Una vez más Occidente vuelve a perder. El terrorismo
islamista volvió a provocar terror ayer en una de las principales capitales
occidentales, París, realizando un atentando
contra trabajadores del semanario
satirico Charlie Hebdo. Según informaciones difundidas por el Ministerio de
Interior francés los autores del
atentado fueron dos hermanos, Said y Cherif Kouachi, ciudadanos
franceses de religión musulmana, con vínculos con el Mundo islámico, pertenecen
a la segunda generación de una familia
de inmigrantes de origen argelino. En el atentado los autores, disparando con
fusiles Kalashnikov, asesinaron a 12 personas y varias fueron heridas de gravedad.
Desde hace varios años el semanario satírico Charlie Hebdo
viene publicando caricaturas para
ridiculizar conductas de grupos y personas pertenecientes al Mundo islámico,
recurriendo a veces para ello a la
figura de Mahoma. Desde el primer momento la divulgación de tales caricaturas
me pareció algo de mal gusto, y un error, de igual forma que me lo hubiera
parecido si dichas caricaturas hubieran tenido por fin ridiculizar el Mundo
cristiano utilizando para ello la figura de Jesús, o símbolos y creencias cristianas. Sin embargo,
es evidente e indiscutible que la
difusión de unas caricaturas basadas en humor fuerte no puede considerarse en ningún
caso el causante de un nivel de ira
capaz de provocar un acto violento de la
dimensión del que ayer llevo a cabo el terrorismo islamista contra trabajadores
del semanario Charlie Hebdo. El terrorismo islamista con el atentado de ayer no
quiso atacar la libertad de expresión, ni mucho menos, sino que utilizo el
hecho de la difusión de unas caricaturas, que aludiendo a la figura de Mahoma ridiculizaban
al Mundo islámico, para justificar un atentado terrorista destinado a generar una atmósfera de terror, no solo en París,
no solo en Francia, sino en todo Occidente. Los responsables del atentado realizado ayer
en París han querido generar terror en Occidente enviando a la opinión
publica occidental el mensaje de “atentamos donde y cuando queremos”. Algo que
el primer ministro francés, Manuel Valls, en mi opinión de forma equivocada, ha
asumido como propio declarando que “no
existe el riesgo cero”. Y es cierto, no existe el riesgo cero, pero del riesgo
cero a vivir en una atmósfera de terror
hay un abismo, abismo que se reduce con la disuasión. El problema es que en este
momento tanto en Francia como en otros países occidentales no hay la necesaria
y suficiente disuasión frente a las acciones violentas que realizan grupos
islamistas. Todo lo contrario, dichos grupos reciben apoyo tanto propagandístico
como operativo desde las instituciones de algunos Gobiernos. Un
ejemplo, muchos expertos en terrorismo de Gobiernos occidentales siempre que se
produce un incidente aluden a la figura del lobo solitario, para así evitar que
se produzcan la lógicas reacciones militares, cuando se sabe con certeza que detrás
de los autores de atentados terroristas siempre
hay Estados, Gobiernos, o grupos que controlan Gobiernos, que les dan apoyo y órdenes
y obtienen beneficio de sus acciones.
Sin lugar a dudas, el atentado realizado ayer por el
terrorismo islamista en París es una consecuencia directa del incremento de la influencia
del Mundo islámico en el Mundo occidental. Sectores importantes de las elites
gobernantes occidentales, no solo de Francia, financian sus campañas políticas,
es decir, gobiernan, gracias a la financiación que reciben de poderosas y ricas
familias de países pertenecientes al Mundo
islámico, y ello está provocando dos claros efectos. Uno, favoreciendo que grupos
islamistas aumenten su poder e influencia en países occidentales. Dos, condicionando
políticas tan importantes como las de seguridad y defensa y la política exterior.
Occidente sufre un claro periodo de decadencia. La organización social
fracasa, los Estados no garantizan la suficiente seguridad a sus ciudadanos, lo
que provoca que los ciudadanos tengan que vivir en una ambiente de terror, unas
veces generado por la actuación del crimen organizado internacional, otras,
como ayer en París, provocado por grupos pertenecientes al terrorismo
islamista.
Lo ocurrido ayer en París es consecuencia de dos
elementos que afectan, yo diría casi por igual, a todo Occidente. El primer elemento,
es una moda. La moda de una excesiva
defensa de la tolerancia hacia los
intolerantes. Moda impulsada y defendida por las elites dirigentes que de
alguna forma se financian de sus relaciones con familias pertenecientes al
Mundo islámico. Moda que viene a significar aceptar la intolerancia de minorías
religiosas y culturales para así evitar conflictos y favorecer la convivencia y
la integración. El segundo elemento, es un total fracaso de las actuales elites
encargadas de garantizar la seguridad y la defensa en los Estados democráticos occidentales.
Estas, seguramente condicionadas por sus relaciones con familias del Mundo islámico,
están más preocupados en reprimir a ciudadanos occidentales que en vigilar a
grupos islamistas potencialmente peligrosos. Es evidente que lo ocurrido ayer en
París es un claro ejemplo del total fracaso de la actuación de la policía y los
servicios secretos franceses. Además de
tener que preguntarnos ¿Dónde estaba la
NATO? Donde estaba esa NATO que pagamos con los impuestos todos los ciudadanos de los Estados que la constituyen:
¿Qué coordina? ¿Qué vigila? ¿Qué analiza? O acaso, ¿Esta ya la NATO únicamente para oprimir a
ciudadanos occidentales en beneficio de las elites que la dirigen?
Cuando se habla de terrorismo se tiende a generalizar, y
en mi opinión no es acertado ni conveniente. Todos los grupos terroristas
tienen en común que recurren a los mismos medios para lograr fines, es decir, a
la lucha armada, pero la actuación de cada grupo terrorista se debe interpretar
de forma individualizada, contextualizándola
y analizando causas y objetivos. Por ejemplo, no es lo mismo un grupo
terrorista que actúa en defensa de libertades y derechos en un régimen dictatorial,
en el que se comenten flagrantes violaciones de los derechos humanos, a aquel
que lo hace en un contexto democrático en el que el Estado garantiza la defensa
de los derechos humanos. Por ejemplo, no es lo mismo que un grupo terrorista
islamista actué en una zona considerada de guerra, a que lo haga en una ciudad
como París.
El atentado realizado ayer en París por el terrorismo
islamista no tiene ninguna justificación posible, y debe ser condenado sin ningún
tipo de paliativos. Su fin no era otro que el de generar una atmósfera de
terror. El riesgo cero no existe, pero la cuestión es: ¿Debemos
resignarnos a vivir en una atmósfera de terror generada por el terrorismo
islamista o debemos exigir a nuestros gobernantes que adopten las necesarias y disuasorias
medidas para que el riesgo se acerque más a cero? En mi opinión debemos de
exigir que se adopten las necesarias medidas para reducir el riesgo y esas medidas
está claro que deben ser militares.
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