Como es costumbre el Día de la Fiesta Nacional, celebración que no viene de una tradición histórica, sino que es algo más bien moderno, que fue establecida ya en democracia por el Gobierno de Felipe González en 1987, se ha celebrado hoy un desfile militar presidido por el Jefe del Estado, el rey Felipe VI. Un acto político-militar que no tiene otro fin que engrandecer la figura del Jefe del Estado, simbolizando la subordinación de todos los poderes del Estado al Rey, a la cabeza de la Casa Real de Borbón, hoy Felipe VI. Además, este año el Gobierno de España no ha querido escatimar en gastos y ha organizado un desfile destinado a enseñar lo mejor de las Fuerzas Armadas, su musculo militar, un musculo que nos puede impresionar a los civiles, pero que es muy menor al de otros socios de la NATO, lo que justifica que el Gobierno de Sánchez, haya incrementado el gasto militar para el 2023 en un 6,5%, en 15.000 millones de euros.
El
gasto de los países de la OTAN en defensa
Este tipo de actos militares, presididos por el Jefe del Estado, el rey Felipe VI, son utilizados de forma clara para escenificar algo que desde la clase política se suele querer negar o ignorar, que la Constitución Española establece que corresponde al Rey “El mando supremo de las Fuerzas Armadas”, algo aceptado y respectado a nivel nacional pero que no es aceptado en foros militares y organizaciones internacionales de democracias occidentales como, por ejemplo, la OTAN. Que las Fuerzas Armadas Española estén subordinadas ideológicamente a los monárquicos, con un elevado número de cuadros de mando que dan su lealtad al Rey, negándosela al Gobierno de España, crea en las Fuerzas Armadas una peligrosa bicefalia. Bicefalia que en un momento de crisis, en el que por ejemplo, desde la NATO se exija que los militares españoles que tengan que implicarse en una guerra, puede llevar a posicionamientos opuestos, es decir, generados por el hecho de que la Casa Real de Borbón, la Jefatura del Estado, tenga una posición contraria al Gobierno de España democráticamente elegido. La Monarquía es un claro anacronismo incompatible con un sistema político democrático, que la sociedad española tiene que aceptar, precisamente porque la Casa Real cuenta con el control y apoyo de las Fuerzas Armadas, pero en un momento como el actual, en el que no se sabe cómo evolucionara la guerra en Ucrania, si esta se extenderá o no al Este de Europa, la clase política española debería exigir al rey Felipe VI que ceda el mando supremo de las Fuerzas Armadas a quien esta democráticamente legitimado para ejercerlo, el presidente del Gobierno de España. Pues en caso contrario, podría ocurrir que las Fuerzas Armadas cayeran en una situación de crisis institucional como la que hoy se da en otro poder también controlado por la Monarquía, el Poder Judicial, anulando su capacidad de intervención, operativa, en beneficio de los intereses de España, que no son otros, que los del Gobierno democráticamente elegido.
Tener musculo militar, el de España impresiona a débiles
civiles e ignorantes en temas militares, pero muy menor al
de otros socios de la NATO, es importante, pero lo es tanto o incluso más
tener voluntad de vencer. En las Fuerzas Armadas Españolas se observa un
elevado envejecimiento de la tropa, de los soldados, algo que aumenta su experiencia
pero también desgasta su motivación y energía, o mejor dicho, el deseo de
utilizar sus energías. Pertenecer a las
Fuerzas Armadas en tiempo de paz, es muy diferente a hacerlo en tiempo de
guerra. En tiempo de paz llevar uniforme militar es muy elegante, muy ligón, y
todo eso, pero en tiempo de guerra se ponen a prueba no solo la vocación militar,
que te guste ejercer la profesión militar, sino también el espíritu militar, aceptar como propios
valores militares como el del sacrifico en defensa del resto de la sociedad. Lo
digo porque ya en recientes conflictos como el de Irak y Afganistán los
militares españoles han sido criticados por otros aliados de la NATO por evitar
implicarse en acciones de combate, llegándose a difundir que incluso habían
pagado para poder desplegar en una determinada zona o cruzar puntos de control
impuestos por aquellos a los que debían combatir. Las elites militares españolas,
seguramente como revancha por la falta de ayuda internacional en lo que se
conoce como el Desastre del
98, se negaron a actuar tanto en el Primera como en la Segunda Guerra Mundial,
lo que sin duda contribuyo a lastrar tanto el desarrollo democrático como económico de España. ¿Cuál es el nivel de
compromiso internacional, por ejemplo con la OTAN, de las actuales elites
militares españolas? Difícil saberlo. Por un lado, a través del general Julio Rodríguez,
ex –JEMAD, han ayudado a crear un partido como Podemos, hoy Unidas Podemos, representación
en España del comunismo internacional dirigido por Moscú, una partido cuyos
dirigentes hoy estaban en el desfile militar, pero que se autodefinen como
anti-NATO y prorrusos. Por el otro, numerosos exmilitares de alta graduación
son hoy dirigentes de Vox, un partido que es el heredero ideológico en España de aquellos que provocaron la
Segunda Guerra Mundial, nazismo alemán y fascismo italiano, también con claros vínculos
rusos, y cuya posición respecto a la OTAN no la dejan clara, seguramente porque
darla a conocer supondría que se les cerrara de forma inmediata la puerta de muchos
foros políticos internacionales. Lo único claro, es que en un conflicto internacional la posición de las
elites militares será la que marque los intereses y vínculos exteriores de la
Jefatura del Estado, de la Casa Real de Borbón, algo que muy probablemente no
sea beneficioso para el interés general, para el interés de la gran mayoría de la sociedad española.
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