Con ocasión de la celebración del
día internacional de la mujer, ayer los movimientos feministas españoles, como
en el 2018, volvieron a organizar una huelga general feminista y manifestaciones
en toda España, demostrando que tienen una elevada capacidad de movilización.
Como en ocasiones anteriores, se ha transmitido que el actual movimiento
feminista está muy politizado, en cuanto a los eslóganes, con reivindicaciones
que nada tienen que ver con los derechos de la mujer, que en el mejor de los
casos afectan a todos los ciudadanas sin distinción de sexo, o que son
claramente políticas. Lo que conduce a la pregunta de ¿Esta hoy el movimiento
feminista más fuerte que en otras épocas, o por el contrario su fuerza le
proviene de los partidos políticos y sindicatos que de forma clara lo lideran?
Si tenemos en cuenta que la movilización feminista del 2018 no se tradujo en
resultados, debemos de pensar que su fuerza no es propia, de las mujeres, sino
que le proviene de los partidos y sindicatos que lo utilizan, que
instrumentalizan y politizan la situación de la mujer en la sociedad actual, en beneficio de concretos intereses que nada
tienen que ver con aumentar o mejorar los derechos de las mujeres en España.
Seguramente, todavía en nuestra época hay mujeres que son objeto de algún
tipo de discriminación por razón de sexo, comportamientos consecuencia de siglos de tradición patriarcal es difícil
modificarlos de un día para otro, y por tanto es posible que en la sociedad contemporánea española todavía queden
secuelas de comportamientos machistas. Pero también es cierto, que si leemos el
Manifiesto 8-M
de 2019, se constata que el movimiento feminista español está claramente politizado, reivindicándose cosas
que nada tienen que ver con los derechos de las mujeres, y que en el mejor de
los casos afectan a todos los ciudadanos
independientemente del sexo, como pueden ser aquellas relacionadas con temas
como el de la vivienda, la salud, la educación, la laicidad, o la política migratoria.
O incluso son reivindicaciones de carácter puramente ideológico, como posicionamientos
antimilitaristas o relativos a asuntos del ámbito de la economía, como por
ejemplo, la alusión empresas transnacionales. La moda de la globalización está
haciendo que el movimiento feminista haga reivindicaciones totalmente descontextualizadas,
es decir, que haya colectivos de mujeres inmigrantes que vengan a aquí a
reivindicar derechos de los que son privadas en sus países de origen, o a
denunciar abusos de los que también son objeto en sus países de origen pero no
en España. Pero sin lugar a dudas, lo más contradictorio del movimiento
feminista es que este se apoye y deje liderar por unos partidos políticos y sindicatos que está
constatado que son de las organizaciones
más patriarcales y machistas de la España contemporánea.
En las sociedades occidentales
de nuestra época el rol de las mujeres ha cambiado no porque los hombres de hoy
seamos mejores que los de ayer, ni porque las mujeres hayan logrado dar forma a
eso que se denomina movimiento feminista, sino simplemente porque vivimos en
sociedades más civilizadas, en las que la violencia ha dejado de ser el
principal instrumento que rige las relaciones sociales, fundamentalmente en el
acceso al poder y a derechos, y en lo
relativo a la estratificación social. En el pasado, las sociedades evolucionaron hacia sistemas de
naturaleza patriarcal únicamente por una razón, porque en contextos violentos
la mujer era el eslabón más débil, y por tanto no se la consideraba idónea para
proteger el patrimonio familiar, liderar, decidir, o gobernar. Con el paso de
los siglos, ello se ha superado, las sociedades actuales se han dotado de
sistemas legales, que por lo menos en teoría, condenan y persiguen la
violencia, sin distinción de sexo, sin tener en cuenta si la víctima es una
hombre o una mujer. Se suele decir coloquialmente, “si te casas con alguien
porque le ha dado una paliza al marido de la vecina, luego, si te da a ti no te
quejes”. Quiero con todo ello decir, que cuando el movimiento feminista,
colectivos de mujeres, se apoyan y dejan acompañar de sectores políticos que
hacen de la violencia su principal instrumento de reivindicación, se equivocan,
pues en un contexto de violencia, seguramente, la mujer volvería a jugar el
mismo rol que en épocas pasadas.
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