Para empezar una anécdota: Encontrándome esperando en un despacho de abogados, entro
una señora pidiendo urgentemente ver a un abogado. La secretaria le pregunto ¿Qué
ha pasado? A lo que ella le contesto: Dos policías han detenido a mi hijo. A lo
que la secretaria añadió: Si solo han sido dos no hay problema. Quiero con ello
decir que identificar y dimensionar un problema es fundamental para poder
resolverlo. Simplificarlo erróneamente solo conduce a darle una falsa y
equivocada solución. Evidentemente, al chico de la anécdota no lo habían detenido
dos policías sino el Estado.
Los monárquicos intentan simplificar los conflictos siempre reduciéndolos
a conflictos entre familias, ante los cuales la familia real, que controla los
poderes e instituciones del Estado, arbitra, lógicamente siempre en beneficio de
sus intereses, contando para ello con el apoyo de los poderes e instituciones
del Estado. Pero es un error, en democracia las cosas no funcionan así. Los
problemas, los conflictos, raras veces son entre parientes o entre familias,
sino entre los que respectan las normas, las leyes, y los que se las quieren
saltar en beneficio de sus intereses políticos, económicos o de otro tipo. El
asunto de Cataluña, sin tener claro lo que se oculta detrás de la reivindicación
de independencia, ni quien la impulsa, ni por qué precisamente ahora, es una excepción. Pues, está claro que no se
trata de un problema legal típico, ni
tampoco de un problema político al que se le pueda dar una solución
democrática. No es un problema que se pueda resolver aplicando el Estado de
Derecho, pues el independentismo catalán no quiere infringir las leyes
españolas sino romper el pacto constitucional, buscando ampararse para ello en
una legalidad superior a la española, el derecho internacional, cosa que por
ahora no ha logrado. Ni tampoco es un problema político al que se le puedan
aplicar las reglas de la democracia. La democracia es útil únicamente para
garantizar la alternancia política entre las elites políticas de un mismo ente
territorial, para resolver de forma pacífica
quien gobierna en una colectividad que desea vivir junta bajo el paraguas de
una misma legalidad, determinada en el caso español, ahora, por la Constitución del 78.
La Guardia Civil ha realizado hoy una actuación en el
ayuntamiento de Gerona, del que fue alcalde el actual presidente de la Generalitat,
Carles Puigdemont. Tal oportuna investigación, a pocos días de la realización del
referéndum independentista (1-O) prohibido por el Tribunal Constitucional,
conduce a dos preguntas. Primera ¿Se puede simplificar el problema del independentismo
catalán reduciéndolo al deseo de algunos de sus líderes? Y buscar como solución
el viejo dicho de “Muerto el perro se acabó la rabia”. Tienen razón en este caso los monárquicos y todo se
reduce a un conflicto entre familias, entre la familia de Felipe VI, el cual
como Jefe del Estado cuenta con el apoyo de las instituciones del Estado,
incluido el Ejercito, y la familia política del presidente Puigdemont, el cual
no está claro con que apoyos cuenta. Segunda ¿Por qué nombraron a Puigdemont como presidente si sabían que podía ser investigado por corrupción? Es decir,
ha nombrado el independentismo catalán, en concreto Junts pel Si, como presidente un dirigente político que se sabía
que estaba siendo investigado por la justicia española para dejar así como
salida al proceso independentista su detención por corrupción. Es decir, se
busca que el presidente Puigdemont sea detenido por corrupción política y no
por su gestión al frente de la Generalitat. Y si es así ¿Es imprescindible
Puigdemont?
El proceso independentista catalán empezó en Septiembre de 2012 de una forma oscura, sin dar a conocerse
de forma clara quienes lo impulsaban y sobre todo sin que el Gobierno de España
adoptara medidas importantes y eficaces para frenarlo. Y de forma oscura también
estamos llegando a su final, el 1-O. Eso si, hay numerosos indicios que conducen
a pensar que el proceso independentista está
impulsado desde el Palacio de la Zarzuela, o sea, por los monárquicos, por el
conjunto de familias, ahora si procede hablar de familias, que apoyan al rey
Felipe VI, el cual, como todos sabemos, rompiendo la vieja costumbre de "A Rey
muerto, viva el Rey”, ha tenido prisa por ocupar la Jefatura del Estado,
jubilando a su padre el rey Juan Carlos I. Da la impresión que los monárquicos querían,
como en otras épocas del pasado, un rey joven, fuerte y combativo, capaz de ir
a la guerra. Unos monárquicos, que todo indica, que no solo quieren buscar una justificación para
que Felipe VI pueda hacer una demostración de poder militar en Cataluña,
aplicando el artículo 8º de la Constitución, sino también favorecer que
Cataluña pase a ser gobernada por el comunismo internacional, por su representación
en España, Podemos y sus satélites, para lo cual están desgastando a la derecha
nacionalista catalana a la vez que la corrupta derecha constitucionalista, afín al PP, le cede votos
a los comunistas, a Podemos, a Barcelona en Común, etc., táctica que también se
ha aplicado en el resto de España, favoreciendo la derecha que Podemos pasara a
gobernar los ayuntamientos de importantes ciudades españolas. No nos llamemos a
engaño, no erremos el tiro, el enemigo está
en el Palacio de la Zarzuela, y es Felipe VI y el conjunto de familias que le
apoyan y se benefician de que ocupe la Jefatura del Estado. Si Dios quiere,
todo se aclarara en pocos días.
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