Sin saberse todavía si se podrá o no formar un nuevo Gobierno en Cataluña, si
releemos la historia de España comprobamos que hoy España, salvando las
distancias de carácter político, económico, social, tecnológico, y en conjunto
de desarrollo, que existen, vive una situación similar a la vivida en 1640,
cuando se produjo la denominada “Revuelta de los Catalanes”. En 1626 el
Conde-Duque de Olivares, valido de Felipe V, para hacer frente a las
obligaciones contraídas por la Monarquía de la Casa de Austria durante la
Guerra de los Treinta Años, presento el proyecto político denominado Unión de
Armas. Proyecto que consistía en que todos los Reinos, Estados y Señoríos de la
entonces denomina Monarquía Hispánica debían contribuir en hombres y en dinero
a su defensa, en proporción a su población y a su riqueza. Para el Principado de Cataluña dicho proyecto suponía,
entre otras cosas, aportar 16.000 hombres. Las elites catalanas se negaron,
dando lugar a la denominada Revuelta de los Catalanes, lo cual provoco la
guerra entre la Monarquía de la Casa de Austria y el Principado de Cataluña. El
resto de entes territoriales de la Monarquía
aceptaron la Unión de Armas, lo cual suponía, por ejemplo, para el Reino de
Valencia aportar 6000 hombres. Hoy las elites gobernantes de Cataluña también desean
romper sus compromisos con España, entre otras cosas alegando que entregan al
Estado español, mucho más de lo que reciben. De igual forma otras autonomías,
que también tienen una balanza fiscal respecto al Estado negativa, no desean
romper con el resto de España.
En el libro ¿Cataluña Independiente? de Xavier
Vidal-Folch, dice que en una encuesta en la que se preguntaba ¿Por qué ahora
se habla más de independencia y se cuestiona la relación entre Cataluña y el
resto de España? El 70,5% de los encuestados contesto que porque “La crisis económica
lo cuestiona todo”. En mi opinión, el independentismo ha crecido en Cataluña
por numerosas razones, identitarias, económicas, políticas, etc., pero principalmente
debido a dos. Primera, desde el 78 el poder económico de las elites dirigentes
catalanas ha crecido enormemente, extendiéndose por el resto de España. Pero en
cambio el poder de las elites dirigentes de otras regiones de España, o mejor
dicho por utilizar un concepto más de moda, el poder de las elites constitucionalistas,
no ha crecido en Cataluña. Un principio básico en política es el de “Si quieres
gobernar no busques crecer en votos sino en estructura, busca incrementar tu
poder e influencia en la sociedad y los votos vendrán luego solos”. Las elites
dirigentes constitucionalistas han ignorado dicho principio, han preferido
invertir en otras regiones de España o incluso en el extranjero antes que en
Cataluña, de tal forma que ninguno de
los partidos que ha gobernado España, Partido Popular y PSOE, han tenido, ni tienen hoy, suficiente apoyo
social para gobernar en Cataluña. La segunda razón es que las
elites dirigentes catalanas ven como mediante una abusiva utilización del
concepto de solidaridad territorial, con su dinero, se hacen ricas las elites
dirigentes de otras regiones de España y logran gobernar aplicando políticas que
representan un derroche de recursos públicos, derroche que hoy Cataluña debido
a la crisis no se puede permitir. Evidentemente, las elites dirigentes de otras
regiones de España como la Comunidad Valenciana, Baleares, etc., también en la
actualidad con fuertes problemas económicos
y con una balanza fiscal respecto a la Administración central negativa, no se
quejan, no se revelan porque, parafraseando a John Elliott, tienen fuertes
lazos con elites dirigentes de otras zonas de España.
Pocas veces en la historia de España un “No” había tenido
tantas e importantes consecuencias, como el que le dio el presidente Rajoy al
presidente Mas el 20 de Septiembre del 2012, cuando este le solicito un pacto fiscal
similar al Concierto Económico del País Vasco. Como consecuencia de ese “No”,
no sabemos qué hubiera pasado si el presidente Rajoy hubiera dicho “Si”, el
presidente Mas convoco nuevas elecciones en el 2012, anuncio la convocatoria de
un referéndum independentista, el cual luego acabo en una consulta el 9N del
2014, convoco unas elecciones plebiscitarias, y ahora España está pendiente de
que Más se atreva o no a hacer una declaración unilateral de independencia.
Cataluña representa en todos los aspectos, a groso modo, en torno al 20% del Estado español, e independientemente del método
que se utilice para calcular las denominas balanzas fiscales entre las autonomías
y la Administración central, independientemente de que la balanza fiscal de Cataluña
sea deficitaria en 16.000 millones de euros como dicen los expertos de la
Generalitat, o en 8.000 millones de euros como dicen los expertos del Gobierno de España, lo que está claro es que
Cataluña aporta al conjunto de España mucho más de lo que recibe. En mi modesta
opinión, de simple ciudadano Español que no es catalán y que no habla catalán ni
en público ni en privado, España necesita un sistema de financiación autonómica,
de redistribución interterritorial de los de recursos públicos, más justo y
equitativo. No puede ser que en regiones más pobres de España las elites
dirigentes, políticas, se permitan
lujos, derroches, que no se pueden permitir las elites políticas de regiones más
ricas, como por ejemplo, de Cataluña. Derroches que muchas veces solo tienen
por objetivo que dichas elites se puedan enriquecer para luego invertir en el
exterior o perpetuarse en el poder, no repercutiendo dicho gasto ni en mejorar
los servicios públicos ni en mejorar la calidad de vida para los ciudadanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario