Paris es la ciudad de la libertad, de todo tipo de
libertades, incluida la libertad de expresión. En Paris, como en otras muchas
ciudades europeas, no es necesario reivindicar libertad, ya hay libertad. Lo
que no hay en Paris, a igual que en otros muchos territorios de la Unión
Europea, es ni seguridad ni justicia. A pesar de ello, muy pocos discursos, muy
pocas reivindicaciones, muy pocos eslóganes, hubo en Paris el domingo a favor
de más seguridad y mayor justicia. ¿Por qué? ¿Qué valores se querían defender
el domingo en Paris? No lo sé, habría que preguntárselo a los directamente
implicados en la manifestación.
Vivimos en una Unión Europea decadente. Dicha decadencia
esta sin lugar a dudas afectando también
a los valores. Favoreciendo que en la actual Unión Europea imperen valores como
el de la resignación, el de aceptar el sometimiento, el de sacrificar a
sectores sociales, el de sacrificar a miembros de la sociedad europea, como los
8 trabajadores del semanario satírico Charlie Hebdo asesinados el 7-E, todo
ello en beneficio de una falsa paz y de
una equivocada y cobarde convivencia entre culturas diferentes.
El 7-E el terrorismo islamista gano una batalla
asesinando a unos ciudadanos europeos cuyo único armamento eran las
herramientas que utilizaban para expresar su creatividad humorística. El
terrorismo islamista logro silenciar la voz de trabajadores del semanario Charlie
Hebdo, logro coartar la libertad de expresión de unos ciudadanos europeos, asesinándolos.
Ante la barbarie cometida por el terrorismo islamista el
7-E, carente de ningún tipo de justificación, la reacción no puede ser simplemente
reivindicar libertad, aun más, en mi opinión el semanario Charlie Hebdo debería
asumir su derrota y cerrar o cambiar de contenidos. Los ciudadanos europeos
debemos de exigir que se incremente la seguridad, no de forma puntual porque se
reúnen, desfilan, un conjunto de mandatarios, sino de forma permanente. Los ciudadanos europeos
tenemos derecho a vivir en seguridad. Los ciudadanos europeos debemos de exigir
también justicia, una barbarie como la del 7-E no debe de quedar sin castigo. Y
también los ciudadanos europeos debemos exigir reacciones. Las oportunas y
justas reacciones, allí donde procedan, dentro o fuera de la UE, militares o
del tipo que procedan, para hacer
percibir al terrorismo islamista la disuasión necesaria para que una barbarie
de este tipo no pueda nunca volver a producirse. Y para que se puedan producir
reacciones la opinión pública europea debe de exigir que se le ponga nombre y
apellidos al terrorismo islamista, es decir, que se deje de hablar del
terrorismo islamista como si fuera algo abstracto, que se deje de hablar de
lobos y células solitarias que se autoactivan, y por el contrario se difunda
que grupos forman el terrorismo
islamista, de quien y de donde reciben
las ordenes de actuar, y que apoyos
reciben tanto del Mundo islámico como de
elites dirigentes occidentales.
Como consecuencia de lo ocurrido el 7-E, uno más de los muchos
episodios de terror provocados por el terrorismo islamista en lo que va de
siglo, debemos de reflexionar sobre: ¿Por qué debemos de vivir atemorizados? ¿Por
qué debemos vivir sometidos? ¿Debemos de aceptar que se ceda ante el terror
creado por grupos pertenecientes al terrorismo
islamista y concederles las reivindicaciones que de forma secreta hacen a las
elites gobernantes?
No se juzgan creencias sino únicamente las actuaciones
humanas. No tiene sentido por ello exigir a los ciudadanos pertenecientes al Islam
que cambien de creencias. Pero en mi humilde opinión, de simple ciudadano
europeo, se le debe no solo exigir, sino imponer, a los sectores sociales islámicos
viven en países occidentales que cambien de actuación, es decir, que dejen de
generar terror, violencia y abusos en las sociedades occidentales.
Es evidente que en la Unión Europea grupos pertenecientes al Mundo islámico,
grupos del crimen organizado internacional y grupos de las corruptas elites gobernantes,
en unión, están creando un peligroso efecto bola de nieve. Efecto bola de nieve
que de no frenarse acabara provocando, más temprano o más tarde, a igual que ocurrió
con la crisis económica del 2008, negativas consecuencias para las sociedades de
los Estados miembros de la UE. Acabará provocando desestabilización política,
rupturas sociales, incremento de la conflictividad social, dañando los sistemas
democráticos, y dañando también, lógicamente, las economías de los Estados
miembros. Afirmaciones de mandatarios
europeos, como la realizada por el primer ministro David Cameron, de que la
amenaza yihadista estará con nosotros muchos años, solo contribuyen a engordar
dicho peligroso efecto bola de nieve.
Lo ocurrido el 7-E nada tiene que ver con la defensa de
la laicidad, ni con la defensa de la democracia, ni con la defensa de
libertades y derechos, nada de eso defendían
los autores del atentado realizado en nombre del terrorismo islamista. Su objetivo no era
otro que el de generar terror asesinando a indefensos ciudadanos cuyo único armamento
eran las herramientas que utilizaban para expresar su creatividad humorística.
El terrorismo islamista representa una amenaza que
provoca un riesgo inasumible. Y por lo tanto los ciudadanos europeos debemos
exigir medidas y reacciones encaminadas a castigar lo ocurrido el 7-E y evitar
que se pueda volver a producir. Reacciones entre las que, en mi opinión, debe
estar una oportuna, necesaria y justa intervención militar internacional.
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