desde la que criminales, que cumplen condena,  y supuestos criminales atacan a las instituciones del Estado y acusan a  cargos y ex cargos públicos sin aportar ninguna prueba. Los partidos políticos con representación en el Congreso rara vez se ponen de acuerdo, pero curiosamente, esta vez sí lo hicieron para aprobar por unanimidad la creación de una  comisión de investigación que está  dando el micrófono a criminales para que sometan a la democracia española un proceso de degradación, utilizando la táctica del calamar, acusando pero no aportando pruebas. Supongo,  que lo harán  con la fe puesta en que así podrán quebrar o desestabilizar de alguna forma el Estado y ello les permitirá encontrar una salida para no cumplir las penas a las que han sido condenados o lo serán en breve.

La vida política española lleva tiempo desarrollándose en una ambiente de putrefacción, mediática y también real. Si alguien aún tenía  dudas sobre ello, hoy le habrán quedado despejadas con la comparecencia de Álvaro Pérez, El Bigotes, en la comisión de investigación sobre la caja B del PP. El Bigotes, junto a Correa, Pablo Crespo, este último ex secretario de organización del PP de Galicia, y otros, ha sido condenado a  12 años de cárcel por el asunto Fitur. A pesar de ello, hoy los Sres. diputados  le han brindado el micrófono para que con una chulería no propia de alguien que está preso contribuyera a desacreditar todavía más el funcionamiento de la democracia española. Según él, había empresarios que le pagaban, por orden del PP,  los actos que organizaba para ese partido. Acuso  a muchos, aunque con poco existo, pues no aportó pruebas. Eso sí, no hablo de quien a todas luces era entonces el principal  responsable de todo que se decidía en Génova, el expresidente José María Aznar. Intentando, de forma clara, desviar los focos mediáticos y las investigaciones policiales  de la  familia Aznar, dijo que llego a pensar que su amigo Alejando Agag, yerno de Aznar, había muerto, pues hacía tiempo que no tenía  ningún tipo de contacto con él.

Desde Febrero del 2009, cuando se producen las dos famosas cacerías, la literal,  del ministro de Justicia Fernández Bermejo en compañía del juez Baltasar Garzón, y la ordenada por este último desde la Audiencia Nacional, metafóricamente hablando, contra piezas del PP (Caso Gürtel), la sociedad española sabe que  el PP tenía una caja B de dinero negro que alimentaban de muchas y diferentes formas. Desde entonces, también  sabemos que el PP es una organización política que da cobertura a organizaciones criminales. Pues, la  caja B no solo permitía la financiación irregular del PP, como se suele decir, participar dopado en las campañas electorales, sino también blanquear dinero del crimen organizado. La trama Gürtel está siendo juzgada, y por tanto la Comisión de Investigación sobre la financiación del PP no tiene ningún sentido, ni utilidad, ni valor, salvo que se haya creado para dar voz a personajes como El Bigotes.


Álvaro Pérez, El Bigotes, ha salido hoy de prisión para utilizar los medios de comunicación para hacer una campaña  de propaganda, acusando sin pruebas, buscando desacreditar  el funcionamiento de las instituciones del Estado, e incluso amenazando, introduciendo que va mucho al gimnasio, me imagino por si el Estado quiebra y puede salir y vengarse, aunque no ha dicho de quien, tal vez, de Alejandro Arag, o del juez, no lo sé.  Este tipo de hechos, por muy corruptas que sean las  elites políticas,  no se debe permitir en un Estado democrático y de Derecho. La justica debe ser justa, y para ello debe ser oportuna, proporcional y ejemplar. La justicia, en el ámbito penal,  no debe ser nunca sinónimo de venganza, sino que existe para proteger a los ciudadanos evitando que se vuelvan a repetir los mismos delitos, y para ello debe aplicar penas, proporcionales al daño causado, sí,  pero también lo suficientemente disuasorias y ejemplarizantes.  El Poder Judicial español concede a presos pertenecientes a las elites dirigentes, como es el caso de “El Bigotes”, privilegios que no tienen otros presos y que además son utilizados para intentar desacreditar y desestabilizar el Estado. 

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