La política es muy parecida al
atletismo; uno puede ganar mejorando su
marca o gracias a que otros empeoren la suya. El PSOE ha
ganado las elecciones, con una gran diferencia respecto a la segunda
fuerza. Ha obtenido 123 diputados, pero ha
logrado menos diputados que el PP en el 2016, 137 diputados, lo que le permitió a Mariano Rajoy gobernar únicamente
media legislatura, por lo que necesitara pactar con otras fuerzas políticas
para poder seguir gobernando. Por su parte el PP se ha desplomado, pasando a
tener en torno a la mitad de los diputados que tenía en el 2016. Otro gran
ganador de las elecciones, es Ciudadanos, que ha logrado casi igualar al PP en número
de votos, pasando a ser la tercera fuerza política con representación en el Congreso, por delante de Podemos. Podemos,
que nació en el 2014 con la idea de liderar la izquierda, no solo no ha logrado
superar al PSOE sino que ha obtenido unos resultados muy inferiores al 2016,
los cuales dan a entender que tiene en peligro poder seguir gobernando en
importantes municipios como Madrid, Barcelona, Zaragoza, A Coruña, e incluso Cádiz.
Pero sin lugar a dudas, la gran novedad de estas elecciones es que después de
40 años de democracia, los militares volverán al Congreso de los Diputados
camuflados como dirigentes de Vox.
Los resultados de las
elecciones generales del 28A confirman que el fraccionamiento del mapa político
español ha venido para quedarse. A igual que ocurre en economía, que se puede
impulsar la concentración empresarial, como en España se ha hecho recientemente
con la banca, en política también se puede impulsar la unión, o por el contario,
el fraccionamiento político. Es
evidente, que la política española es objeto de dinámicas, impulsadas por las
elites dirigentes, destinadas a fraccionar el mapa político. El bipartidismo se
ha debilitado, entre otras cosas debido a un elevado transfuguismo hacia
partidos emergentes, Podemos, Ciudadanos y Vox, pero todavía PSOE y PP siguen
siendo los partidos más votados.
De los resultados electorales
se pueden extraer algunas ideas indiscutibles. Primera, o el electorado español
ha pasado a estar motivado por factores totalmente irracionales o el presidente
Sánchez, en los meses que lleva en la Moncloa ha logrado firmar muchos cheques
a pagar si ganaba las elecciones, lo que le ha permitido obtener casi 3
millones de votos más con las mismas ideas que en el 2016. Es difícil saber
porque el presidente Sánchez ha logrado tal crecimiento en votos, puede haber
sido porque los ciudadanos tienen miedo
a que empeore la calidad de la distribución de los alimentos y bebidas en
España o para que mejore, para saberlo habría que estar en el seso de cada uno
de sus votantes.
Segunda, el fraccionamiento
del mapa político se vende como algo positivo por políticos y sus voceros en
los medios de comunicación afines, pero no lo es. Tiene dos claras
consecuencias negativas. Uno, será más difícil lograr consensos para solucionar
importantes problemas que afectan a la sociedad española. Dos, gobernar España saldrá
más caro, pues el Gobierno tendrá que atender las reivindicaciones de más gente, de
un más amplio extracto de dirigentes políticos, y no siempre en benéfico del interés
general.
Tercera, después de 40 años de
democracia los militares volverán al Congreso de los Diputados camuflados como
dirigentes de un partido político que es claro heredero ideológico de aquellos
que provocaron la Segunda Guerra Mundial. Un partido que busca patrimonializar
los símbolos nacionales, provocando con ello rechazo hacia los mismos en
amplios sectores de la sociedad española, algo muy negativo para España. Vox, es
claramente un partido antidemocrático, y no solo porque se declare monárquico,
sino porque, al igual que sus afines
europeos, considera la democracia el gobierno de los débiles. Vox solo tienen
una idea, la violencia como instrumento para acceder al poder político, de ahí su obsesión con apelar a la cobardía de sus
adversarios políticos, buscando dejar claro quién es el gallito del corral político
español. Vox, buscara hacerse oír en la sociedad española no gracias a la mínima
representación que tendrá en el Congreso sino recurriendo a la fuerza que le
proporciona contar con el respaldo de las Fuerza Armadas, y la influencia que
los militares todavía ejercen sobre entes de poder de la sociedad española.
A partir de mañana se abren dos
posibles escenarios. Un pacto entre el PSOE y Podemos, es decir, España pasa a
ser otro de los países de lo que se conoce como PIGS (Portugal, Italia, Grecia,
España) con los comunistas en el Gobierno. O Ciudadanos cambia la posición que
ha venido manteniendo durante la campaña electoral y acepta entrar en un
gobierno de coalición con Pedro Sánchez. El hecho de que el presidente Sánchez
pueda lograr formar Gobierno de una forma más fácil que Rajoy en el 2016,
pactando con Podemos o con Ciudadanos, puede conducir a pensar que España ha
pasado a una mejor situación de gobernabilidad, nada más lejos de la realidad.
Una alianza PSOE-Ciudadanos, se verá tensionada por las reivindicaciones del
nacionalismo independentista catalán, ante las que, lo más probable, nunca se sabe,
a Ciudadanos no le interesara ceder o no querrá ceder por motivos ideológicos.
Un pacto entre PSOE-Podemos, en cambio, todavía
se vería más tensionado, por las reivindicaciones de los comunistas en temas económicos
y relativos a la UE. O sea, que
la gobernabilidad de España no ha mejorado respecto al 2016, sino que me atrevería a afirmar,
que ha ido a peor.