Un viejo dicho afirma que las malas hierbas siempre vuelven a crecer en los mismos sitios, y se acaba de cumplir en Italia. El fascismo ha vuelto a resurgir con fuerza en Italia. Hermanos de Italia, un partido calificado por la gran mayoría de los analistas políticos occidentales como posfascista, un eufemismo utilizado para de forma suave calificar a los partidos políticos que defienden las mismas ideas que las defendidas en la Italia fascista de Mussolini, ha ganado las elecciones generales italianas con el 26,08% de los votos. Hermanos de Italia se presentó a las elecciones en coalición con los otros dos partidos que forman parte del espectro de la derecha política Italiana, Liga Norte y Forza Italia, logrando el 44% de los votos, lo que les permite alcanzar la mayoría absoluta, es decir, los votos necesarios para formar gobierno. Antes de las elecciones, tanto Silvio Berlusconi, líder de Forza Italia, como Matteo Salvini, líder de la Liga Norte, han manifestado su apoyo a la líder de Hermanos de Italia, Giorgia Meloni. La única duda ahora es si sus diputados también estarán de acuerdo en dejar a Italia en manos de un partido fascista, con lo que ello puede suponer a nivel de relaciones internacionales, u opondrán algún tipo de resistencia, no dándole su apoyo a Meloni para que forme Gobierno.
Durante las últimas décadas, la política italiana se
había caracterizado por una elevada
inestabilidad causada por un elevado fraccionamiento del mapa político, pero
siempre aguantado en el centro del espectro, gobernando partidos del centro
derecha o de centro izquierda. Pero a partir de la victoria del Movimiento 5
Estrellas en el 2018, un partido, que al
igual que Unidas Podemos en España, es un satélite del comunismo internacional
prorruso, camuflado bajo el paraguas del
eufemismo del populismo, la política italiana ha entrado en una dinámica de
oscilaciones pendulares, dando ayer la victoria a un partido de extrema derecha
y fascista, Hermanos de Italia. Anne Applebaum, en su libro El ocaso de la democracia
(2021), manifiesta su preocupación sobre el crecimiento de una tendencia al
autoritarismo en muchas democracias occidentales. Aunque la autora se refiere
principalmente a la evolución de la política en Polonia y Hungría, y se basa en
vivencias personales más que un estudio profundo, sí hace algunas reflexiones
importantes sobre la salud de las democracias occidentales. Hay una tendencia
al autoritarismo que se manifiesta en el deseo de gobernantes de anular la
independencia del poder judicial y limitar la libertad de prensa controlando
los medios de comunicación, todo ello dirigido a un único objetivo, crear un
régimen unipartidista debilitando, sino anulando, la competencia democrática. Gobernantes, que
cuentan en países como Polonia, Hungría, y ahora Italia, con un importante respaldo social. Aunque
Applebaum, acepta que ese respaldo social se puede deber a que los ciudadanos
perciban que no hay suficientemente movilidad social entre las elites
políticas, atribuye su fuerte apoyo social a la difusión de teorías
conspiranoicas, fake news y la utilización de nuevas tecnologías de la
comunicación, especialmente las redes sociales. La autora critica esa tendencia
al autoritarismo, que busca debilitar el funcionamiento de la democracia,
considerándolo algo muy negativo y preocupante, pero no hace ninguna crítica a
lo que se conoce como el establishment, a la casta política, a los partidos
políticos y las familias que llevan
gobernando las democracias occidentales, en algunos casos desde hace más de 50
años, pues algún tipo de responsabilidad también tendrán en lo que está
pasando.
Europa ha vuelto ideológicamente al pasado siglo, con
partidos políticos de ideología comunista y fascista con posibilidades de
gobernar. La victoria de Hermanos de Italia
se asemeja mucho a cuando Mussolini logro hacerse con el Gobierno de
Italia gracias a contar con el apoyo de la Monarquía, impidiendo el rey Víctor
Manuel III que el Ejército italiano
interviniera para frenar la
Marcha sobre Roma de los camisas negras de Mussolini, que amenazaban con
tomar el poder por la violencia. Ahora ha sucedido algo parecido, los partidos
políticos de derechas han dado el liderazgo a Hermanos de Italia, con una
líder, Giorgia
Meloni, que lleva desde los 15 años en política, de perfil muy bajo, su cargo más importante ha sido la de ministra
de la Juventud en el Gobierno de
Berlusconi, lógicamente ha logrado manejar muy bien a la juventud.
E triunfo de gobernantes autoritarios y en concreto del
fascismo en Italia, en mi modesta opinión tiene dos principales causas. En
primer lugar, el crecimiento del comunismo. Que entren en política, llegando a
gobernar, como es el caso del Movimiento 5 Estrellas, partidos con ideas políticas que son minoritarias
en la sociedad. Que defienden cosas como la cultura okupa, el incremento de la
multiculturalidad o la violencia como forma de reivindicación ciudadana, cuando
no de chantaje político. Además, el crecimiento del comunismo es la
justificación para que algunos sectores políticos pierdan el pudor a defender
públicamente su ideología fascista o dar
su apoyo a grupos claramente fascistas. En segundo lugar, unos partidos
políticos que han gobernado los últimos 25 años totalmente de espaldas a los
ciudadanos, sin hacer caso a sus reivindicaciones y aplicando políticas
destinadas a defender los derechos e intereses de minorías. Una de esas
políticas, es de forma clara la política migratoria. Principalmente, ciudadanos
pertenecientes a sectores humildes de la sociedad, no los que se relacionan con
el establishment, están dando su voto a partidos que consideran que la
inmigración es un problema. Que sufren las negativas consecuencias de la
entrada masiva de inmigración o refugiados. Consecuencias que desde el
establishment son consideradas fake news, pero que están ahí. Los ciudadanos
perciben que la entrada de inmigrantes-refugiados dificulta su acceso a un
empleo, a una vivienda o a ayudas sociales; contribuye a bajar los salarios, ya
que los trabajadores inmigrantes aceptan realizar el mismo trabajo que un
nacional por un menor salario; y contribuyen a incrementar la inseguridad y la
conflictividad social. Se suele decir,
que no es así porque el porcentaje de población inmigrante es relativamente
pequeño respecto al total de población nacional. Lógicamente, se omiten dos
datos. Uno, que los ciudadanos nacionales ven como población inmigrante no solo
a los recién llegados sino a todo aquel que tiene una cultura distinta a la
suya, aunque haya nacido en el país o lleve años residiendo en él. Dos, que la
población inmigrante tiende a la concentración en barrios de grandes ciudades,
compitiendo con los nacionales por empleos, servicios públicos, vivienda, etc.
Los extremos políticos siempre se retroalimentan, y
a veces también se apoyan. El Movimiento 5 Estrellas, al ganar las
elecciones del 2018, logro gobernar por primera vez en Italia en coalición con la Liga Norte, partido que hasta
ahora lideraba el fascismo italiano, y que ahora apoya a Hermanos de Italia. La
victoria del fascismo en Italia da a entender que la sociedad italiana, y en
concreto sus elites dirigentes, nada han aprendido del pasado. Ahora está por
ver, cuál será la reacción de Bruselas, de la UE. La UE acepto en Italia un
Gobierno de comunistas y fascistas, un Gobierno de coalición de M5E y la Liga
Norte ¿Aceptara ahora uno totalmente controlado por el fascismo?
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