Como en la época de Cánovas y Sagasta la actual política
española se sustenta en la mentira. Desde hace tiempo es conocido y constatado
que la política española se caracteriza
por un elevado uso de lo que los
expertos denominan doble lenguaje, es decir, los partidos defienden de forma pública
unos posicionamientos, pero en la intimidad de los despachos, otros
completamente distintos. Ello origina que, excepto los principales dirigentes
de los partidos políticos, nadie sepa
que defienden realmente tanto en política
nacional como internacional. Lo que se traduce en un continuo defender hoy ante
los medios de comunicación y públicamente, una cosa y mañana adoptar una decisión
en un sentido completamente contrario.
Uso del doble lenguaje, un continuo mentir, al que recurre de
forma reiterada el Gobierno de Sánchez, el cual, por ejemplo, dice defender la Constitución de 1978, la
integridad de España, pero está gobernando gracias a contar con el apoyo de un
partido como Esquerra Republicana de Catalunya, que no hace mucho, formando parte de Junts pel Sí,
puso a España en una situación crítica,
sin precedentes en democracia, al apoyar
la declaración
unilateral de independencia realizada por entonces presidente del Gobierno autonómico
de Cataluña, Carles Puigdemont. Pero no es únicamente el Gobierno de España el
que miente. Recientemente Vox, la representación en España de aquellos que
provocaron la Segunda Guerra Mundial, Nazismo y Fascismo, se
ha abstenido en una votación en el Congreso de los Diputados para que el
Gobierno socialcomunista de Sánchez pudiera sacar adelante la ley que va a
regular los fondos europeos que llegaran a España para apoyar y modernizar a
los sectores económicos daños por la epidemia causada por el covid-19. Vox,
teniendo en sus manos derribar el actual Gobierno de coalición de Sánchez, opto
por darle oxígeno, algo difícil de entender, y solo explicable en el elevado y
constatado interés de sectores de la derecha española por apoyar que Podemos
este en el Gobierno de España.
Pero no solo a través de doble lenguaje se intenta
manipular, descaradamente los partidos políticos recurren a otras fórmulas. Por
ejemplo, justificar el presente
reescribiendo el pasado. Es lo que ha hecho hoy el presidente Sánchez en el
Congreso de los Diputados al responder a la pregunta del líder de la oposición,
Pablo Casado, de ¿Cuándo va a cesar a su
Vicepresidente Segundo del Gobierno?, ha intentado justificar la presencia de
los comunistas en el Gobierno por su aportación a la restauración de la democracia
en España. Todos conocemos el pasado. Los comunistas no han contribuido a
restaurar la democracia en ningún país del mundo. En España tampoco. En el 78
el comunismo español estaba totalmente alineado con la Unión Soviética, era de
conocimiento público que recibía financiación, apoyo y órdenes desde Moscú. En
plena Guerra Fría la legalización del Partido Comunista Español, de donde surge
de forma indirecta y clara Podemos, se debió principalmente a intereses de la dictadura
militar de Franco y de la Monarquía. Aislada España durante décadas de la Europa occidental y democrática,
muchos de sus dirigentes estrecharon vínculos con países de la órbita de la Unión
Soviética. Recordemos, que entonces tanto el presidente del Gobierno, Adolfo Suarez, nombrado por la Casa Real, por
el rey Juan Carlos I, como el líder de los comunistas, Santiago Carrillo, defendían
una total oposición a la entrada de España en la OTAN. No solo eso, en política
internacional, Unidas Podemos sigue hoy defendiendo posicionamientos totalmente
alineados con Moscú y demás países de su actual orbita, con otro colorido, pero
en lo profundo ideológicamente similar a la de la Unión Soviética.
La presencia de Podemos en el Gobierno de España es
incomoda. Es incómoda para el presidente Sánchez, que ha permitido su entrada
pero ha impedido que sus dirigentes se hagan cargo de ministerios con visibilidad
y presencia internacional, es decir, defensa, justicia, interior, economía y exteriores. Y
es incómodo para la derecha, porque claro, en la Unión Europea se preguntaran,
lo mismo que nos preguntamos muchos españoles, ¿Cómo es posible que haya sectores
de la derecha España que apoyen a Podemos? ¿Cómo es posible que entes como el Grupo Planeta, monárquico y muy
vinculado a la Conferencia Episcopal Española apoye a Podemos? ¿Cómo es posible
que un ex JEMAD de unas Fuerzas Armadas mayoritariamente monárquicas y de un
Estado miembro de la NATO, sea un alto dirigente de Podemos, partido que se
declara públicamente anti-Nato, antioccidental, y prorruso? Lógicamente aquí
alguien está haciendo mucha caja gracias a las relaciones exteriores de Podemos.
Es extraño que sectores monárquicos de la derecha española apoyen a Podemos,
pero todavía lo es más que este partido logre las simpatías de un partido
nacionalista como Bildu, a no ser claro que sus actuales dirigentes sean los de
la conocida operación Ogro, operación atribuida a ETA, pero decidida y
planificada desde las instituciones del Estado por los que entonces gobernaban
España, y es que no es lo mismo estar dormido que durmiendo, como no lo es lo
mismo estar jodido que jodiendo.
Como bien dice el vicepresidente comunista del Gobierno de España, Pablo Iglesias, “no hay una situación de plena normalidad política y democrática en España”, uno se da cuenta cada vez que intenta dar un paso. España es un país en él se ejerce una elevada represión policial y judicial, y en el que se cometen flagrantes y sistemáticas violaciones de los derechos humanos. Un país en el que el sistema sanitario es utilizado por las elites dirigentes para cometer de forma sutil abusos. Pero además, en España la normalidad democrática ha saltado por los aires desde el momento que Podemos se presentó ante los medios de comunicación, después de las elecciones generales del 2015 y apoyado por las Fuerzas Armadas, por unas Fuerzas Armadas que han tenido a la sociedad española privada de derechos casi 40 años, representadas por el general Julio Rodríguez, ex JEMAD, exigiendo la mitad. Pidiendo la mitad, nada más y nada menos, que del Gobierno de España, mitad que le ha dado el presidente Sánchez. Sí, sí, en España se hace una política basada en la mentira y la reescritura del pasado. Pero no pasa nada, bueno, excepto que la economía española se hunde y la deuda pública y el desempleo se disparan.
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