La política es una actividad
fundamentalmente de equipo. Si un partido político tiene un gran líder, con
grandes ideas y un excelente orador, pero luego el resto de sus dirigentes son
unos corruptos, unos delincuentes, gente que recurre a su status social para..., ligar, que no hay pocos en España, o gente mal preparada, muy probablemente su gestión
se verá condicionada, enturbiada, por las características negativas de su
equipo. Además, en España al ser el sistema electoral de listas cerradas y
bloqueadas, los ciudadanos solo pueden elegir entre partidos, lo que favorece
que los partidos puedan introducir en sus listas a todo tipo de perfiles,
personas que tienen por principal actividad asaltar supermercados, líderes de minorías
culturales, personas que se dedican al narcotráfico, e incluso gente
investigada judicialmente. Ambas circunstancias hacen que para los ciudadanos
sea muy importante conocer no solo al candidato a presidente, sino también a su
equipo, con quien este se presenta en las diferentes circunscripciones. Los
partidos políticos mandando a dos debates seguidos a sus candidatos a
presidente, que son los dirigentes más conocidos de los partidos, han perdido
una excelente oportunidad para darse a conocer un poco mejor al electorado
español mandando a uno de los debates a
dirigentes de menor nivel.
Frente al debate del 22, que
fue corto y aburrido, el
de ayer ha sido mucho más largo, amplio e intenso. Los candidatos han
demostrado que sabían bien la lección, las respectivas lecciones de sus
partidos, las cuales han coincidido en pocas cosas. Lecciones, posicionamientos
políticos, que no merece la pena repetir, pues ya eran de sobra conocidos por
la opinión pública. Amplio, intenso y ameno debate, pero igual de innecesario
que el anterior pues no han dicho nada nuevo. Como buenos sofistas todos los candidatos han argumentado de forma
excelente sus propuestas; unos quieren
bajar los impuestos, otros subirlos, pero todos dicen querer mejorar la vida de
los ciudadanos. El presidente del PP, Pablo Casado, incluso se ha permitido el
lujo de dar libertad a los ciudadanos para que si lo desean voten por otra opción
política distinta a la suya. Lógicamente, también han omitido cosas,
importantes temas. España es un país en el que se cometen flagrantes violaciones
de los derechos humanos; una país en el que ha habido terrorismo de Estado; una país en el que el sistema sanitario se
utiliza para cometer abusos y de forma
sutil torturar; un país en el que la Justicia y la Policía se utilizan como
instrumentos represores al servicio de sectores de las elites dirigentes; una país
en el que se permite la distribución de alimentos cuya composición no es la
correcta, pero esos han sido temas tabúes, tanto para los candidatos como para
los periodistas moderadores. En un país así, ¿A quién votar? Evidentemente, a
nadie, pues ello quiere decir que, lamentablemente, la democracia no funciona.
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