Los resultados electorales del
10-N confirman dos cosas. Primera, que el Centro
de Investigaciones Sociológicas (CIS) se equivocó en sus previsiones sobre intención
de voto, acercándose mucho más entes privados que se dedican a hacer similares
estudios con muchos menos medios. Segunda, que España vuelve a estar desunida
como no lo estaba desde Abril de 1931, cuando se proclamó la Segunda República.
La dividida España actual difícilmente va ser capaz de construir nada y mucho
menos de dar soluciones a los problemas de los ciudadanos. El PSOE, aunque ha
perdido en torno a 700.000 votos respecto al 20-A, ha vuelto a ganar las
elecciones pero lo tendrá todavía más difícil para poder investir a su
candidato, Pedro Sánchez, como
presidente. Importante resaltar que la abstención
ha sido del 30%. Es cierto que los que votaron en elecciones anteriores pueden
haberse abstenido el 10-N, habría que comprobarlo, pero ello da a entender que
el aumento del número de partidos no contribuye a disminuir la abstención, siendo
esta siempre de aproximadamente el 25%.
Las variaciones en los
resultados respecto a elecciones anteriores y especialmente respeto a las del 28-A, son totalmente ilógicas
y por tanto es muy difícil saber por qué los ciudadanos han cambiado el voto. Los
dos partidos emergentes que surgieron en el 2015, y que se decía que iban a
acabar con el bipartidismo han caído en votos. Ciudadanos ha pasado de 57
diputados a 10, convirtiéndose así en el principal perdedor; Unidas Podemos, ha
pasado de 42 a 35. Curiosamente la caída de estos dos partidos, de centro e izquierda,
no ha beneficiado al socialismo, lógicamente algunos votos habrán ido a la abstención,
pero los grandes beneficiados han sido el PP, que ha pasado de 66 diputados a
87 y Vox, que ha sido el ganador de las elecciones al haber logrado, la segunda
vez que se presenta a unas elecciones generales, obtener 52 diputados.
Ciudadanos ha sido el gran
perdedor de estas elecciones. De haber podido formar gobierno con el PSOE ha
pasado a la insignificancia de tener 10 diputados. Parece ser que los
ciudadanos no han valorado positivamente los mítines de Rivera en Alsasua
(Municipio de 7000 habitantes), ni su pacto con el PP en la Comunidad de
Madrid, donde ha perdido 5 diputados, ni
tampoco sus posicionamientos en la crisis catalana, donde ha pasado de 5 a 2
diputados; y sobre todo, que no apoyara la investidura de Sánchez, lo que
provoco que muchos de sus dirigentes que venían del socialismo abandonaran el
partido. Por el contrario el gran ganador ha sido Vox. El heredero ideológico
en España de aquellos que provocaron la Segunda Guerra Mundial, Nazismo y
Fascismo, la voz de los militares, un partido que solo conoce el lenguaje de
las hostias, un partido que considera la
democracia el gobierno de los débiles y que es partidario de la violencia como
principal instrumento de acceso al poder político, ha logrado en la España democrática
actual, 52 diputados, 3.639.113 votos (15,09% del escrutinio). Lo que estaba
ocurriendo en Francia con el Frente Nacional permitía prever que el rechazo mayoritario a que continúe
creciendo la islamización de Europa y a
la entrada descontrolada de inmigración ilegal del sur del Mediterráneo, inmigración
que no desean acoger las poblaciones de los territorios de destino,
iba a favorecer el crecimiento de la extrema derecha, el crecimiento de
partidos con ideologías similares a los regímenes totalitarios que provocaron
la IIGM, Nazismo y Fascismo, y así ha
sido. En el 2018, la Liga Norte gano las elecciones en Italia, logrando gobernar
con los comunistas del Movimiento 5 Estrellas durante aproximadamente un año;
ahora crece la extrema derecha en España, ya solo falta Alemania.
Otro dato a resaltar, es que
los partidos denominados independentistas, aquellos que le dieron una publica
patada a la baraja del juego democrático, haciendo una declaración unilateral
de independencia, y dicen no respetar
las decisiones de entes como el Tribunal Constitucional, máximo valedor de la
democracia española, también se han presentado a las elecciones generales. ERC,
JxCAT y CUP tendrán 23 escaños
en el próximo fraccionado Congreso de
los Diputados, un completo absurdo político. Un absurdo con el que los partidos
independentistas catalanes van a dificultar la gobernabilidad de España e
intentaran chantajear al partido que gobierne, como siempre con la falsa reivindicación
de independencia y en beneficio de intereses personales y partidistas que nada
tienen que ver con que Cataluña se convierta en un nuevo estado de Europa.
En lo que llevamos de siglo,
en la política española ha habido tres
claros puntos de inflexión. El primero, en
las elecciones de Marzo de 2011, en las que el PSOE perdió más de 3 millones de
votos. El segundo, en las elecciones de
Diciembre de 2015, con la entrada en política nacional de Ciudadanos y
Podemos y sus confluencias, obteniendo
40 y 69 escaños, respectivamente. Y el tercero, en las últimas elecciones, convirtiéndose Vox en la tercera fuerza política
del Congreso. Pedro Sánchez gano las elecciones, pero está claro que el PSOE de
Felipe González, o incluso el de la época Zapatero, no logra levantar cabeza,
no logra recuperar los 3 millones de votos que perdió en las elecciones de 2011,
incluso antes de surgieran los nuevos partidos, Ciudadanos, Podemos, Max País y
Vox. Lamentablemente, la gobernabilidad de España se ha complicado todavía más.
Lo que el PSOE no quiso darles a los comunistas, a Unidas Podemos, con 42
diputados es difícil que se lo quiera dar ahora con 35. Además, la cosa se ha
agravado con el vertiginoso crecimiento de Vox, pues sus 52 diputados le
permiten intentar entrar a formar parte de algún tipo de gobierno de coalición,
llevando España a épocas del pasado. Todo está abierto, todo es posible,
incluso el pacto
que proponía el expresidente Rodríguez Zapatero, PSOE, Unidas Podemos y Mas
País, pero con tal nivel de desunión política difícilmente será para que España
vaya a mejor.
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