El papa Francisco en unas recientes
declaraciones, efectuadas en relación con el atentado realizado en Paris por el
terrorismo islamista contra el semanario satírico Charlie Hebdo, ha dicho que
asesinar en nombre de Dios le parece una aberración, pero a la vez buscando
darle una cierta justificación a lo ocurrido, también ha dicho, cito
textualmente: “No se puede provocar”, “no se puede insultar la fe de
los demás. No puede uno burlarse de la fe. No se puede”. Según el papa
Francisco la libertad de expresión tiene límites, y buscando entender el
atentado islamista contra el Charlie Hebdo puso un ejemplo: “si el doctor
Gasbarri dice una mala palabra de mi mamá, puede esperarse un puñetazo. ¡Es
normal!”.
El Padre Nuestro, oración elaborada por
Jesucristo y difundida a través del libro del Nuevo Testamento, San Mateo 6:
9-13, es la oración considerada más común entre los cristianos. Una de sus
versiones actuales, la aprobada por la Jerarquía de la Iglesia Católica en 1988
dice: Padre
nuestro, que estas en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu
reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan
de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén
De acuerdo a dicha oración, la cual representa la palabra de Jesús, y sin intentar
ser, como se suele decir, más papista que el Papa, parece ser que el Espíritu Santo no ha
logrado que en la conducta del actual Papa, Francisco I, lo religioso domine a
lo humano.
Aunque cristianos dejándose llevar por motivaciones puramente humanas hayan
aplicado y apliquen a veces la Ley del
Talión, El Papa conoce que no es aceptada por el cristianismo, por ello, las
declaraciones del papa Francisco me parecen muy graves, pues interpreto en
ellas la intención, el deseo, de simplificar lo ocurrido en Paris,
buscando justificar en la ira causada
por una burla no solo el atentado contra el semanario Charlie Hebdo sino
también las amenazas que grupos islamistas han difundido contra las sociedades
del Mundo occidental, contra sociedades en las cuales los ciudadanos
inmigrantes de religión musulmana disfrutan de más libertad y derechos que en
sus propios países islámicos de origen.
La libertad de expresión debe tener límites, es cierto, los tiene, en la
taberna dichos límites los determina lo hábil que sea uno con los puños, o el
poder que tenga, y en la sociedad en
general, en las sociedades democráticas,
vienen definidos por las leyes vigentes. Parece ser que el papa
Francisco se refería a comportamientos propios de una taberna. En mi opinión, las
creencias religiosas no deben constituir nunca un límite a la libertad de
expresión, considerarlo así haría retroceder al Mundo cristiano siglos atrás, a
una época en la que en nombre de Dios se
reprimía la conducta de los ciudadanos, se limitaban sus libertades y derechos,
incluida la libertad de expresión.
Que se utilicen comportamientos de personas motivados en su fe, en su
religión, para hacer humor, sátira, no me parece una ofensa a la religión, simplemente
algo de mal gusto y una provocación innecesaria e inoportuna, es como el que se
burla del irracional comportamiento de un enamorado, nada más. Hay comportamientos
que son humanamente inaceptables, por ser, por ejemplo, contrarios a la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, y por tanto, por mucho que se intenten
justificar en creencias religiosas deben ser criticados, condenados y
castigados.
En el actual Papa se observa una elevada tendencia a hacer política de
forma pública, buscando influir en asuntos que pertenecen únicamente al ámbito
de decisión de los Gobernantes democráticamente elegidos. La declaraciones del
Papa sobre el atentado islamista contra el semanario Charlie Hebdo, buscando en
una reacción humana su justificación, es un claro ejemplo. Lo que no sabemos es
si dichas declaraciones se deben únicamente a que la conducta de Jorge
Mario Bergoglio, de nacionalidad argentina, es más humana
que religiosa o si tienen algo que ver con las estrechas relaciones que la
actual presidenta de Argentina, Cristina Fernández, mantiene con la República
Islámica de Irán. Relaciones, pactos, entre el actual Gobierno de Argentina y
la Republica Islámica de Irán que han provocado que el fiscal argentino Alberto
Nisman, ayer asesinado, haya acusado
hace unos días a la presidenta Cristina
Fernandez de fabricar la inocencia de los terroristas que causaron la muerte de
85 personas en el atentado con coche bomba contra la sede porteña de la
Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) el 18 de julio de 1994, es decir, el
fallecido fiscal Nisman acusó a la presidenta Fernández de elaborar un complot
para sacar de la orden internacional de búsqueda y captura a los ciudadanos
iraníes responsables del atentado y así lograr un pacto con Irán destinado a
cerrar un acuerdo comercial consistente en intercambiar petróleo iraní por
granos argentinos.
Como católico, al que
el actual rumbo de la cúpula de la Iglesia Católica le hace sentir cada día
menos católico y más cristiano, debo de decir, que la religión musulmana ni me preocupa ni me
interesa, ni creo que deba ser considerada justificación de la violencia y el
terrorismo islamista. Si en cambio, me interesa y preocupa el comportamiento
del Vaticano, el comportamiento de la Jerarquía de la Iglesia Católica. El
Vaticano, la Cúpula de la Iglesia Católica, es un núcleo de poder, muy
extendido, con gente por todas partes defendiendo intereses oscuros. El
Vaticano es un núcleo de poder desde el que se ejerce de forma oculta represión
contra ciudadanos católicos y se ordenan abusos de todo tipo, algunos, médicos, propios de lo que podríamos denominar un Nazismo
moderno.
El asunto Vatileaks dio a conocer que en el Vaticano se
producían cosas como luchas por el poder,
escándalos sexuales, y blanqueo de dinero. Posteriormente un informe encargado
por el papa Benedicto XVI y elaborado por tres cardenales (Julián Herranz,
Josef Tomko, Salvatore de Giorgi) confirmo lo anterior, denunciando entre otras
cosas: Luchas por el poder, corrupción, chantajes, sexo, tráfico de influencias y blanqueo de capitales
dentro del Vaticano. Además, según el informe, del cual solo se conocen
filtraciones, los desmanes pedófilos de
Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, eran conocidos y silenciados en la Santa Sede.
Más recientemente, la
Comisión sobre Derechos del Niño de la ONU, acuso al Vaticano de haber dejado
solos a los niños en manos de sacerdotes pederastas. La ONU acuso a la Santa
Sede de no haber reconocido jamás la magnitud de los crímenes sexuales
cometidos por parte de sus religiosos. Según la Comisión del Niño de la ONU los
abusos se siguen cometiendo de forma sistemática mientras la gran mayoría de
los culpables disfrutan de total impunidad. La Comisión considera a la Jerarquía Católica responsable de la
decena de miles de casos de abusos sexuales. Según la Comisión el Vaticano
infringe la convención sobre los Derechos del Niño a pesar de haberla
ratificado en 1990. La única explicación que ha dado hasta ahora el Vaticano es
la emitida por el arzobispo Silvano Tamasi, el cual se ha querido justificar
diciendo: “Abusadores también hay entre los miembros de las profesiones más
responsables del mundo”, ¿Se referiría tal vez al Mundo islámico?
No es con humor, con
caricaturas, con lo que se ofende a la religión, sino con conductas condenables
socialmente, como la permitir, encubrir y silenciar los abusos sexuales
cometidos con niños por religiosos.
En mi modesta
opinión, la de alguien que cada día se siente más cristiano y menos católico,
el papa Francisco debería de dejar de hacer tanta política, buscando en algunos
casos, como en el atentado islamista contra el Charlie Hebdo, justificar lo
injustificable, y preocuparse más de lo
suyo, de limpiar el Vaticano de degeneración y poner fin a los abusos que desde
dicho centro de poder se ordenan, permiten o encubren.
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