En las últimas elecciones celebradas en Cataluña el pasado
27-S han bailado mucho, no solo algunos candidatos, sino también los votos,
tanto, que los resultados son de muy difícil interpretación. Aun así hay
algunas evidencias. La primera es que Convergencia Democrática de Cataluña
(CDC) sigue siendo con diferencia el partido político más votado y con más
poder en Cataluña, ello quiere decir que ningún proyecto político importante
puede llevarse adelante en Cataluña sin su apoyo. A pesar de ello Junts pel Si
no ha obtenido suficiente número de diputados como para poder Gobernar, necesitando
el apoyo de la CUP, o de otros. La segunda es el sorprendente crecimiento de Ciudadanos que ha obteniendo 25 escaños, pasando a ser la
segunda fuerza política catalana, posiblemente
atrayendo los sectores más liberales de la sociedad catalana, ex votantes de
partidos como el PSC, la casi desaparecida Unión Democrática de Cataluña, y de
sectores sociales que no solían votar a ninguna fuerza política. El PSC sigue
en caída, y el descalabro del Partido Popular ha sido total. Otra evidencia es
que la coalición de Podemos con ICV no ha dado buen resultado, obteniendo el
mismo número de diputados que el PP, 11, fallida coalición que posiblemente ha
favorecido el crecimiento de la CUP, que ha obtenido 10 diputados. Otra
evidencia es que en Cataluña se ha dado una constante que se viene dando en
todos los procesos electorales que se celebran en España desde las elecciones
europeas del 2014: allí donde baja en votos el Partido Popular crece Podemos.
Analizar los resultados de las elecciones del 27-S buscando
saber si han ganado los que están a favor del proceso independentista o no es
un sin sentido, una pérdida de tiempo. La construcción de un nuevo Estado no
puede depender de la decisión de unos
cuantos cientos de miles de votos. No nos engañemos, en las decisiones
importantes no todos los votos tienen el mismo valor. Una decisión de la
envergadura como la de declarar o no la independencia de un Estado es una decisión
que no le corresponde a los ciudadanos sino a los grupos de poder, a sus elites
dirigentes, es decir, a partidos políticos, grupos de poder factico, etc.
En un reciente artículo titulado “Españoles, a las urnas
cuanto antes” Juan Luis Cebrián, presidente de El País, decía “Los resultados
de estas elecciones pueden ser el anuncio de una crisis global de nuestro
sistema político”. El mapa político en Cataluña se ha fraccionado dificultando
la gobernabilidad, si ello se traslada a España en las próximas generales la
sociedad española se puede encontrar ante un escenario en el que ningún partido
logre el suficiente consenso para poder gobernar, o lo logre gracias a pactos
que representen un elevado coste para la sociedad. Los denominados partidos
emergentes, Ciudadanos y Podemos, al carecer de espacio ideológico en el mapa político
español, más que aportar soluciones a los problemas de España, están contribuyendo
a dificultar la gobernabilidad. Ambos partidos se parecen mucho, ninguno de los
dos tienen un proyecto claro, elaborado, para España, para solucionar los
problemas de los ciudadanos. Y ambos partidos basan su discurso en lo que
denominan la critica la vieja política, eso si no dicen en que consiste la
nueva. Podemos es un partido constituido por fracciones residuales del
comunismo internacional en España que está creciendo en votos gracias al apoyo
que recibe de corruptos sectores de la derecha española, afines al PP. Ciudadanos
por su parte es un partido de ideología liberal, un partido burgués, solo hay
que ojear el perfil de sus líderes, todos elegidos entre lo que se conoce como los niños de bien, cuyas propuestas políticas no están destinadas
a otra cosa que a reducir el tamaño del Estado y su gasto, algunas tan absurdas
y desestabilizadoras para España como la de anular el denominado Concierto Económico
del País Vasco.
Junts pel Si, ha logrado una gran victoria, pero no ha
obtenido el suficiente número de escaños como para Gobernar, su candidato Artur Mas necesita dos diputados de otra
fuerza política para poder ser investido presidente. La CUP, que se ha
declarado a favor de la independencia,
ha anunciado que no dará su apoyo a Mas. De esta forma todo se complica,
no solo el proyecto secesionista, sino también simplemente la formación de un
nuevo Gobierno para Cataluña. En mi opinión se abren cuatro posibles hipótesis.
Primera, Mas logra los suficientes apoyos para ser investido presidente y
continuar con el proyecto independentista, es decir, para hacer una declaración
unilateral de independencia. Dos, Mas es investido presidente pero con la condición
de que aparque a un lado el proyecto independentista. Tres, Junts pel Si acepta
formar Gobierno con otro candidato distinto a Mas, como le impone la CUP. Junts
pel Si podría formar Gobierno ya con otro candidato distinto a Mas, por
ejemplo, con Raül Romeva, pero las diferencias ideológicas entre Romera y
sectores de las elites de CDC son grandes, algunas infranqueables, y por tanto
CDC únicamente lo aceptaria para seguir con el proyecto independentista, en
caso contrario, en el caso de que Romera y sus apoyos no quisieran hacer una declaración
unilateral de independencia, la coalición Juts pel Si saltaría pronto por los aires. Es evidente que las elecciones del 27-S en vez
de disminuir han aumentado la incertidumbre en Cataluña dificultando la
gobernabilidad, dificultando no solo la evolución del proyecto secesionista sino
la solución de importantes problemas que preocupan a la sociedad catalana.
Las crisis políticas a veces son convenientes porque
aportan claridad al escenario político, dándose a conocer quien es realmente
aliado de quien. En mi opinión, como ciudadano español, la crisis de Cataluña está provocando mucho
sufrimiento, perdidas económicas (La deuda pública catalana está calificada
como bono basura), y problemas a los ciudadanos, y por tanto es urgente ya la
necesidad de claridad. En mi opinión, la evolución del escenario político catalán
solo tiene una alternativa posible y aceptable: Artur Mas debe lograr los
apoyos para ser investido presidente y dar un paso al frente, o debe retirarse
de la política, dejando paso a nuevos líderes y nuevas ideas, y lógicamente CDC
debe forzar la convocatoria de nuevas elecciones.
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