El rey emérito Juna Carlos I hizo ayer público que dejara
de vivir en España, para fijar su residencia en algún país extranjero. Con un
estilo muy de capo, Juan Carlos I, aprovechando la tapadera que le daba que con
frecuencia visitaba el pueblo de Sanxenso, para practicar vela, cruzo
la frontera a Portugal, y desde Oporto voló a Santo Domingo, donde todavía
no está claro si fijara o no su residencia. Está claro, estamos ante otro escándalo sin precedentes en
la historia de España protagonizado por la Monarquía.
La persona en nombre de la cual jueces
y magistrados han administrado durante décadas justicia en España; la
persona que durante décadas ha presidido el acto de apertura del año judicial,
Juan Carlos I, resulta que ahora, cuando esa justicia que ha presidido y le ha rendido los máximos honores le investiga, huye
de ella, evitando dar explicaciones a sus actuales representantes y a la
sociedad por los delitos que presuntamente se le atribuyen, y que en su
comunicado dirigido al actual Jefe del Estado, el rey Felipe VI, en ningún
momento niega. Evidentemente, todo muy poco elegante, muy estilo capo, no
propio de alguien que ha ostentado el cargo con mayores honores de la sociedad
española, la Jefatura del Estado.
El rey emérito Juan Carlos I se le atribuyen numerosos
servicios a la patria, como instaurar la democracia, y tal vez sea así, en mi humilde opinión, de
simple ciudadano que no conoce las conversaciones secretas que se mantuvieron
en altos niveles de la política española de 1975, muerte del general Franco, a 1978,
aprobación de la Constitución, todos discutibles con argumentos conocidos. A
quien realmente hizo un gran servicio Juan Carlos I fue a su familia, la Casa
Real de Borbón, al logra recuperar para ella la Corona de España. Servicios
como el de frenar el asunto del 23-F, una de las mentiras más descaradas de la
historia de España. El 23-F fue una película, con la que se escenifico no de qué
lado estaba la Monarquía, que estaba claro, entre otras cosas debido a las
presiones internacionales, sino los militares. Con el 23-F los militares dieron
a conocer que apoyaban lo que estaba pasando en España, o sea, la Transición.
Con su comportamiento, el rey emérito Juan Carlos I ha dejado España a
la altura de lo que se conoce como una república bananera, país en el que suele
ser frecuente que sus gobernantes al
perder el poder huyan con lo robado para establecerse en un país extranjero. Está
claro, Santo Domingo no es, por
numerosas razones, niveles de seguridad y criminalidad, calidad del sistema
sanitario, etc, el lugar idóneo para retirarse un alto mandatario occidental de
82 años de edad. Si el rey emérito fija al final su residencia en Santo Domingo
es porque tiene importantes razones para hacerlo, como pueden ser disfrutar de
mayor libertad para hacer negocios y mover dinero, recibir visitas o viajar anónimamente.
El rey emérito Juan Carlos I pasara a la historia como ese deportista que después
de varios años de batir records y ganar medallas, se descubre que se había dopado,
y se las deben quitar, pues el único que tal vez las pueda merecer sea su médico. Saber estar,
no significa únicamente saber que cubierto usar a la mesa, sino también que se
debe o no comer. El rey emérito Juan Carlos I no ha sabido
estar a la altura del rol que la sociedad española le concedió a través de la Constitución
de 1978.
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