Siete meses después de haber ganado las elecciones, el actual
presidente del Gobierno griego, Alexis Tsipras, líder del partido comunista
Syriza, que gobernaba gracias a un pacto con el partido conservador ANEL, ha
presentado el pasado jueves su dimisión, conduciendo a Grecia otra vez a una
situación de elevada inestabilidad política. El hecho de que llegara a gobernar un Estado
miembro un partido comunista, como Syriza, que defiende una ideología que
representa todo aquello contra lo que fue construida y se ha ampliado la UE, significo
de forma clara un enorme fracaso de la actual UE, pero en cambio la caída de
Tsipras no está claro como debe ser interpretada, pues no conocemos que razones
le llevaron a dimitir, ni qué planes tiene para el futuro. En principio, Tsipras ya ha dicho algo tan insólito
como que se volverá a presentar a las próximas elecciones. Ni tampoco sabemos cómo
lo ocurrido durante estos siete meses, por ejemplo el denominado corralito, va
a influir en el voto del pueblo Griego.
Cuando la UE iba a
ingresar a Grecia el último tramo del segundo rescate, el presidente Tsipras
dijo que no podía aceptar las condiciones que le imponinan, y convoco un
referéndum para que los ciudadanos griegos se pronunciaran a favor o no de
aceptar las condiciones que exigía la UE para seguir prestando dinero al
Gobierno griego. Tsipras se declaró a favor del no. El no gano
mayoritariamente, a pesar de ello, de forma sorprendente y difícil de entender
Tsipras luego acepto un tercer rescate
de en torno a 86.000 millones de euros, a recibir en tres años, con aparentes
iguales o incluso peores condiciones. Lo que provoco que perdiera una parte
fundamental del apoyo de su partido. En estas circunstancias, ¿Por qué ha
dimitido el presidente Tsipras? Como dice el otro, el sabrá, pero en mi
opinión, de acuerdo a las informaciones difundidas, puede ser debido a tres
razones. Primera, es consecuencia de una operación política decidida y planificada
a partir del resultado del referéndum del 5 de julio, con el objetivo de ganar
tiempo aceptando únicamente el primer
tramo del tercer rescate, lo que puede provocar que en las próximas elecciones
volvamos a tener un Tsipras contradiciéndose a sí mismo, presentándose con un
programa contrario al memorando de la UE que acaba de aceptar. Segunda, ha sido
una decisión impuesta por la situación
parlamentaria al perder el apoyo de casi un tercio del partido, el sector más
radical, el cual ha decidió constituir un nuevo partido, llamado Unidad Popular
(Laiki Enolita) y liderado por el
exministro de Energía, Panayotis Lafazanis. Tercera, Tsipras se ha visto
obligado a aceptar el tercer rescate y su memorando, bien por la cruda realidad
de la situación de la economía griega o
porque ha habido un silencioso movimiento de sables, y una vez recibido
el primer tramo, nada más y nada menos que 26.000 millones de euros, coherente
con sus ideas ha presentado su dimisión.
En mi opinión la dimisión de Tsipras es mala para Grecia,
pues creara un ambiente de inestabilidad política que difícilmente puede
contribuir a la recuperación de la economía de ese país. Pero además, tendrá
dos claras consecuencias negativas exteriores. Primera, para la UE, pues
independientemente de las conversaciones secretas que haya habido, la posición
de la UE, del Eurogrupo queda debilitada ante la opinión pública al haber pactado
un tercer rescate, y entregado 26.000 millones a un Gobierno que ya no existe.
Dando la impresión de que las piratas elites griegas han vuelto a engañar a la
UE. Siendo importante resaltar que el FMI ha quedado fuera del tercer rescate
argumentando que considera que la deuda publica griega es insostenible, es
decir, que Grecia no tendrá capacidad para devolver su deuda, necesitando otra
quita, es decir, que los acreedores, entre los que se encuentra el Gobierno de
España, asuman como perdidas la deuda griega. Segundo, será también negativo
para las elites dirigentes de la derecha española que han favorecido y apoyado
en España el crecimiento del partido
comunista Podemos. Lo ocurrido con Syriza en Grecia deja claro que votar Podemos representa, entre otras cosas, elegir un Gobierno que se empeñe en echar pulsos
que no puede ganar, representa votar a favor de la inestabilidad política en
España. Pablo Iglesias con el conocido y repetido eslogan de “Juntos hasta la
victoria, Podemos, Syriza venceremos”, ha querido unir su destino al de
Tsipras, y puede que Tsipras haya saboreado la victoria, pero dicha victoria ha
supuesto un mayor hundimiento de la economía de su país y por tanto un
empeoramiento de la calidad de vida de una gran mayoría de los ciudadanos griegos.
Hoy los ciudadanos españoles saben que votar Podemos representara votar a favor
del hundimiento de la economía española.
Es curioso como el comunismo internacional y sectores de
las elites dirigentes de la derecha española están empeñados en asemejar la
situación política de España a la de Grecia, algo por otro lado no extraño, si
tenemos en cuenta que la Familia Real Griega tiene gran influencia en la
Jefatura del Estado español, es decir, en la Casa Real de los Borbones. Si en
Grecia están Syriza y el recién creado partido Unidad Popular (Laiki Enolita),
como principales partidos comunistas. El primero, Syriza, que dice ser europeísta,
ha aceptado el tercer rescate y se declara partidario de que Grecia sigua en el
Euro, mientras que el partido Unidad Popular es, entre otras cosas, anti-memorando
y partidario de volver al dracma como moneda nacional. En España tenemos a
Podemos, partido de ideología comunista, anticapitalista, que ha crecido
gracias a tener fuertes apoyos de sectores de la derecha española, defensor de
las posiciones de Syriza, que desea formar parte del gobierno de España a
cualquier precio, moderando su discurso con
el fin de obtener un mayor apoyo del centro electoral español. Y por el otro
lado está un Alberto Garzón, cuyo liderazgo al frente de IU es cada día más
cuestionado, el cual junto a otros líderes de la izquierda busca crear una
Unidad Popular semejante a la que existe en Grecia. Esperemos que dichos
sectores no logren también asemejar las economías, provocando que la economía
española tenga que ser rescatada por la denominada Troika.
Si tenemos en cuenta que en el referéndum del 5 de julio
los ciudadanos griegos votaron mayoritariamente a favor de no aceptar las
condiciones impuestas por Bruselas, lo lógico es que en las próximas elecciones
parlamentarias griegas gane algún partido o coalición de partidos que se oponga
a dichas condiciones. El nuevo partido Unidad Popular, escisión de Syriza, de
ideología comunista, euroescéptico, ya
ha dicho que se presentara con un programa en el que defenderá no cumplir el
memorando del tercer rescate, salir del euro y recuperar el drama como moneda
nacional. El programa de Syriza todavía no se conoce, pero no sería lógico que
en las próximas elecciones se presentara defendiendo como bueno las reformas políticas
a las que se ha opuesto el pasado 5 de julio, el electorado difícilmente lo entendería.
Es decir, la relación del Grecia con la UE puede pasar de mal a peor a partir
de las próximas elecciones parlamentarias en Grecia, si como sería lógico gana
un partido político partidario de no cumplir el memorando correspondiente al
tercer rescate.
El hecho de que Txipras haya presentado su dimisión después
de aceptar un memorando, un conjunto de
reformas, de la UE que el próximo
Gobierno griego puede que rechace, y que lo haya hecho justo después de recibir
el primer tramo del tercer rescate, nada más y nada menos que 26.000 millones
de euros, debe ser considerado un intento de engaño a aquellos Estados que le
han vuelto a dejar dinero, lo cual evidencia que las elites griegas son unos
piratas insaciables. Lo que está claro es que Tsipras buscara en unas próximas
elecciones un mayor respaldo social, la cuestión es ¿Para qué? ¿Para defender
que política? Es decir, un Tsipras más fuerte, con mayoría parlamentaria,
seguirá defendiendo el memorando que acaba de aceptar, las reformas que impone
la UE o por el contrario se opondrá a
ellas, como ya ha hecho en el referéndum del 5 de julio.
Lo que esta ocurriendo en Grecia nos lleva a la siguiente
cuestión: ¿Qué debe de hacer un Estado, su Gobierno elegido democráticamente,
cuando lo que recauda no es suficiente para hacer frente a sus necesidades de
gasto y a sus obligaciones de pago? ¿Endeudarse hasta el infinito? Que es lo
que vienen haciendo desde hace tiempo los gobiernos griegos, buscando así una
situación de quiebra para que sean otros Estados los que asuman como pérdidas
su deuda pública. Un gobierno adopta unas decisiones políticas y no otras
principalmente, salvo un pequeño conjunto de ellas que afectan a lo que se
conoce como la Seguridad Nacional, porque benefician a personas y familias, porque
benefician a determinados sectores sociales. La elevada deuda pública griega se
ha generado porque beneficiaba a sectores de la sociedad de ese país, favorecía su
enriquecimiento. Esos sectores deben ahora contribuir económicamente a sacar la
economía griega de la situación de crisis en la que se encuentra. De acuerdo
con lo anterior, en mi opinión, el Gobierno griego debía haber adoptado ya hace
tiempo dos decisiones: Incrementar la presión fiscal a aquellos sectores
sociales y empresariales que de forma clara la pueden soportar, y adoptar
medidas para imponer la repatriación de capitales.
Lógicamente esas decisiones no les interesan a las elites
dirigentes griegas, ni de derechas ni de izquierdas, que prefieren seguir
saqueando la UE y forzar una situación de impago argumentando que el enorme
endeudamiento público de Grecia se debe a la actuación de actores exteriores.
Que la situación de inestabilidad política que ha provocado la dimisión de
Tsipras vuelva a situar la crisis griega como el principal problema de la UE,
evidencia que Grecia debía haber salido hace tiempo de la UE. Es falso que la
salida de Grecia del Euro ponga en riesgo la existencia de toda la UE, todo lo
contrario, que la UE satisfaga una vez y otra la insaciable vorágine de la
piratería griega, de sus elites dirigentes, genera euroescepticismo, y provoca
que cada día sea mayor el número de ciudadanos europeos a los que no les gusta
la actual UE, ni sus políticas, ni su debilidad en la esfera internacional, ni
la incapacidad de sus instituciones para dar solución a importantes problemas,
como el de la crisis griega o el de la inmigración, el de una inmigración que
curiosamente está entrando en este momento, en un porcentaje importante, a través
de las fronteras griegas. Evidentemente, cuando antes salga Grecia de la UE
mejor para todos, mejor para el conjunto de la UE que no tendrá que seguir asumiendo
las pérdidas que produce la economía griega, y saciando la insaciable vorágine de
las elites griegas, y mejor también para el pueblo griego, pues ya son muchos
los analistas que afirman que la recuperación de la economía griega requiere la
salida del euro, la adopción de una moneda nacional y su adecuada devaluación.
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