Hace tiempo que esta constatado, no voy a poner ejemplos,
pues son de todos conocidos, como es el caso del 23-F, que la tribuna del Congreso de los Diputados
se ha convertido en la
tribuna de la mentira. Desde ella, los oradores emiten, principalmente y
mayoritariamente, mentiras. En el Congreso de los Diputados se oyen principalmente
mentiras, y las pocas verdades que se emiten es a través de mensajes sutiles,
gestos, etc, destinados a escenificar demostraciones de poder y amenazar a los
ciudadanos. Por ejemplo, uno se pregunta ¿Qué tendrá que ver con la aprobación de
los Presupuestos Generales del Estado que la ministra de Hacienda, Montero
Cuadrado, este obsesionada con apretar el pulgar derecho? Seguramente, ello
para algunos ciudadanos signifique mucho, una nueva razón para odiar y no votar
a este Gobierno, para otros nada.
El debate sobre los Presupuestos Generales del Estado para
el 2021 no podía ser una excepción, los oradores de los diferentes grupos
parlamentarios han emitido sobre todo mentiras. Mentiras interesadas, destinadas a defender propuestas políticas que
tienen por fin defender sus intereses
personales. Pues si algo caracteriza la actual política española, es que los
partidos políticos han dejado a un lado la ideología para hacer política desde
lo personal, para defender sus intereses personales, y así observamos que se
dan pactos claros o encubiertos entre actores políticos de ideologías totalmente
opuestas. La portavoz del Gobierno, la ministra Montero, ha mantenido la postura
triunfalista que caracteriza al Gobierno de Sánchez desde que llego al poder, y
que no rectifico ni siquiera durante el periodo que declaro el Estado de Alarma,
paralizando la economía y limitando el derecho a la libertad de movimiento de
muchos ciudadanos. Lógicamente, una evidente y constante mentira, la sociedad
española nunca ha estado peor desde que se restauró la democracia en el 78.
Bueno, excepto para las grandes fortunas españolas que han seguido
incrementando su riqueza incluso durante el tiempo de pandemia. No es que el presidente Sánchez conduzca, con
su a aliados comunistas, a España a una situación apocalíptica, como mantiene
el principal partido de la oposición, el PP, sino que España ya ha entrado en
un contexto postapocalíptico. En un año el Gobierno ha subido la deuda pública
de España en un 120%. España necesito un rescate para hacer frente a la quiebra
de las cajas de ahorros y ahora necesita
un nuevo rescate, disimulado bajo el concepto NextGenerationEU
o Fondos de Recuperación para hacer frente a la pandemia covid-19. Un nuevo
rescate de la UE, con el que desde Bruselas, de forma sutil, se quieren generar
nuevos compromisos que garanticen la
permanencia en el club de posibles Estados descontentos. Rescate del que todavía
no se conoce la letra
pequeña pero ya se sabe que existe, y si no se da a conocer es porque se
supone que no va a gustar a amplios sectores de la sociedad española, y
seguramente, como suele ocurrir con estas cosas perjudicara sobre todo a los
sectores menos favorecidos de la sociedad. España es hoy la Argentina europea,
con una economía que sobrevive gracias a rescates exteriores, en el caso de
España de la UE.
¿Triunfalismo? Y es que el Gobierno de España ve éxito incluso
en su gestión de la política energética. “Recuperación justa”, es el eslogan más
utilizado por el Gobierno socialcomunista de Sánchez, pero nadie sabe a qué se
refieren ¿Qué tipo de cuentas quieren ajustar? ¿Tal vez, se refieren a ajustar
las cuentas de los dirigentes y afines de los partidos que hoy gobiernan España? Seguramente,
entiendan por recuperación justa, lo que se suele llamar repartir los recursos públicos,
el dinero de los Presupuestos y fondo de
rescate europeo entre los suyos. Pero volviendo a las mentiras, en el debate han
destacado dos. Según muchos expertos en economía los Presupuestos para el 2022
se basan en previsiones erróneas, que no se cumplirán, lo que se traducirá en déficit,
y por tanto, en incremento de la deuda pública.
Otra mentira es la obsesión que todos los partidos políticos en considerar las
pensiones política social. Y no es así. La pensión es un derecho que adquiere
un ciudadano; por ejemplo, un derecho que un trabajador adquiere al cumplir determinadas
condiciones que suelen estar contempladas en su contrato laboral, y que por
ejemplo, significa pagar una cantidad al Estado durante su vida laboral, para
luego cobrar la pensión. Derecho que otros trabajadores, por ejemplo, los
funcionarios adquieren al aprobar una oposición. Ni siquiera las pensiones por viudedad
o enfermedad son caridad de las elites políticas,
sino derechos, insisto, que se adquieren al cumplir determinadas condiciones.
Si las pensiones no existieran muchos ciudadanos, como ocurrió en el pasado, se plantearían
otro proyecto de vida, por ejemplo, muchos no se harían funcionarios del Estado.
Pero los políticos españoles, y en especial la dirigentes de la izquierda,
siempre han enfocado las pensiones desde la arrogancia, considerándolas ayudas
sociales, caridad, que les dan a los ciudadanos como se las podrían quitar. El
ejemplo más claro de ello, lo tenemos en como el Gobierno socialcomunista de
Sánchez saco la Seguridad Social del Ministerio de Trabajo, para crear el Ministerio
de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, uniendo a pensionistas e
inmigrantes, buscando así igualar el derecho a una pensión con las ayudas
sociales que reciben inmigrantes recién llegados a España.
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