Jueces que denuncian haber sufrido presiones, como es el
caso de la juez Mercedes Alaya, por el caso de los ERE en Andalucía. Fiscales
que dicen no poder hacer su trabajo debido a que sufren presiones y, o, se lo
ordenan desde la cúpula del Ministerio Fiscal, como es el caso del ex fiscal
superior de la Región de Murcia, López Bernal, recientemente relevado. Situación
de la justicia española, de no poder actuar y hacer cumplir las leyes, insólita
en una democracia occidental, propia únicamente de la Italia de la época más
dura de la mafia, en la que esta lograba controlar a las elites políticas. Policías
que denuncian que informan de delitos y estos no son investigados, por ejemplo,
miembros de la UDEF que denunciaron que
no se investigaba al clan Pujol a pesar de que había indicios para ello, debido
a que en la Fiscalía existían órdenes para que así fuera. Informes policiales
que se emiten y difunden sin que nadie los firme, poniendo así en peligro instrucciones
judiciales abiertas, por ejemplo, los
relativos también al clan Pujol. Policías
que se reúnen de forma extraoficial con cargos públicos investigados, como fue
el caso del ex comisario Villarejo y el expresidente de la Comunidad de Madrid,
Ignacio González, no estando claro si la reunión se produjo porque Villarejo quería
chantajearle o por el contrario ayudarle, asunto ahora en el juzgado. Montajes
policiales como el realizado por agentes de la Guardia Civil en Alsasua.
Ministros que son grabados en su despacho, como fue el caso
del ex ministro de Interior, Fernández Díaz, y su reunión con el director de la
Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso. Sectores de trabajadores y
empresas que logran someter a chantaje al Estado, condicionando la aprobación de
leyes y logrando que el Estado les permita realizar su actividad en una situación
de privilegio, monopolística, de la que
no disfrutan otras empresas y trabajadores, es el caso de los estibadores. Funcionarios
del Banco de España que denuncian que dicha institución no tiene en cuenta sus
informes, e instituciones como la Comisión Nacional del Mercado de Valores que no cumplen con sus
obligaciones de control y supervisión, por ejemplo, en lo relativo a Bankia, lo
que permitió que dicha entidad saliera a bolsa con unas Cuentas Anuales que
reflejaban una situación contable falsa. Periodistas que denuncian que están siendo
objeto de intimidaciones por parte de miembros de Podemos, partido legal, de la
órbita del comunismo internacional. Macrojuicios, con años de instrucción, y
meses de juicio oral, para emitir sentencias ridículas, no entrando nadie en prisión, anulando de forma clara el
principio de igualdad ante la ley, como ha sido el juicio del caso Nóos, cuyo principal
acusado en vez de estar en la cárcel se encuentra en un país extranjero, Suiza,
viviendo a cuerpo de rey, no se sabe con qué dinero y poniendo que tipo de
sellos, tal vez, todavía de la Casa Real. Todo lo anterior está pasando en la
actual España.
Si a todo ello unimos,
que España es un país con una elevada inseguridad jurídica, en la que el Estado
no garantiza que se respecte lo firmado y se cumplan los contratos. Si a todo ello unimos, que España es un país en el que
se cometen flagrantes violaciones de los derechos humanos, en el que se tortura
y hay terrorismo de Estado, todo con total impunidad y complicidad por parte de
las instituciones del Estado. Es evidente, que debemos de preguntarnos ¿En qué país
vivimos? ¿Qué democracia, si a esto se le puede llamar democracia, han construido las elites dirigentes en España? La democracia española es la propia
de un país subdesarrollado. Una democracia en al que se producen importantes
lagunas de no actuación del Estado propias de un Estado fallido.
La democracia Española se asemeja, de una forma encubierta,
a la de países como México, en los que
el crimen organizado logra controlar totalmente zonas de su territorio. México, país hacia el que sectores de las elites dirigentes españolas sienten mucha simpatía,
y en el que tienen importantes negocios. Por ejemplo, el expresidente Felipe González.
A través de una artículo titulado “Trump: Los muros de su cerebro”, y publicado
en el periódico El País, González manifestaba recientemente su preocupación por
el hecho de que Estados Unidos, pudiera
entrar en decadencia debido a las políticas de Trump, políticas que criticaba
sin ningún tipo de base argumentativa sólida. Curioso, González preocupado por
la futura decadencia de Estados Unidos. Evidentemente, González obvia que
Estados Unidos ya sufre una situación de decadencia, que se manifiesta en un empobrecimiento
interno de amplios sectores sociales, que pierden poder adquisitivo y ven frustradas
sus posibilidades de progreso. Decadencia, que se manifiesta en un incremento
de la inseguridad y la conflictividad social. Decadencia, que ha favorecido la
victoria de Trump. El pueblo americano ha puesto su esperanza en Trump, con la
fe en que nuevas políticas, distintas a
las actuales, puedan devolver la grandeza a los Estados Unidos. González debería,
como se suele decir, “No buscar la paja en el ojo ajeno, sino la viga en el
propio”, pues de la actual decadencia que sufre España, económica, social, política e institucional,
él, si es en cierta medida responsable.
Cuando España era todavía una dictadura
militar, y las elites dirigentes españolas coqueteaban con todos menos con el
bloque occidental. Coqueteaban con los satélites de la URSS, coqueteaban con
los países no alineados, latinoamericanos, del mundo islámico, etc., Estados Unidos ya era una gran potencia económica,
militar, tecnológica, cultural, y además, ejemplo de democracia para el resto
del mundo. Trump, busca aplicar las políticas de antes para que Estados Unidos
vuelva a ser lo que fue. Tal vez, González también desea que en España se
vuelvan a aplicar las políticas de antes.
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