Después de 36 años de hegemonía
socialista, Andalucía ha entrado hoy, con un Parlamento muy fraccionado y de difícil
entendimiento, en un periodo de difícil gobernabilidad y alta incertidumbre política.
Si en el 2015, fue la izquierda la que se fracciono, con la entrada en el extracto
electoral andaluz de Podemos, esta vez, ha sido la derecha, con VOX. Contra
todo pronóstico, el partido de extrema derecha ha obtenido 12 diputados. El
otro gran ganador de estas elecciones ha sido Ciudadanos, que ha obtenido 21
diputados, 12 más que en el 2015. El resto de partidos se pueden considerar
perdedores. El PSOE, aunque sigue siendo la fuerza más votada, ha perdido 14
diputados. El PP, también ha bajado, perdiendo 7. Y la alianza entre Podemos e
IU da la impresión de que no ha dado resultado, como ya había ocurrido en las
elecciones generales, estos partidos obtienen juntos menos votos que presentándose
por separado, si antes sumaban 20 diputados, Adelante Andalucía se ha quedado
en 17. Si extrapolamos los resultados de las elecciones andaluzas al conjunto
de España, la conclusión está clara, España retrocede políticamente, con un
fraccionamiento del mapa político
similar al del 79.
Las encuestas sobre intención de
voto no se han cumplido en las elecciones al Parlamento de Andalucía. Además,
la caída de PSOE, PP y de la alianza Podemos-IU, dificulta mucho la interpretación
de los resultados. Sin conocer en que mesas electorales ha obtenido votos la
extrema derecha, VOX, es evidente, que a pesar de que le votaran todos los
electores que ha perdido el PP, algo bastante improbable, no hubieran sido
suficientes, este nuevo partido ha tenido también que coger votos o de la abstención
o de otros partidos. Pero, de los resultados se puede extraer una clara conclusión,
y es que las propuestas políticas de la izquierda no han convencido al
electorado andaluz, el bloque formado por PP, Ciudadanos y VOX, que en algunos
temas, como el de Cataluña o la inmigración, coinciden en sus posicionamientos,
ha ganado en unos 200.000 al bloque de izquierdas, PSOE y Adelante Andalucía. Si
el presidente Sánchez hubiera logrado una mayor entrada de inmigrantes en
territorio español, y especialmente en Andalucía,
seguramente con ello le hubiera dado un
clara victoria a VOX, claro que de aquí a las generales todavía le queda tiempo
de aplicar una política de inmigración favorable a la extrema derecha.
Andalucía va a entrar a partir
de ahora en una situación
de difícil gobernabilidad. Si en el 2015, Susana Díaz, que era vista como
una clara ganadora, lo tuvo difícil para gobernar, lográndolo gracias al apoyo
de Ciudadanos, ahora la situación todavía es peor. El PP y Ciudadanos, con 26 y
21 diputados respectivamente, ya han anunciado que sus respectivos candidatos
se presentaran a una futura investidura para presidente del Gobierno autonómico.
Ciudadanos es un partido político ideológicamente ambiguo. Últimamente se ha
autodefinido como un partido liberal, pero en las elecciones capta votos de
feudos tradicionalmente socialistas. Que su líder, Juan Marín, pueda ser
investido presidente siendo Ciudadanos la tercera fuerza política en votos es
una simple ilusión. Ciudadanos tendrá que decidir a quién le interesa más
arrimarse esta vez, si al PP o al PSOE, con vistas a próximas elecciones en otras
comunidades, y sobre todo, a las generales. En mi opinión, teniendo en cuenta afinidades ideológicas
e intereses electorales, se abren 3
escenarios posibles: Uno, que Susana Díaz vuelva a ser presidenta con un gobierno
de coalición PSOE-Ciudadanos; dos, que el PP logre formar gobierno, con Juanma
Moreno como presidente gracias a la abstención del PSOE y de Ciudadanos; y
tercera, y la más probable, que se repitan elecciones. Lo único claro, es que
la democracia en España cada día lo tiene más difícil.
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