martes, 29 de marzo de 2016

LA DERECHA ESPAÑOLA HOMENAJEA A VARGAS LLOSA ¿POR QUÉ?

Alguien, cuyo nombre no recuerdo, se preguntó  una vez ¿Qué sentido tiene la literatura en un pueblo que pasa hambre? Evidentemente ninguno. Una sociedad no debe dedicar ni recursos ni esfuerzos a cosas como la literatura cuando muchos de sus miembros pasan hambre. Parece ser que Mario Vargas Llosa entendió el sentido de esas humildes palabras, y después de perder las elecciones a la presidencia de Perú, en  1990, decidió venir a vivir a España, adquiriendo a los pocos años la nacionalidad española. Con ocasión de su 80 cumpleaños la Fundación Internacional para la Libertad, a pesar de ser latinoamericana, le ha organizado en la Casa América de Madrid, un seminario titulado Vargas Llosa: Cultura, Ideas y Libertad. Seminario al que han acudido importantes figuras de la política española.

Desde siempre he pensado que el tiempo y la vista son cosas demasiado importantes para perderlas leyendo ficción, y por tanto no soy aficionado a la lectura de novelas. No conozco por consiguiente la obra de Vargas Llosa, no sé si es merecedor de tantos halagos  como recibe de representativas personalidades de la sociedad española. Tampoco sé si es o no merecedor por su obra del Nobel de Literatura, que le dieron en el 2010. Aunque es cierto que muchos expertos literarios afirman que los Nobel de Literatura están completamente desacreditados, obedeciendo su concesión más a intereses que a méritos literarios. Malas lenguas  han llegado incluso a afirmar  que a Camilo José Cela, otro Novel español, cuya obra tampoco he tenido  tiempo ni  interés en conocer, le dieron el  premio por su famosa frase de “No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, como no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo”, pronunciada en el Congreso de los Diputados al llamar su atención el Presidente de la Cámara.  Independientemente de cómo sea  la obra de Vargas Llosa, su roll terrenal, fuera de la ficción, de gallo en corral ajeno, de crítico político de sociedades que muy poco tienen que ver con la sociedad de la que él quería ser presidente, no me gusta.

El objeto de este escrito, evidentemente, no es criticar a un personaje como Vargas Llosa, que ni me va ni me viene, que me es totalmente indiferente, sino llamar la atención por la elevada participación de dirigentes políticos españolas, especialmente de la derecha española,  en el seminario organizado por la fundación latinoamericana.  Algo que no es de extrañar, si tenemos en cuenta que la Casa Real de Borbón, que ocupa con carácter hereditario la Jefatura del Estado, le concedió el título de Marqués de Vargas Llosa en el 2011, premiando o agradeciendo no se sabe bien que. Que en una democracia la Jefatura del Estado pueda otorgar títulos de esta naturaleza a un ciudadano, que para más inri tiene como segunda nacionalidad la española,  constituye una importante anormalidad democrática, pero eso es harina de otro costal.  Es evidente que las fundaciones de este tipo, Fundación Internacional para la Libertad,  Fundación Carolina, etc, etc, etc, se crean para encubrir redes de poder que son verdaderas puertas giratorias, procesos de retroalimentación y apoyo de unos miembros a otros. Es evidente, que en su 80 cumpleaños,  Vargas Llosa ha recibido un caluroso apoyo de los monárquicos españoles y otros sectores de la sociedad española también con interese en Latinoamérica.

El discurso inaugural del seminario  lo ha realizado el  presidente en funciones del Gobierno, Mariano Rajoy,  calificando a Vargas Llosa de “Héroe de la libertad. En principio, como español, dichas palabras me provocaron vergüenza ajena, pero luego pensé, seguramente el presidente, conocedor de su obra,  se está refiriendo aunque no lo diga al mundo de la ficción, pues de otra forma dicha afirmación no tendría sentido. Pero todavía más escandaloso ha sido el discurso que ha pronunciado  el ex presidente del Gobierno, José María Aznar. El discurso de Aznar no tiene desperdicio, casi me produce ganas de vomitar. Primero, se ha  autodefinido como defensor de la libertad, cuando es de conocimiento público que durante la época en la que gobernó en España hubo terrorismo de Estado, 11-M,  y se cometieron flagrantes violaciones de los derechos humanos, ordenándose detenciones por motivos ideológicos o únicamente para defender los intereses de sectores de la elites dirigentes españolas, no sé si también de las peruanas. Después, ha querido responsabilizar a la Administración Obama de la decadencia que sufre la UE, y de sus principales problemas, la crisis de los refugiados sirios y la amenaza del terrorismo islamista, cuando dichos problemas son causados por la  falta de determinación y falta de valentía de las actuales  elites dirigentes  europeas a la hora de darles una solución. No hay cooperación sin reciprocidad, la actual posición de Washington respecto a los problemas de la UE es evidente que es debido a la falta de reciprocidad de sectores de las elites gobernantes europeas. 

Las palabras no tienen fecha de caducidad, y tal vez ello es lo que hace que en la sociedad española exista una exagerada admiración hacia la obra del Quijote de la Mancha. El año pasado se celebró el 4º Centenario de su publicación, y este año, el 16 de Abril de  2016, se celebrara también el 4º Centenario de la muerte de su autor, Miguel de Cervantes Saavedra. Además, las elites dirigentes españolas tienen un obsesivo interés en fomentar la lectura de Don Quijote de la Mancha, algo que no es de extrañar, pues en la política española son muchos los que se creen Cervantes. Por tanto,  el riesgo de que un ciudadano español pueda acabar siendo un Quijote es muy elevado si no es consciente de su fuerza, capacidades y posibilidades. Leer novelas es una forma  de soñar despierto e enriquecer el vocabulario. Pero para no acabar siendo un Quijote más, sobre todo en España,  es conveniente  contextualizar. Contextualizar  tanto la obra como el autor. No sé si aquellos que sienten tanta admiración hacia la obra del Quijote han realizado dicho proceso de contextualización, si lo hacemos seguramente  llegamos a la conclusión de que es la obra de Don Quijote de la Mancha una de las pocas cosas que merece la pena recuperar  de dicha época. El Quijote de la Mancha, pertenece a la época conocida como la España del Barroco, siglo XVII, una época de crisis económica, una época de enorme pobreza y epidemias. Una época con  grandes desigualdades no solo económicas sino también en cuanto a derechos y libertades de las personas. Una época en la que la gran mayoría de los  ciudadanos eran dueños únicamente de una mínima parte de su destino. Una época en la que en España reinaba una monarquía absolutista, que también concedía títulos nobiliarios como el de Vargas Llosa. Una época en la que los recursos del país eran gastados en guerras dinásticas o por motivos religiosos, mientras la gran mayoría de la sociedad padecía carestía y hambre. Como bien conocen aquellos que han leído El Quijote, una época de Hidalgos ociosos y picaros. Una época, salvando las distancias tecnológicas, muy parecida a la actual de España. Tal vez, de esta España ya lo único salvable sea también la obra, que no la persona, de Vargas Llosa.


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