jueves, 2 de marzo de 2017

INMOVILIZAN AUTOBÚS DE HAZTE OÍR: UNAS ELITES POLÍTICAS OBSESIONADAS CON EL SEXO.

“Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen”. La organización Hazte Oír quería difundir este mensaje circulando con un autobús por la capital de España. El ayuntamiento de Madrid, gobernado por un satélite de Podemos, Ahora Madrid,   ha ordenado ayer su inmovilización, recurriendo para ello a la Policía Municipal, alegando que consideraba que incumple la ordenanza municipal de publicidad. Posteriormente, el fiscal superior de la Comunidad de Madrid, Jesús Caballero, ha ordenado abrir una investigación a la organización Hazte Oír. La Fiscalía considera que se puede estar cometiendo un delito de odio, en concreto, contra el colectivo transexual. Lo ocurrido ha reavivado en la sociedad española dos debates. El primero, sobre si debe haber   límites a la libertad de expresión, y donde estos se deben de situar. Y el segundo, sobre la transexualidad, como debe ser tratada y que difusión se le debe dar en la sociedad, en concreto, en lo que respecta a la educación de los niños y jóvenes.  

Lo que está ocurriendo con  el eslogan utilizado por la organización Hazte Oír me parece una exageración, buscándose más la confrontación política y limitar la libertad de expresión que defender los derechos de uno u otro colectivo social. En la sociedad española actual no se persigue a nadie por su orientación sexual. Sin ir más lejos, en uno de los órganos más importantes del Poder Judicial, en la Audiencia Nacional,  hay un juez homosexual, el juez  Fernando Grande Marlaska, y no parece que este perseguido, todo lo contrario, tiene la potestad de juzgar a ciudadanos españoles. Además, en la sociedad española se difunden publicaciones escritas y productos audiovisuales con mensajes mucho más fuertes y socialmente dañinos, que el eslogan utilizado por Hazte Oír, y no se genera polémica, ni debate, ni las autoridades, políticas, Fiscalía, etc.,  actúan. Por ejemplo, recientemente en una televisión española vi la película Emmanuelle, de Just Jaeckin (1974), película que seguramente en su momento  le gustó mucho a Román Polanski, pero que hace una clara apología de la violación, perdonándola, si a través de ella la mujer experimenta y  obtiene placer sexual. Ni unos ni otros, ni ultracatólicos españoles, ni comunistas, ni grupos feministas, abrieron ningún tipo de debate al respecto. ¿Hipocresía?

La utilización de un eslogan como el anterior y la polémica que ha generado, sobrepasando los   ámbitos del debate social y periodístico,  para entrar en el de lo judicial, evidencia dos cosas. Primera, que vivimos una sociedad que está obsesionada con el sexo, en la que hay organizaciones, de clara identificación ideológica,  que quieren que una determinada concepción del mismo sea considerada la buena, buscando condenar de todas las formas posibles la contraria. Segunda, diferentes temas que tienen relación son el sexo,  como el de la libertad sexual, la homosexualidad, la transexualidad, la prostitución,  etc.,  son utilizados con fines políticos. Siendo utilizados  como elemento reivindicativo, como elemento para buscar la confrontación y como elemento para afianzar una determinada identidad ideológica.

Las personas hemos sido concebidas con una determinada carga sexual, cuando esta despierta, es muy difícil volver a dormirla. Convirtiéndose  así, el sexo,  en una necesidad muy difícil de inhibir, que necesita  ser satisfecha. De igual forma, toda persona, todo ser humano, tiene una realizad física, biológica, con la que uno nace y otra psicológica, más relacionada con lo que uno siente, desea,  ama, odia o teme. En mi opinión, es necesario diferenciar entre lo que se conoce como identidad de género, algo definido  por la naturaleza, con lo que nacemos, y que nos clasifica como hombre o mujer, con lo que cada persona siente y que la lleva a  desear vivir su sexualidad de una forma u otra. Algo que  se sale del ámbito de lo físico, para lo que no hay explicación biológica, pasando a formar parte de nuestra realidad psicológica. Un caso extremo es el de  la transexualidad, cuando  una persona se siente del sexo contrario al que biológica y convencionalmente le asigna la sociedad. Un tema complejo, el de la transexualidad, para él no hay consenso social ni un explicación científica, y que una sociedad democrática solo puede afrontar de una forma, con respecto. Respectando y defendiendo los derechos de aquel que por alguna razón se siente diferente.

La educación sexual, que es con lo que en gran medida tiene que ver el eslogan utilizado por la organización Hazte Oír, es un tema complejo. Los expertos no coinciden a la hora de dar respuestas a preguntas como ¿La  educación sexual debe limitarse al ámbito de la familia o también la debe contemplar el sistema educativo? ¿A qué edad debe esta comenzar? ¿Quién la debe impartir, personas con que características, con qué tipo de moral? ¿Qué contenidos debe abarcar? Complejas preguntas con difíciles respuestas, sobre todo si tenemos en cuenta que los ámbitos en los que se debe impartir la educación sexual,  como son la Iglesia y el sistema educativo, son, precisamente, lugares en los que niños y jóvenes son objeto de abusos sexuales. En mi humilde opinión, es conveniente y acertado dejar que los niños vivan su sexualidad con naturalidad, sin forzarla, ni reprimirla, ni canalizarla en una u otra dirección. Claro que también  considero que los niños   deben tener el derecho a saber que: Si eres un chicho y  tienes sexo con una niña con pene, o viceversa, si eres una chica y tienes sexo con un niño con vulva, estas optando por una determinada opción sexual, que se denomina, homosexualidad.

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