Recién llegado a la Casa Blanca, no ha transcurrido todavía un mes desde su toma de posesión, pero el presidente Donald Trump ya ha cogido las riendas del conflicto en Ucrania, anunciando que ha acordado a través de una conferencia telefónica mantenida con el presidente del Gobierno ruso, Vladímir Putin, abrir negociaciones para poner fin a la guerra. Según el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, la propuesta de acuerdo de paz de Trump estaría basada en que el Gobierno ucraniano renunciara a recuperar los territorios ocupados por Rusia y a entrar en la OTAN. Parece ser, que Trump y su entorno siguen manteniendo fuertes vínculos con el Gobierno ruso, denunciados en el Informe Mueller, y que provoco que muchos de sus asesores fueran condenados a cárcel por la justicia estadounidense.
Estados Unidos no puede acercarse a Rusia, a la vez que considera que China es una amenaza, no solo para su economía, imponiendo aranceles a sus exportaciones, sino también militar, como la califica el Pentágono. ¿Qué busca Trump acercándose al Gobierno de Putin? ¿Está siendo chantajeado por el Gobierno ruso, como se dijo en el pasado? ¿Está motivado por intereses económicos de empresas de gente de su entorno? ¿O simplemente quiere apretar a una Unión Europea poco leal, recordemos, por ejemplo, lo ocurrido durante la Guerra de Irak de 2003, apoyando los intereses de Rusia en Europa del Este?
Sí repasamos la historia, constatamos fácilmente que hacer concesiones a gobernantes que quieren saciar su apetito expansionista recurriendo al intervencionismo militar, nunca dio buen resultado. La Política de apaciguamiento impulsada en el pasado siglo por el primer ministro de Reino Unido, Neville Chamberlain, permitió el fortalecimiento de la Alemania Nazi, conduciendo a los dramáticos sucesos de la Segunda Guerra Mundial; Las concesiones del presiente Delano Roosevelt a la Unión Soviética en la Conferencia de Yalta supusieron el primer paso que permitiría que al acabar la IIGM, se anexionara durante décadas Polonia, Alemania Oriental, Bulgaria, Checoslovaquia y Hungría, llevando a la Guerra Fría. Trump parece caer en el mismo error. Sin duda, el aparente acercamiento de la Administración Trump al Gobierno ruso se explica en unas elites dirigentes muy avariciosas, que ven en negocios con millonarios oligarcas rusos, que controlan la explotación de productos energéticos de su país, una forma rápida y fácil de enriquecimiento, pero también está motivada en una UE que desde 1992 ha buscado estrechar lazos con Rusia, China, y sus aliados, es decir el bloque BRICS, en contra de los intereses de Estados Unidos.
En política el doble lenguaje es peligroso, porque puede llegar un momento que no se sepa que posición es realmente la que se defiende, dando lugar a la ruptura de alianzas. La UE ha mantenido durante décadas un claro doble lenguaje. En la OTAN sus miembros aceptaban calificar a Rusia y sus aliados como una amenaza para al estabilidad y la seguridad, pero luego mantenían con sus elites dirigentes estrechas relaciones comerciales y dejaban que partidos políticos pertenecientes al comunismo internacional controlado por Rusia y China, crecieran y entraran en sus instituciones. Ahora, Estados Unidos se acerca a Rusia y en Bruselas suenan todo tipo de alarmas. Por ejemplo, no deja de ser cínico, que el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, se oponga a un acuerdo de paz en el que se hagan concesiones a Rusia, cuando pertenece a un Gobierno en el que el PSOE gobierna en coalición con Sumar, un partido de ideológica comunista prorruso.
Durante décadas, desde la Unión
Europea se defendido una política favorable a alimentar al león ruso, confiando
que este no podría salir de la jaula porque lo mantiene a raya el domador,
Estados Unidos. Pero Estados Unidos parece ser partidario de dejar suelto al león,
y las democracias europeas, recordando el pasado, ven en ello, según la opinión
de un humilde ciudadano europeo, un elevado riesgo. Trump llego a la Casa Blanca
exigiendo a los miembros de la NATO que suban
su gasto en Defensa al 5% del PIB; la economía rusa está en declive, pero el Gobierno
ruso ha realizado un gasto en Defensa sin precedentes desde el final de la
Guerra Fría, evidentemente, no son indicadores que hagan presagiar que la paz
mundial está cerca, sino todo lo contrario, que los analistas prevén fuertes
conflictos armados, y Europa del Este vuelve a ser una zona de alta
probabilidad de guerra a corto plazo.
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