martes, 11 de octubre de 2016

TARJETAS BLACK, UN CASO MÁS QUE DESACREDITA EL FUNCIONAMIENTO DEL ESTADO.

Desde el pasado 26 de Septiembre la Audiencia Nacional juzga el asunto de las Tarjetas Black de Caja Madrid-Bankia. La Fiscalía Anticorrupción acusa a 65 ex consejeros y directivos de Caja Madrid, luego convertida en Bankia, de apropiación indebida de 12 millones de euros, realizada utilizando dichas tarjetas. En principio, al producirse el robo en un periodo largo de tiempo desde el 2003, y por el importe del mismo, puede parecer un asunto menor, pero no lo es. No lo es, porque da a conocer que personas pertenecientes a la cúpula de las elites dirigentes del Estado español robaban con total impunidad. No lo es,  porque da a conocer que personas a las que se les reconocía un determinado prestigio en la sociedad española eran unos simples chorizos insaciables, poco leales con los intereses de la empresa que debían haber defendido.  El asunto de las Tarjetas Black es un escándalo que da a conocer la baja calidad de la democracia española, desacreditando el funcionamiento de importantes instituciones del Estado, Hacienda, el Gobierno Autonómico de Madrid, incluso a la propia Fiscalía Anticorrupción, la cual se enteró por  casualidad de la existencia de dichas tarjetas.

Al hablar del asunto de las Tarjetas Black creo que es conveniente comenzar por la forma como se dio a conocer a la opinión publica, teniendo que investigarlo la Fiscalía Anticorrupción. El asunto se conoce porque investigado por la policía  por otro asunto el ex presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa,  le pillan un correo que dirigía el Secretario de Caja Madrid, Enrique de la Torre,  a su sucesor en el cargo, Jesús Rodrigo Fernández, del que debía tener conocimiento el entonces presidente de la entidad, Miguel Blesa. En dicho correo,  De la Torre reconoce la existencia de las Tarjetas Black. Cuando los medios de comunicación hicieron público  dicho correo  el Estado, en concreto, la Fiscalía Anticorrupción, no tuvo más remedio que investigar el asunto, investigar un robo que habían estado cometiendo durante años, con total impunidad, personajes pertenecientes a las elites dirigentes españolas, políticas, empresariales, sindicales, etc. El asunto incluso salpica a la Jefatura del Estado, al estar procesado el exjefe de la Casa Real, Rafael Spottorno.

Si el asunto de las Tarjetas Black hubiera tenido lugar en una empresa privada, no dejaría de ser anecdótico e incluso gracioso. Pues no deja de ser gracioso que personas de alto poder adquisitivo hayan recurrido  a un proceso como este para incrementar sus ingresos, robando a la empresa y defraudando a Hacienda. El problema es que Caja Madrid-Bankia no era un empresa cualquiera sino una empresa que disfrutaba de privilegios del Estado y que estaba sometida a control político, su Consejo de Administración era nombrado por las elites políticas, en concreto, con poder en la Comunidad de Madrid.

Después de oír las declaraciones  de los procesados es difícil saber para qué fueron creadas y por quien las Tarjetas Black. Sus declaraciones solo añaden confusión y contradicciones. Lo que está claro es que las Black eran un sistema innovador para ocultar ingresos y defraudar a Hacienda. Los acusados ingresaban más de lo que lo que figuraba en su nómina y no lo  declaraban a Hacienda gracias a que los gastos de sus tarjetas black era asumido por la empresa, Caja Madrid-Bankia, como  otros gastos, y declarados como gastos deducibles en el Impuesto de Sociedades. El poder que tenían, y seguramente todavía tienen, los acusados en la estructura del Estado español, ha permitido que durante años fallaran cosas como las auditorías internas que realizaba  Caja Madrid-Bankia, el control de sus Cuentas Anuales por parte de Hacienda, e incluso que Hacienda no investigara  las declaraciones personales de los acusados. Nadie controlaba las cuentas de Caja Madrid-Bankia, hasta el punto que sus directivos lograron sacarla a bolsa con unas cuentas falsas, maquilladas. Algunos de ellos, incluso, sabiendo que la entidad estaba en quiebra invirtieron en su salida a bolsa para intentar motivar y engañar a nuevos inversores.

Las declaraciones de los acusados han sido muy interesantes. Personajes cuyo trabajo es controlar, acostumbrados a manejar números, todos ellos con conocimientos, aunque mínimos suficientes, en contabilidad y fiscalidad,  no sabían que ingresaban al año, ni que gastaban ni en que gastaban. No lo controlaban ni tenían a nadie encargado de controlarlo. Unos han dicho que consideraban el importe de las Black como parte de su salario, pero no lo declararon nunca, no sabían lo que cobraban y por tanto creían que iba incluido en el justificante de ingresos que le daba la empresa, Caja Madrid-Bankia. Otros dicen que consideraban las Black como gastos de representación, eso sí, las utilizaron para realizar todo tipo de gastos privados, algunos masajes incluido. Lo más interesante del juicio, en mi opinión, es la contradicción en que han entrado los expresidentes de Caja Madrid-Bankia, Miguel Blesa y Rodrigo Rato,  ex vicepresidente del Gobierno de Aznar, y el Secretario General de Caja Madrid, De la Torre. Mientras Blesa y Rato mantienen que consideraban que las Black eran ingresos reconocidos en sus contratos, y que creían que los estaban declarando a Hacienda, De la Torre afirmo que eran gastos de representación que la empresa declaraba como gastos deducibles en el Impuesto de Sociedades. Seguramente   De la Torre se ve obligado a declarar eso debido a haberle pillado la policía  un correo en que califica las tarjetas como Black a efectos fiscales, y por tanto no se sostendría que declarara ahora ante el juez que eran  ingresos de los titulares.


El asunto de las Tarjetas Black puede parecer insignificante, debido al importe de lo robado, pero es de enorme importancia porque da a conocer  la impunidad con que actuaban  chorizos insaciables con poder en las estructuras del Estado español. Es un asunto importante porque ha puesto en evidencia fallos en los controles del Estado, ha puesto en evidencia que representativas instituciones del Estado, que deben velar por el cumplimiento de las leyes vigentes no cumplían con  su función para así permitir que personas pertenecientes a  las elites que las controlaban pudieran robar  con total impunidad. Mi única duda es ¿Cuántos más robos se habrán favorecido desde las instituciones  del Estado?

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