Cada año, en la democracia española tienen lugar tres celebraciones, la Pascua Militar, el 6 de enero, el día de las Fuerzas Armadas, el sábado más próximo al 30 de mayo, y el día de la Hispanidad, el 12 de octubre, con un claro y concreto significado antidemocrático, escenificar el poder y control que la Corona ejerce sobre las Fuerzas Armadas. En las tres celebraciones tienen lugar actos militares en los que el rey Felipe VI se presenta a la sociedad como su mando supremo, por encima del presidente del Gobierno de España democráticamente elegido. Cargo que le otorga la Constitución de 1978 en su Título II y que el pueblo español tuvo que aceptar como condición para restaurar la democracia, en un paquete constitucional que se vio obligado a votar de forma conjunta en el referéndum del 6 de diciembre de 1978.
Que la
monarquía es un anacronismo incompatible con los principales principios democráticos, es algo
a todas luces indiscutible. Por ejemplo, la monarquía defiende, férreamente,
una estratificación social basada en el origen familiar, un principio
claramente antidemocrático, impidiendo de diferentes formas, unas sutiles otras
no tanto, que funcione lo que se conoce como el ascensor social, una movilidad
social vertical basada en los méritos y
esfuerzo de los ciudadanos. No es opinión, es un hecho, que el general Franco nombrara
el 6 de julio de 1969 como sucesor a la Casa Real de Borbón en la figura de
Juan Carlos I, da a entender que la
Guerra Civil fue provocada por los monárquicos, contando con el apoyo de
amplios sectores de las elites militares, para restaurar en el poder a los
Borbón. Por lo tanto, no es de extrañar este tipo de actos, pues además de
escenificar el Rey el poder que ejerce
sobre las Fuerzas Armadas también es una forma de agradecer a las elites
militares el rol que le concedieron en
la sociedad española, como jefe del Estado, cargo que hoy no ostentaría si no
contara con el control y apoyo de las actuales elites militares. Porque los
Borbón no gobiernan por la gracia de Dios, gobiernan por la gracia de los
militares y de la Conferencia Episcopal Española.
Como suele
ser habitual, la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha hecho el típico
discurso. Recordando a los fallecidos, alabando la participación de militares
españoles en operaciones en el exterior, etc. Eso sí, omitiendo que desde el
desastre del 98 España se ha negado a entrar en guerra con alianzas militares extranjeras, porque las
elites dirigentes monárquicas todavía hoy consideran una traición de las grandes potencias
europeas que no le dieran apoyo en el conflicto con los Estados Unidos. Como
no, también ha hecho alusión a la participación de efectivos militares en
trabajos de apoyo y reconstrucción a los territorios afectados por la dana que
recientemente ha golpeado a la Comunidad Valenciana. Lógicamente, no ha hecho
alusión a aspectos negativos, conocidos por toda la sociedad, como que una de las preguntas que más sonó en
las calles de las zonas afectadas por la dana fue la de ¿dónde
está el Ejército?, debido a lo que tardaron en enviar los necesarios
efectivos, aunque disponían de ellos. Tanto el general jefe de la Unidad
Militar de Emergencias, Javier Marcos, como ellas misma se disculparon
responsabilizando de ello a la Generalitat Valenciana. El general Marcos, no
cortándose un pelo, llego a afirmar ante
los medios de comunicación el absurdo de que pudo disponer de 1000 efectivos,
pero no actuaron porque no logro la autorización de la Generalitat. Y la
ministra Robles declaro que no se enviaron antes más efectivos porque el presidente
Mazón no los solicito. La realidad, es que por la razón que fuese, la
desconozco, el Ministerio de Defensa no dio la ayuda que podía y era de esperar
a las poblaciones de las zonas afectadas por la dana. Eso sí, comparto con la
ministra Robles que las actuales elites militares no quieren protagonismo. No,
no quieren protagonismo, la represión, los abusos, el terrorismo de Estado, los
comenten de forma sutil, en muchas ocasiones recurriendo al apoyo de población
civil afín, que controlan.
Sin duda,
hablar de la Monarquía es hablar de las elites militares, es hablar no solo de
las Fuerzas Armadas sino también de los
sucedáneos que controlan, como las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del
Estado y los espías del CNI. Las actuales elites miliares no son las del 78.
Con su entrada en política apoyando la creación y crecimiento de partidos
políticos como Podemos, un partido de ideología comunista prorruso, hoy
formando parte del Gobierno como Sumar, y Vox, un partido integrado en el fascismo europeo prorruso, vuelven a ser una
amenaza para los derechos de muchos ciudadanos y para la democracia. Debido al
poder que ejercen los militares en la sociedad y contando con la clara e
inexplicable complicidad del Gobierno de Sánchez, España ha evolucionado hasta
convertirse en un Estado similar a la disuelta República Democrática Alemana,
un Estado tirantico, represor, un país integrado en la OTAN, pero con los comunistas en el Gobierno de forma clara alineado con Rusia y sus aliados. Pascual militar ¿qué celebran? La
represión que ejercen sobre el pueblo.
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