Pedro Sánchez, es hoy
presidente de España porque a cambio del apoyo de las elites independentistas
catalanas a su investidura acepto abrir una mesa de negociación de igual a
igual entre el Gobierno de España y el Gobierno autonómico de Cataluña. Ayer
tuvo lugar la primera reunión, y como era de imaginar, su resultado fue frustrante
y desilusionante. Frustrante y desilusionante porque los dos principales líderes,
Sánchez y Torra, han querido transmitir a la opinión pública española que el
objetivo final era la mesa de dialogo, que el apoyo que Esquerra Republicana de
Cataluña dio al PSOE fue a cambio únicamente de sentarse a la mesa a hablar, algo
muy difícil de creer, pues nadie acepta una reunión política de transcendencia
sin previamente fijar objetivos a tratar, pero han querido mantener sus
objetivos en secreto. A las elites dirigentes españolas les gustan mucho las
mesas de los quirófanos, para cometer abusos y ajustar cuentas, si no es el
caso, sí no es lo que han querido escenificar, más les hubiera valido celebrar
una cena en vez de una reunión.
En el comunicado conjunto que
han emitido, el presidente Sánchez dice asumir que todo acuerdo tendrá lugar dentro del marco
de la seguridad jurídica, algo que hipócritamente también dice asumir el
presidente autonómico de Cataluña, Quim Torra, pues en la rueda de prensa
posterior a la reunión dijo que sigue defendiendo al autodeterminación de
Cataluña, algo que no parece que este dentro de la seguridad jurídica establecida
por las leyes vigentes. Está claro que, la seguridad jurídica a la que se refieren
Sánchez y Torra es la que les permita protegerse de la actuación de la justicia
española. Muy probablemente, la propia reunión ya sea ilegal. Pues está claro
que el presidente Sánchez le ha reconocido a las elites independentistas catalanas
una relación de
bilateralidad considerada por el Tribunal Constitucional como inconstitucional.
Pero Sánchez no es tonto, ni se cree Superman, y por tanto, no es pensable, ni mucho menos creíble, que Sánchez haya dado este paso sin contar
previamente con el apoyo de otros poderes del Estado, por ejemplo, de la Monarquía
y sus áreas de influencia, el Poder Judicial y las Fuerzas Armadas.
Con la Declaración Unilateral
de Independencia del 10 de octubre de 2017, sin materializarse esta en nada,
pero si dando lugar a duras actuaciones policiales y judiciales por parte del
Estado central, quedo claro que el proceso independentista no tiene recorrido, más
allá que en foros, como la reunión que ayer tuvo lugar en La Moncloa, en los
que se negocian cosas y se cierran acuerdos que no se hacen públicos, que nada tienen que ver con que Cataluña pueda
convertirse en un nuevo estado independiente y soberano. Pero sin duda, lo más preocupante
de todo esto es el apoyo del comunismo internacional, representado en España
por Unidas Podemos, y actualmente en el Gobierno, al proceso independentista ¿Qué
intereses tienen? Tal vez, utilizar
Cataluña para desestabilizar España y la Unión Europea, o tal vez, buscan
venganza porque la UE apoyara la disolución de la antigua Yugoslavia.
Sánchez y Torra han querido
vender a la opinión pública que la mesa era el objetivo, algo poco creíble. Esquerra
Republicana de Cataluña había dicho que esperaba a la reunión para ver si daba
su apoyo
o no al techo de gasto que se tiene que aprobar en el Congreso de los
Diputados y para lo que sus votos son imprescindibles. Hoy, ERC ha favorecido con su abstención la aprobación
del techo de gasto, está claro que la reunión de ayer tuvo más relevancia de la
se ha dado a conocer, el independentismo catalán está logrando objetivos, que
nada tienen que ver con que Cataluña pase a ser un nuevo estado independiente,
pero que cuando se mantienen ocultos es
por algo. Puede ser, porque no están dentro de la citada seguridad jurídica o porque
se teme que generaran rechazo en
sectores políticos y sociales no catalanes, o ambas cosas. Todo es cuestión de
esperar, futuras decisiones políticas acabaran revelando de forma clara la
relevancia de la reunión de ayer.
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