No soy aficionado a leer historia de España, entre otras
cosas, porque me resulta desagradable al no sentirme reflejado en ella, pues hasta bien entrada la década de los 50 del
pasado siglo el pasado de España se caracterizó
por cosas como una elevada violencia política, un injusta sociedad de clases, grupos sociales
que eran totalmente privados de derechos, injusticias sociales, enormes desigualdades
sociales, elevada pobreza hasta el punto de haber sectores sociales que padecían
hambre, etc. Pero si uno la ojea mínimamente observa dos cosas. Primea, en
España hasta la Guerra Civil siempre ha habido una elevada inestabilidad política,
provocada por conflictos entre casas reales y, o pronunciamientos militares. El
denominado pretorianismo caracterizo la vida política española, principalmente,
durante todo el siglo XIX. Y en el XX, hasta la segunda restauración borbónica,
estableciéndose a través de la Constitución de 1978 la forma de gobierno de Monarquía Parlamentaria y restaurándose la
democracia. Segunda, España es una realidad política histórica basada en 3
elementos: Castilla y Aragón, el Ejército, y la Monarquía. Ante esos tres
elementos, las elites dirigentes periféricas han optado a lo largo de la
historia por una de dos posiciones
totalmente distintas. Unas, han elegido incrementar su poder local, regional,
estrechando vínculos con lo que podríamos llamar el poder central (Castilla y Aragón,
Ejercito, y Monarquía). Otras, se han aislado, aceptando su subordinación al
poder central como algo inevitable, y en algunos temas útil, buscando sacar de
dicha relación el mayor beneficio posible.
Así se ha llegado a la España actual. Un Estado moderno, democrático,
incluido en organizaciones internacionales como la UE. Una España en la que la
Constitución del 78 reconoce a los ciudadanos un conjunto de derechos y
libertades que nunca antes se les había reconocido. Pero era una España
demasiado bella y perfecta para ser realidad. Y ha vuelto la inestabilidad política.
Elites catalanas reivindican con fuerza su independencia, exigiendo un referéndum
secesionista, a lo que lógicamente, el Estado central se opone. Poniéndose así
en riesgo la convivencia entre todos los españoles. ¿Por qué ahora? ¿Quién la
impulsa? ¿Cuáles son sus principales causas? Si uno lee los ríos de tinta periodística
que en los últimos años se han dedicado al crecimiento del independentismo catalán,
no llega a ninguna conclusión clara. Los nacionalistas catalanes dicen que el sistema de financiación territorial es muy injusto
para Cataluña, cierto. Pero también es cierto que en las últimas décadas, en lo
que va de democracia, las elites catalanas han incrementado notablemente su
poder económico, aumentando su patrimonio.
La Financiación autonómica, aun siendo injusta para
Cataluña, no parece ser motivo
suficiente para que las elites nacionalistas catalanas quieran poner en peligro
cosas como la estabilidad política, la paz, la convivencia social. Evidentemente
tiene que haber otros motivos. Las
elites dirigentes españolas no se conforman únicamente con ocupar el rol que
ocupan en la sociedad, con incrementar su patrimonio y gobernar, sino que también quieren poder oprimir
a otros sectores sociales más desfavorecidos y vulnerables de la sociedad, por
ejemplo, impidiéndoles que puedan
progresar y cambiar de clase social. Para ello, recurren a instrumentos
represores como el Poder Judicial y la Policía y a la utilización del sistema
educativo de forma discriminatoria, filtrando quienes deben o no obtener
determinadas titulaciones. En la construcción de este ambiente, injusto, antidemocrático,
discriminatorio, tiene mucho que ver que España sea una monarquía. La Monarquía,
el rol que la Casa Real de Borbón juega en la sociedad española, ocupando de forma
hereditaria la Jefatura del Estado, impide un desarrollo democrático pleno de
la sociedad española. Quedando reducida la democracia al simple hecho de que
los ciudadanos puedan acudir cada cierto tiempo a elegir uno u otro partido político
para gobernar. Ganador de las elecciones que gobernara bajo la premisa de
rendir pleitesía al Jefe del Estado, al rey Felipe VI. En España, en cierta
medida, sigue existiendo un cierto pretorianismo. El general Martínez Campos,
con la ayuda del partido liberal-conservador, impulso la restauración borbónica
de 1874 dándole el poder al rey Alfonso XII. Cien años después, 1975, otro
general, el general Franco, después de casi 40 años de dictadura militar, favoreció que se hiciera con la Jefatura del
Estado otra vez un Borbón, el rey Juan Carlos I. En mi modesta opinión, es otra vez la Monarquía
la que está poniendo en riesgo la estabilidad política de España y la
convivencia pacífica entre los territorios que la constituyen. Son los monárquicos,
el conjunto de familias que apoyan al rey Felipe VI y se benefician de que este
ocupe la Jefatura del Estado, como bien
es conocido, no todos ellas de nacionalidad
española, los que sutilmente están impulsando el independentismo en Cataluña,
buscando escenificar un pretorianismo moderno, buscando aplicar el artículo 8º
de la Constitución para poder hacer una demostración de fuerza militar.
España, debido a los valores que impone la Monarquía, se ha
convertido en una democracia en la que los ciudadanos pueden votar para elegir
al partido político que deseen que los represente, pero en la que el Estado de
derecho está totalmente anulado, se cometen flagrantes e impunes violaciones de
los derechos humanos, y hay, como han dado a conocer numerosos medios periodísticos,
terrorismo de Estado. Como han dado a conocer números medios periodísticos en
España el terrorismo islamista es utilizado para hacer terrorismo de Estado.
Sobre este tema las informaciones que difunde el Ministerio de Interior son
poco creíbles o simplemente falsas, teniendo
como objeto crear una situación de alarma terrorista que justifique nuevos
atentados o la aplicación de medidas represivas. En numerosos ámbitos de la
vida de los ciudadanos el Estado ha hecho dejación de sus funciones, para que impere
el lenguaje de la violencia. Por ejemplo, en el asunto de la ocupación ilegal
de viviendas en la que el Estado no actúa, favoreciendo que el asunto lo
gestionen grupos de mafiosos, que crean empresas especialidades en desalojos
formadas por individuos, la gran mayoría de ellos, implicados en actividades criminales.
A pocos días del 1-O se ha puesto de moda tanto a nivel político
como periodístico, decir que España necesita urgentemente una reforma
constitucional. Y es evidente que sí. España necesita una reforma
Constitucional empezando por el Titulo II, el de la Monarquía. España necesita
urgentemente cambiar el rol que el rey Felipe VI juega en la sociedad española.
Los valores democráticos son incompatibles como muchos de los valores que
impone la Monarquía. Ayer, la sociedad española, era objeto de los abusos que cometían
aquellos sectores de la sociedad que apoyaban al principito Felipe, hoy Rey de
España, si no cambia nada, mañana habrá que hacer frente a los se desprendan de
los antojos de la princesa Leonor. Hay que reformar urgentemente la Constitución,
en un Estado democrático no es aceptable que el mando supremo de las Fuerzas
Armadas lo ejerza con carácter hereditario una familia, el rey Felipe VI debe
renunciar a ostentar el mando del Ejército. No nos equivoquemos el enemigo está en la
Zarzuela, es Felipe VI y el conjunto de familias, no todas ellas de
nacionalidad española, que le apoyan y
se benefician de que ocupe la Jefatura del Estado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario