El ex vicepresidente del Gobierno con el expresidente
Aznar, Rodrigo Rato, está siendo investigado por delitos tan graves como el de
blanqueo de capitales. Por ello, cuando me entere superficialmente de la noticia
de que Rato había acudido al Ministerio de Interior el 29 de Julio del presente,
para reunirse con el actual ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, lo
primero que pensé es: Que ministro más eficaz, se ha convertido en un actor
operativo del Ministerio y ha llamado a
Rato para interrogarlo. Luego, a medida que fui obteniendo más información sobre
el asunto, comprendí que lamentablemente no había sido así, sino que la reunión
se había producido a petición de Rodrigo Rato. El PSOE, hasta ahora principal
partido de la oposición, ha considerado la reunión un escándalo político y solicito
que el ministro Fernández compareciera ante la Comisión de Interior del
Congreso de los Diputados para dar explicaciones sobre dicha reunión. La cual tuvo
lugar el pasado 14 de Agosto. Además, el PSOE ha presentado ante la fiscalía una
denuncia contra el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, por la posible comisión de los delitos de prevaricación,
omisión del deber de perseguir delitos y revelación de secretos, por la reunión
que mantuvo en sede oficial con el exvicepresidente Rato.
El encuentro mantenido por
el ministro de Interior, Fernández Díaz, y el exvicepresidente Rato en el Ministerio
solo se puede calificar de extraño. Que Rato haya acudido al Ministerio de
Interior a un encuentro con el ministro puede
significar dos cosas. Una, que Rato no es muy amigo del ministro Fernández,
pues si lo fuera, estando como esta pringado, es decir, investigado e imputado por
la comisión de importantes delitos, no se hubiera reunido con él en un sitio
tan público, o que dicha reunión tenía
un fin en sí misma al margen de lo que en ella se tratara. Está claro que no había intención de mantener
la reunión en secreto, pues si así fuera
la reunión la hubieran realizado en otro sitio más discreto, si no, tal vez, de
todo lo contrario, de darle publicidad buscando el citado fin, hasta ahora desconocido,
pero que podría ser justificar la dimisión
de Fernández, para que el presidente Rajoy pueda nombrar un nuevo ministro de
Interior antes del 27-S, día en el que tendrán lugar las elecciones autonómicas
catalanas.
La comparecencia del
ministro de Interior, Fernández Díaz, ante la Comisión de Interior, no ha
aportado información relevante que permita entender porque se produjo dicha reunión.
En concreto, seguimos sin saber si Rato es un calamar que se defiende contaminado el Ministerio de Interior o si todavía es un
dirigente importante del PP, con suficiente poder como para forzar en su
beneficio una reunión de este tipo. Según Fernández Díaz, el exvicepresidente
Rato le pidió una reunión para hablar de su seguridad y de la de su familia,
pues estaba recibiendo amenazas y quería saber, teniendo en cuenta su actual situación
procesal, que iba a pasar con el servicio de protección de que disfruta a cargo
del Ministerio de Interior. Según el ministro Fernández en la reunión no hubo
nadie presente, ni tampoco hubo micrófonos, y en ella no hablaron de la situación
procesal de Rato, algo que el exvicepresidente Rato ha desmentido, afirmando
que en la reunión se habló de todo. En numerosas ocasiones el ministro ha
justificado su silencio en la obligada discreción del cargo que ocupa, por
ejemplo a la hora de especificar las amenazas que dice Rato que está
recibiendo. El ministro también ha dicho que el presidente Rajoy no fue informado previamente
de la reunión, algo poco creíble teniendo en cuenta la dimensión política y el
elevado interés mediático, incluso internacional, de la actual situación de
Rato. El ministro Fernández ha acusado al PSOE de irresponsabilidad, pues según
él su función es velar por la seguridad
personal de todos los españoles independientemente de su situación procesal, y
el PSOE ha pedido su dimisión.
La reunión del actual ministro de Interior, Fernández Díaz, con el
exvicepresidente Rato, es un asunto confuso, y sobre todo una anécdota más que
pone de manifiesto que España es política e institucionalmente un país de
tercera. Lo grave no es que el ministro de Interior Fernández haya recibido a
solas en su despacho a una persona
imputada por blanqueo de capitales, eso es únicamente un estilo de hacer
las cosas propio de un país de tercera, en el que las elites dirigentes, de
derecha e izquierda, consideran que están
por encima de las leyes. Lo grave es que en España hay nada más y nada menos
que un exvicepresidente del Gobierno, Rodrigo Rato, imputado por un delito de blanqueo de
capitales. La denuncia presentada por el PSOE ante la fiscalía, es simplemente
absurda, es evidente, que si el ministro de Interior Fernández Díaz estuviera
pensando en adoptar alguna decisión al margen de la ley, en relación con el
asunto Rato, no se hubiera reunido con Rato en el Ministerio. Aun así, para la salud
institucional de España hubiera sido mucho mejor que Fernández se hubiera
encontrado con Rato en una gasolinera y no en su despacho.
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