martes, 7 de marzo de 2017

¡EN QUE PAÍS VIVIMOS! ¿QUÉ DEMOCRACIA HAN CONSTRUIDO?

Jueces que denuncian haber sufrido presiones, como es el caso de la juez Mercedes Alaya, por el caso de los ERE en Andalucía. Fiscales que dicen no poder hacer su trabajo debido a que sufren presiones y, o, se lo ordenan desde la cúpula del Ministerio Fiscal, como es el caso del ex fiscal superior de la Región de Murcia, López Bernal, recientemente relevado. Situación de la justicia española, de no poder actuar y hacer cumplir las leyes, insólita en una democracia occidental, propia únicamente de la Italia de la época más dura de la mafia, en la que esta lograba controlar a las elites políticas. Policías que denuncian que informan de delitos y estos no son investigados, por ejemplo, miembros de la UDEF que denunciaron  que no se investigaba al clan Pujol a pesar de que había indicios para ello, debido a que en la Fiscalía existían órdenes para que así fuera. Informes policiales que se emiten y difunden sin que nadie los firme, poniendo así en peligro instrucciones judiciales abiertas,  por ejemplo, los relativos también  al clan Pujol. Policías que se reúnen de forma extraoficial con cargos públicos investigados, como fue el caso del ex comisario Villarejo y el expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, no estando claro si la reunión se produjo porque Villarejo quería chantajearle o por el contrario ayudarle, asunto ahora en el juzgado. Montajes policiales como el realizado por agentes de la Guardia Civil en Alsasua.

Ministros que son grabados en su despacho, como fue el caso del ex ministro de Interior, Fernández Díaz, y su reunión con el director de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso. Sectores de trabajadores y empresas que logran someter a chantaje al Estado, condicionando la aprobación de leyes y logrando que el Estado les permita realizar su actividad en una situación de privilegio, monopolística,  de la que no disfrutan otras empresas y trabajadores, es el caso de los estibadores. Funcionarios del Banco de España que denuncian que dicha institución no tiene en cuenta sus informes, e instituciones como la Comisión Nacional  del Mercado de Valores que no cumplen con sus obligaciones de control y supervisión, por ejemplo, en lo relativo a Bankia, lo que permitió que dicha entidad saliera a bolsa con unas Cuentas Anuales que reflejaban una situación contable falsa. Periodistas que denuncian que están siendo objeto de intimidaciones por parte de miembros de Podemos, partido legal, de la órbita del comunismo internacional. Macrojuicios, con años de instrucción, y meses de juicio oral, para emitir sentencias ridículas, no entrando  nadie en prisión, anulando de forma clara el principio de igualdad ante la ley, como ha sido  el juicio del caso Nóos, cuyo principal acusado en vez de estar en la cárcel se encuentra en un país extranjero, Suiza, viviendo a cuerpo de rey, no se sabe con qué dinero y poniendo que tipo de sellos, tal vez, todavía de la Casa Real. Todo lo anterior está pasando en la actual España.

Si a todo  ello unimos, que España es un país con una elevada inseguridad jurídica, en la que el Estado no garantiza que se respecte lo firmado y  se cumplan los contratos. Si a todo  ello unimos, que España es un país en el que se cometen flagrantes violaciones de los derechos humanos, en el que se tortura y hay terrorismo de Estado, todo con total impunidad y complicidad por parte de las instituciones del Estado. Es evidente, que debemos de preguntarnos ¿En qué país vivimos? ¿Qué democracia, si a esto se le puede llamar democracia,  han construido las elites dirigentes  en España? La democracia española es la propia de un país subdesarrollado. Una democracia en al que se producen importantes lagunas de no actuación del Estado propias de un Estado fallido.

La democracia Española se asemeja, de una forma encubierta,  a la de países como México, en los que el crimen organizado logra controlar totalmente zonas de su territorio. México, país hacia el que sectores de las elites dirigentes españolas sienten mucha simpatía, y en el que tienen importantes negocios. Por ejemplo, el expresidente Felipe González. A través de una artículo titulado “Trump: Los muros de su cerebro”, y publicado en el periódico El País, González manifestaba recientemente su preocupación por el hecho de que Estados Unidos,  pudiera entrar en decadencia debido a las políticas de Trump, políticas que criticaba sin ningún tipo de base argumentativa sólida. Curioso, González preocupado por la futura decadencia de Estados Unidos. Evidentemente, González obvia que Estados Unidos ya sufre una situación de decadencia, que se manifiesta en un empobrecimiento interno de amplios sectores sociales, que pierden poder adquisitivo y ven frustradas sus posibilidades de progreso. Decadencia, que se manifiesta en un incremento de la inseguridad y la conflictividad social. Decadencia, que ha favorecido la victoria de Trump. El pueblo americano ha puesto su esperanza en Trump, con la fe en que nuevas políticas,  distintas a las actuales, puedan devolver la grandeza a los Estados Unidos. González debería, como se suele decir, “No buscar la paja en el ojo ajeno, sino la viga en el propio”, pues de la actual decadencia que sufre  España, económica, social, política e institucional,  él, si es en cierta medida responsable. Cuando España era todavía una  dictadura militar, y las elites dirigentes españolas coqueteaban con todos menos con el bloque occidental. Coqueteaban con los satélites de la URSS, coqueteaban con los países no alineados, latinoamericanos, del mundo islámico, etc., Estados Unidos ya era una gran potencia económica, militar, tecnológica, cultural, y además, ejemplo de democracia para el resto del mundo. Trump, busca aplicar las políticas de antes para que Estados Unidos vuelva a ser lo que fue. Tal vez, González también desea que en España se vuelvan a aplicar las políticas de antes.

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