Mañana,
el Consejo Europeo se reunirá para dar su visto bueno al acuerdo del Brexit,
que recogerá las condiciones para la salida de Reino Unido de la Unión Europa
(UE), prevista para Marzo de 2019. La semana pasada el Gobierno de Sánchez anuncio que por sorpresa se
había introducido un nuevo artículo, el 184, que podría afectar en el futuro, de
forma negativa, a las reivindicaciones españolas sobre la soberanía de Gibraltar,
pues abría la puerta a que el Gobierno británico
y la UE pudieran llegar a algún tipo de acuerdo sobre Gibraltar sin contar con
el Gobierno español. Debido a lo cual el presidente Sánchez dijo que no daría su
apoyo al acuerdo, y digo apoyo y no veto, pues la capacidad de veto de un
Estado miembro de la UE desapareció con la entrada en vigor del Tratado de
Lisboa, adoptándose las decisiones por mayoría
cualificada a partir del 2014. Esta tarde el presidente Sánchez ha
anunciado que ha llegado a un acuerdo
con la UE y el Gobierno May, de tal
forma que en el acuerdo del Brexit se incluirá un documento que garantizara que
las relaciones política, jurídica e incluso geográfica de Gibraltar con la UE deberán
ser fijadas teniendo en cuenta la posición de España.
Lo
ocurrido con el Brexit respecto a Gibraltar es, como mínimo, intrigante, por
dos razones. Primera, el Brexit se lleva negociando desde hace dos años, por lo
tanto parece poco lógico, y menos todavía conveniente para su aprobación, como
se ha dicho, que el acuerdo final se modificara una semana antes de ser firmado, y sin avisar
al Gobierno de España. Segunda, desde el anuncio del Brexit, en Junio del 2016, si bien es cierto que las
empresas españolas no han realizado grandes inversiones en Reino Unido, también
es cierto que no han realizado movimientos importantes para retirarse del país,
manteniendo en la actualidad una inversión acumulada de aproximadamente 50.000
millones de euros. Dicho volumen de inversiones es un indicador suficiente
de que las elites dirigentes españolas no tienen previsto a medio plazo
realizar ninguna acción reivindicativa relativa a la soberanía de Gibraltar que
pueda enturbiar las relaciones con ese país. Entonces, ¿Qué ha pasado? Da la impresión
de que hemos conocido una nueva cara del presidente Sánchez, la de peliculero, que
se suma a las de cínico y contradictorio, ya dadas a conocer en numerosas
ocasiones. El Gobierno de Sánchez ha creado una falsa crisis con el Gobierno de
la primera ministra May, para luego ofrecer una solución que no resuelve nada
en lo relativo a la situación de Gibraltar dentro de la UE. Es probable que Sánchez
y May hayan llegado a algún tipo de acuerdo, pero ese acuerdo se habra cerrado hace mucho y su contenido todavía no
se ha hecho público. Y Sánchez ha querido aprovechar la oportunidad, para
venderle a la opinión pública una película poco creíble, que solo contribuirá a
desacreditar todavía más su imagen política. Claro que si lo que se quiere es
una crisis, una verdadera crisis en Europa, todavía es posible si el Parlamento
británico vota no al acuerdo que mañana aprobara el Consejo Europeo. Entonces
lo que habrá no será ya una oportunidad sino una salida de Reino Unido sin
acuerdo, es decir, un Brexit muy duro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario