Mientras el presidente Sánchez disfruta con su familia de
unas merecidas y excelentes vacaciones pagadas con los impuestos de todos los
españoles, muchos ciudadano sufren las consecuencias de la nueva normalidad
impuesta por el Gobierno y la situación sanitaria y económica de España no cesa
de empeorar. Con la nueva normalidad el presidente Sánchez ha permitido que
hasta el más insignificante cargo público, y me refiero a los alcaldes, se crea el sheriff del lugar; con derecho a
imponer confinamiento, con derecho a privar a ciudadanos del derechos
fundamental a la libre circulación; con
derecho a decidir qué actividades económicas se pueden realizar o no, etc.
Si algo califica la nueva normalidad es que se están
tomando decisiones políticas carentes de la más mínima racionalidad y
objetividad. Se ejerce un fuerte control sobre los españoles que se desplazan
utilizando medios de transporte públicos, pero en cambio, el control sobre
viajeros extranjeros que entran por los aeropuertos es mínimo e ineficaz, como
lo demuestra el hecho de que un
porcentaje de ellos luego hayan dado
positivo en coronavirus, y no se ejerce ningún control sobre temporeros
extranjeros, permitiendo que muchos de ellos contagiados circulen por el país
con total libertad. Un día deciden permitir
abrir actividades relacionadas con el ocio nocturno, al otro, imponen su cierra porque consideran que son un foco importante de
contagios.
La nueva normalidad definida por el Gobierno ha sido un
completo fracaso. Es cierto que con la nueva normalidad se ha devuelto a los
ciudadanos el disfrute de derechos fundamentales de los que habían sido
privados, de forma inconstitucional,
durante el estado de alarma, pero al mantener viva la amenaza del covid-19 la economía no se ha
recuperado, y España ha pasado a ser el país de Europa con mayor número de
casos por 100.000 habitantes (132,1 por 100.000 habitantes). Más de cien
países recomiendan no viajar a España; muchos imponen una cuarentena a los
ciudadanos que provengan de territorio español. Que la economía española no se
haya recuperado como era de esperar, entre otras cosas debido a la caída del
turismo y actividades relacionadas con el ocio, es muy grave. La deuda pública
se ha incrementado en junio en 32.087 millones de euros, un 6% respecto a junio
del año anterior, y el PIB sigue en caída libre. En el segundo trimestre el PIB
cayó un 18,5%. Y todo indica que la nueva normalidad no va a mejorar esos datos
sino a empeorarlos.
No deja de ser curioso que la inexplicable reescalada en número de contagiados por covid-19 que se ha producido en España desde el fin del estado de alarma, 21 de junio, haya coincidido con el anuncio por parte de laboratorios del Régimen comunista chino de que tienen ya una vacuna disponible para la venta ¿Coincidencia o algo más? es decir ¿Tiene ya planes el Gobierno socialcomunista de Sánchez para vacunar a la sociedad española, nada más y nada menos que con vacunas de producción comunista, en concreto, de producción china?. España es un país grande, geográficamente, pero el presidente Sánchez debería dejar a un lado sus delirios de grandeza, y asumir que la nueva normalidad ha fracaso. Sánchez debería dejar a un lado sus delirios de grandeza y asumir que las cuentas públicas españolas están en quiebra, y que el Gobierno no puede seguir derrochando dinero público para generar en la sociedad española conformismo y resignación ante lo que está pasando. Sánchez debería dejar a un lado sus delirios de grandeza, aceptar que el coronavirus es un traje demasiado caro para España y considerar que a España de esta situación no la va a sacar China y países de su órbita comunista y , sobre todo, considerar que no aceptaremos por las buenas que nos pongan una vacuna de producción china, si nos obligan, el Gobierno de España, habrá graves consecuencias. Fe, así ha sido siempre y así será.
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