Una vez más, hoy la Casa Real de Borbón ha escenificado su poder obligando a la sociedad española, representada en las Cortes Generales, a celebrar el 18 cumpleaños de la princesa Leonor, a través del acto de su jura de la Constitución celebrado en el Congreso. Un acto constitucional mediante el cual se le otorga a la princesa Leonor la capacidad de ejercer la regencia en caso de inhabilitación de rey Felipe VI, pero realmente innecesario pues como ocurrió con el hoy rey emérito Juan Carlos I, lo lógico es que previo a este tipo de regencia esté abdique y la Constitución no otorga funciones al príncipe de Asturias, es decir, capacidad para tomar decisiones y firmar documentos oficiales. Sin duda, hoy es un día triste para la democracia española. Al considerarse y aceptarse políticamente a la princesa Leonor como sucesora a heredar la Jefatura del Estado se anulan dos importantes principios democráticas. Primero, el de igualdad. A la princesa Leonor se le concede un determinado rol social únicamente por su origen familiar. En segundo lugar, el principio de que todo poder emana del pueblo, pues con actos como este se reafirma que el poder de la Jefatura del Estado no emana del pueblo sin que se transfiere con carácter hereditario entre los miembros de la Casa Real de Borbón. El acto de jura de la Constitución de la princesa Leonor, sin duda, es un paso más de los monárquicos en la construcción de la sucesión al rey Felipe VI.