viernes, 29 de junio de 2018

EL CONSEJO EUROPEO INCAPAZ DE ADOPTAR UNA MEDIDA EFICAZ PARA FRENAR LA INMIGRACIÓN.


Si uno lee detenidamente las conclusiones del último Consejo Europeo, deduce que respecto a inmigración solo se ha tomado una decisión nueva, la de poner fin al sistema de cuotas obligatorias de reparto de refugiados. Los centros para acogida de inmigrantes, bien sean estos por razones económicas o políticas,  en suelo europeo, ya existen. En España son los conocidos CIE, s, también los hay en Grecia, en Italia, etc. Un sistema que no resuelve nada y no da buenos resultados. Ahora un elevado porcentaje de inmigrantes que entran en estos centros se quedan en Europa. Nada hace pensar que la política de gestión de los  centros cambiara. Como ocurre ahora, al cabo de un cierto tiempo, como es lógico, los inmigrantes acogidos en centros  recuperaran la  total libertad para desplazarse y muchos de ellos desearan viajar a otros Estados distintos al Estado por  el que han entrado en la UE y se encuentre el centro de acogida, lo que pone de forma clara en riesgo el Tratado de Schengen.

El Consejo Europeo una vez más resalta la necesidad de que la UE realice un control efectivo y conjunto de sus fronteras exteriores, así como agilizar los procesos de retorno y readmisión de inmigrantes, empero,  no alude a ninguna medida nueva que se vaya a tomar para ello. La UE, a través del Consejo, sigue considerando que la única forma de frenar la entrada de inmigración es colaborando con los países  de origen, mediante proyectos de ayuda al desarrollo y ayudas directas a los Gobiernos. Es decir, la actual UE sigue siendo partidaria de pagar a las elites dirigentes de los países de salida de inmigrantes hacia Europa, para que les impidan salir. En línea con anterior, aunque no lo dice explícitamente,  la UE da a entender que ha desbloqueado el pago de otros 3000 millones de euros a Turquía para que impida la salida de inmigrantes de su costa durante los años 2018-2019 y acoja a refugiados en centros en su territorio, medida ya acordada en el 2016 y  que hasta ahora tenía bloqueada el Gobierno de Italia.

Respecto a inmigración, el último Consejo Europeo, ha estado  totalmente vacío de contenido. Sobre uno de los problemas más graves en estos momentos de la UE, sino el más grave, el Consejo ha querido dar una falsa imagen de unión, no adoptando para ello ninguna medida que pudiera herir la sensibilidad de algún Estado miembro. La propuesta del presidente del Consejo, el polaco Donald Tusk, de crear  “plataformas regionales de desembarco”, situadas fuera de Europa, se estudiara, y mientras tanto seguirá habiendo los inoperativos e ineficaces centros de acogida de inmigrantes de siempre. El Consejo resalta la necesidad de fortalecer el control de las fronteras exteriores y de agilizar los procesos de devolución de inmigrantes irregulares, pero no adopta ninguna medida al respecto para no enfrentar a los Estados partidarios de frenar la entrada de inmigración procedente del sur del Mediterráneo, con aquellos que son partidarios de que la UE tenga una política migratoria de puertas abiertas, lógicamente estos, son principalmente Estados del sur de Europa cuyas elites dirigentes tienen estrechas relaciones económicas y empresariales con las elites gobernantes de los países de origen de la inmigración, y por tanto, no están a favor de incrementar la seguridad de sus fronteras, sino de dejar que la inmigración pase a través de sus territorios hacia los Estados europeos a los que deseen ir, porque tienen familiares, son mejores las ayudas sociales, o saben que hay una diáspora que les dará apoyo.

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