En los últimos días la Unión Europea ha tenido que volver a
enfrentarse con la dura realidad, el principal conflicto que afecto a
Europa a partir del final de la IIGM y
durante todo el siglo pasado, entre Rusia y Occidente, sigue vivo. La Caída del
Muro de Berlín, 1989, dando a conocer la enorme brecha económica y de calidad
de vida que existía entre la República Federal
de Alemania, y la parte alemana
que había quedado bajo control soviético, la Republica Democrática de Alemania;
la posterior desintegración de la URSS, disolviéndose el Pacto de Varsovia,
pasando muchos de los países que lo formaban a integrarse en la esfera
occidental, es decir, en la actual Unión Europea y la NATO; y el esfuerzo integrador que Europa occidental realizo con lo que se
conoció durante casi medio siglo como el Bloque comunista, impulsando la
globalización económica, abriendo las puertas a las inversiones de sus
dirigentes, muchos de los cuales se convirtieron en millonarios oligarcas al
desintegrarse la URSS, no ha llegado para que Rusia haya dejado de ser una
amenaza a la estabilidad y la paz en Europa, en este momento, utilizando el conflicto latente que mantiene
con Ucrania, pero ya desde hace años, a través de la guerra civil siria.
La actual crisis entre Ucrania y Rusia, es una clara
consecuencia de la equivocada política exterior que ha venido manteniendo la UE desde hace años,
buscando estrechar lazos empresariales
con las elites dirigentes rusas, abriéndoles las puertas a sus exportaciones e
inversiones a la vez que intervenía en asuntos políticos de sus áreas de
interés, áreas de interés como son el Cáucaso y Ucrania. La Revolución de las Rosas, en Georgia, y la
Revolución Naranja, en Ucrania, apoyadas desde la UE, fueron dos completos
fracasos, que solo contribuyeron a beneficiar los intereses de sectores de
las elites políticas de esos países,
algo lógico, si tenemos en cuenta la elevada clara influencia que todavía ejerce
Rusia sobre dos países que pertenecieron durante décadas al Bloque soviético.
Los experimentos en Georgia, acabaron con la Guerra de Osetia del Sur del 2008,
las repúblicas de Osetia del Sur y Abjasia, prorrusas, y que contaron con el
apoyo de las Fuerzas Armadas de Rusia, son hoy independientes, y el
expresidente Mijeil Saakashvili, líder de la Revolución de las Rosas, se
encuentra refugiado en Ucrania, acusado por el Gobierno de Georgia de crímenes
contra los derechos humanos. En Enero del 2004,
el candidato a presidente Víktor Yúschenko, denuncio fraude electoral favorable al candidato Víktor Yanukóvich, prorruso, provocando revueltas sociales que darían
lugar a la Revolución Naranja. Yúschenko, apoyado por la UE, fue considerado
ganador y nombrado presidente por decisión de la Suprema Corte de Ucrania. En
el 2014 volvería a pasar algo parecido. El presidente Víktor Yanukóvich, prorruso, y que
había ganado las elecciones en el 2010, se opuso a firmar el tratado de
asociación con la UE, y la oposición salió a la calle, teniendo lugar una serie de
manifestaciones y disturbios, liderados por grupos fascistas apoyados desde la
UE, dando lugar a lo que se denominó el Euromaidám. Como con la Revolución
Naranja, el Euromaidam favoreció los intereses de sectores de las elites
dirigentes. El presidente Víktor Yanukóvich dimitió, se convocaron elecciones, que ganaría el
actual presidente de Ucrania, Petró
Poroshenko, un millonario oligarca, y la ex primera ministra, Yulia Timosenko,
encarcelada por corrupción, quedaría en libertad, pero fue muy malo para el
país. Rusia provoco la desestabilización del este de Ucrania, en el que es
mayoría la población de origen ruso; se anexiono Crimea; las repúblicas de
Donetsk y Lugansk se han declarado independientes, y Ucrania está lejos de
poder ingresar en la UE, pues ni su economía ni su política reúnen las mínimas
condiciones necesarias.
Ucrania es una república exsoviética, un porcentaje
importante de su ejército todavía es prorruso. El Gobierno de Ucrania sabe qué
no tiene capacidad militar ni económica para enfrentarse a Rusia. Ucrania
depende energéticamente del gas ruso, el cual recibe a muy buen precio al
permitir que Rusia utilice los
gaseoductos que cruzan su territorio. El Gobierno de Ucrania no ha hecho nada
por recuperar, ya no Crimea, sino el
control de las repúblicas de Donetsk y Lugansk, que se declararon
independientes en el 2014, sería extraño que lo hiciera ahora. La declaración
de la ley marcial en el Este del país, es una acción más que nada simbólica.
Los militares rusos no suelen, por decirlo de alguna forma, amagar, han basado
siempre su táctica en concentración, choque, movimiento, sorpresa y rapidez,
por tanto, si tuvieran intención de invadir Ucrania ya lo hubieran hecho. ¿Por
qué, entonces, el Gobierno de Rusia ha provocado esta crisis, justo ahora, cerrando el acceso al mar de Azov? Da la
impresión de que frente a las últimas sanciones impuestas por Estados Unidos por el
asunto del ex espía
ruso Sergei Skripal, Rusia quiere enviar el mensaje de que puede
desestabilizar fácilmente el Este de Europa, y muy probablemente
busque también con ello hacer oír su voz
en las próximas elecciones presidenciales que tendrán lugar en marzo de 2019.
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