Hace dos días nos daban la noticia de que el fascismo había
resurgido en Italia con fuerza. Y la líder del principal partido fascista, Giorgia Meloni, es hoy la primera ministra de
Italia. Pronto han olvidado las elites europeas que el fascismo italiano, y su
variante el nazismo, fueron los responsables de la dramática Segunda Guerra
Mundial. Como ocurrido durante el pasado siglo, intereses políticos personales,
dicho de forma coloquial, querer mantenerse el cargo al coste que sea, está
favoreciendo que la política europea naturalice el crecimiento del fascismo, no
se ha producido ni una mínima manifestación de rechazo desde las instituciones
de la Unión Europea. Todo hace indicar que seguramente a partir de ahora se van
a oír muchas frases del estilo “¿Ha resurgido el fascismo? No pasa nada, es lo
que quieren los ciudadanos italianos, es el resultado de la democracia”. Como
si ello fuera poco, hoy nos dan a conocer que la decadencia política ha llegado
a una de las principales potencias y democracias europeas, Reino Unido. Que una primera ministra, Liz
Truss, dimita a los pocos días de ser nombrada, sin oponer la más mínima
resistencia, justificándose ello en el hecho de que la nueva política fiscal
que iba a aplicar hizo caer la libra, es poco creíble. Y sí, en cambio, es muy creíble que poderes económicos internacionales
hicieran caer la libra para intentar obligarla a dimitir. Por otro lado, todo
este complejo e increíble asunto y su rápida
evolución, conduce a sospechar que sectores
de las elites dirigentes del Partido Conservador han forzado que una y otra vez
se barajen las cartas, que una y otra vez gire la ruleta, hasta
que Rishi Sunak fue nombrado primer
ministro.
Las elites dirigentes británicas impulsaron y organizaron el Brexit en el 2016, su salida de la Unión Europea, principalmente porque querían poder ejercer un mayor control de sus fronteras, reducir la entrada de una inmigración que consideran que amenaza no solo el acceso al trabajo y a ayudas sociales de muchos británicos sino su identidad nacional. Desde entonces, han tenido un primer ministro de origen turco, Boris Johnson, que ha sobresalido por su extravagancia, pero no por los resultados de sus políticas. Y ahora nos dicen que van a nombrar como primer ministro a un ciudadano, muy listo, con elevada titulación y formación, muy rico, pero de origen indio, Rishi Sunak ¿Es una broma o acaso este tipo de personajes encaja más en la identidad británica que ciudadanos de Europa continental, de Suecia, Alemania, Francia, etc?