El presidente del Gobierno,
Pedro Sánchez, compareció ayer ante los medios de comunicación para explicar el papel del Gobierno ante la emergencia
sanitaria causada por el coronavirus o Covid-19. Su comparecencia se puede
resumir en “estamos ante un escenario muy dinámico, vendrán semanas difíciles
y se adoptaran medidas específicas de apoyo a la economía”. En las palabras del
presidente se observó un claro interés en no focalizar, buscando ocultar lo
evidente, que la amenaza del coronavirus surge en el Régimen comunista chino, y de ahí se
extendió al resto del mundo, llegando a Europa, principalmente, a través de
Italia. Según Sánchez, estamos ante una emergencia sanitaria global, que
requiere una solución global. Sánchez no quiso ayer tranquilizar a la opinión pública, sino únicamente
justificarse.
El coronavirus es hoy un
problema nacional, pero no debemos ignorar, lo más importante, que su origen está
en el Régimen comunista chino. Inexplicablemente, el coronavirus surgió en
Wuhan, China; inexplicablemente, de ahí se extendió a otras partes del mundo, extendiéndose
a través de Europa después de contagiar
severamente zonas del Norte de Italia. Inexplicablemente, llego a España, y
ahora de forma clara y explicable, se propaga a través de contagios nacionales.
Ha pasado ya más de un mes
desde que la Organización Mundial de Salud declarara la alerta
mundial por Covid-19, pero desde entonces no se ha dado al respecto
ninguna información nueva relevante sobre el virus y la enfermedad que provoca,
o no la tienen o la mantienen en total secreto. Por ejemplo, todavía no se ha
aclarado, o no lo han hecho público, si las personas que contraen el
coronavirus y padecen la enfermedad desarrollan inmunidad, estando protegidas a
partir de entonces, como sería lógico teniendo en cuenta cómo actúa el
organismo humano frente a otros virus similares, o no, algo muy fácil de comprobar. De eso nada
dijo ayer Sánchez.
China está hoy considerada la fábrica
del mundo; y parece ser que su Gobierno ha tomado conciencia de ello, han
pensado “Si nosotros paramos, para el mundo” y quieren utilizarlo como forma de
presión, principalmente, de las economías desarrolladas capitalistas
occidentales, cuyas empresas tienen en ese país sus centros de producción o su fabricación
final depende de productos importados de China. En la esfera internacional el Régimen
comunista chino es un actor complejo y preocupante. Durante las guerras de los
Balcanes, China en defensa del Gobierno de Belgrado amenazo con emprender
diferentes tipos de actuaciones contra los miembros de la NATO. A finales del 2002,
cuando en Naciones Unidas se debatía sobre si se debía realizar o no una intervención
militar contra el Régimen de Sadam Husein, inexplicablemente, surgió en China
la crisis sanitaria del SARS. Ahora, que se ha endurecido posición occidental
liderada por Estados Unidos frente a Irán, y que se han complicado, principalmente, las
relaciones comerciales entre China y países desarrollados occidentales, inexplicablemente,
surge un nuevos virus que afectara sobre todo a los países desarrollados
occidentales, no solo por la enfermedad que provoca sino por las consecuencias económicas
que se deriven de medidas adoptadas para contener su expansión.
Las medidas que se están
adoptando para contener la expansión del coronavirus son confusas y
contradictorias. La información que se da a conocer a la opinión pública es
incompleta y mayoritariamente repetitiva, cuando no, clara desinformación. Medidas
que ayer se consideraban erróneas, hoy se dice que son buenas y necesarias. Un
viejo refrán afirma “¿No quieres caldo? Pues toma tres tazas”. Mantuvieron las
fronteras abiertas con China, cuando todo aconsejaba cerrarlas, y el
coronavirus contagio de forma importante el Norte de Italia, y de ahí se extendió
a otros países de Europa. Italia, no ha cerrado, todavía, sus fronteras, pero a
nivel interno ha puesto en cuarentena a millones de personas, restringiendo de forma
importante la libertad de movimiento de los ciudadanos. No habrá vuelos con
Italia, creen que el coronavirus no es suficientemente inteligente para buscar vías
alternativas para llegar a España, por tren, a través de otros países. Todo de
chiste, un chiste que probablemente acabe en represión cuando el Gobierno
socialcomunista, que curiosamente hoy tenemos en España, y que de forma clara
es de la órbita del Régimen comunista chino, intente imponer obligaciones a los
ciudadanos en función de su rol en la sociedad.
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