El Parlamento de Cataluña logro ayer aprobar la Ley de
Referéndum, con la que pretende dotar de algún tipo de legitimidad al referéndum
independentista que el Gobierno de Cataluña tiene planeado realizar el próximo
1 de octubre. Para ello, previamente, el Gobierno había reformado el reglamento
de la Cámara catalana para que se pudiera realizar la aprobación rápida de
leyes, buscando así que las leyes puedan pasar a estar aprobadas antes de se
pronuncie el Tribunal Constitucional sobre si se adapta o no al actual marco
constitucional.
La Ley de Referéndum ha sido aprobada por 72 votos a favor,
los de Junst pel Si, CUP y el del diputado no adscrito Germá Godo, este último,
ha tendido que dejar el partido al que pertenecía, Convergencia Democrática de
Cataluña (Junts pel Sí) por estar investigado en un asunto judicial. Catalunya
Sí Que Es Pot, o sea, Podemos, que cuenta con
11 diputados autonómicos, se ha abstenido. Ciudadanos, el Partido
Socialista de Cataluña y el Partido Popular de Cataluña, en total 52
escaños, se ausentaron de la sala
durante la votación. Con posterioridad, el presidente Carles Puigdemont ha
aprobado el decreto de convocatoria del referéndum para el 1-O, en el cual
se preguntara a los ciudadanos catalanes
"¿Quiere que Cataluña sea un
estado independiente en forma de república?”.
Para un observador como el presente, que no habla catalán,
que no vive en Cataluña, y al que, por tanto,
lo que se apruebe en el
Parlamento de Cataluña le
afectara mínimamente, lo ocurrido ayer en dicho parlamento tiene forma de una
puesta en escena minuciosamente elaborada y
planificada en el tiempo. Escenificación, con la que las elites
dirigentes catalanas no se muy qué quieren expresar, pero que no hubiera podido
tener lugar sin que existiera un pacto político nacional que la permitiera. El
comportamiento de la oposición de Cataluña, ausentándose de la votación en vez
de dejar constancia con sus noes, de que
se oponían a lo que se estaba aprobando me parece un acto propio de otro tipo
de países no pertenecientes a la órbita occidental en la que está integrada España. Más bien
propio de países comunistas, narcoestados, dictaduras islámicas y cosas así. Lo que está ocurriendo en
Cataluña, respecto al papel que está jugando la oposición, se asemeja mucho a
lo que ocurre en Venezuela, en la que la oposición existe pero en las
decisiones importantes esta siempre ausente. Evidentemente, todo ha sido así
porque todo entraba dentro del juego de la puesta en escena. Para ello, el
Partido Popular de Cataluña coloco una serie de banderas, 6 nacionales y 5 autonómicas, para que posteriormente una diputada autonómica de Podemos retirara
las banderas nacionales, dejando las de Cataluña. Solo faltaba el general Julio
Rodríguez, ex JEMAD y actual dirigente
de Podemos, retirando también banderas nacionales en el Parlamento de Cataluña. El comportamiento de la oposición catalana
merece tres comentarios. Primero, las
banderas son solo símbolos, trozos de paño, lo importante son lo que
representan, personas, ideas, intereses económicos, etc. Segundo, en mi
opinión, los dirigentes de los partidos políticos que se ausentaron de la sala,
PSC, PP y C´s, deberían de presentar su
inmediata dimisión, por entrar en un juego no propio de un parlamento
democrático. Tercero, Pablo Iglesias y los suyos, Podemos y sus satélites,
deberían recordar que ellos como representación que son en España del comunismo
internacional, hoy por hoy, en el único sitio en el que pueden retirar banderas
es en Moscú y en países de la órbita rusa.
Hace no muchos días, Jefatura del Estado, partidos
políticos constitucionalistas y partidos independentistas catalanes avanzaban juntos escenificando la toma de la
Plaza de Cataluña. Fascistas, islamistas, y comunistas, al más puro estilo
militar, con vanguardia incluida, escenificaban la ocupación de la Plaza de
Cataluña. Hoy dicen estar enfrentados. ¿Qué hay de cierto y de pantomima en
todo esto? El tiempo nos lo relevara. Pero no debemos errar el tiro. El enemigo
no está en el Parlamento de Cataluña, sino en el Palacio de la Zarzuela. El
principal enemigo interior que hoy tiene España, el enemigo de la estabilidad política y de la
democracia, que pone en riesgo la paz, está en la Zarzuela, es el rey Felipe VI
y sectores monárquicos que le apoyan y
que hacen que sus intereses prevalezcan sobre el interés general del conjunto
de la sociedad española. Resumiendo, en lo que se cuece en el Parlamento de
Cataluña la Zarzuela está jugando un papel principal e indispensable.
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