El
terrorismo islamista ha vuelto a golpear la UE, esta vez le ha tocado a
Francia, en una de sus ciudades más turísticas, Niza. Como en los partes de
guerra, lo único importante es el número de bajas: 84 muertos y numerosos
heridos graves. Un ciudadano de nacionalidad francesa, origen tunecino y religión
musulmana, armado y conduciendo un camión, que previamente había alquilado, ha
atacado a ciudadanos civiles, no
combatientes, desarmados, que intentaban
disfrutar de una noche de fiesta viendo fuegos artificiales, atropellándoles.
El
atentado terrorista tiene numerosas características comunes a otros anteriores,
cito algunas: Uno, ha sido indiscriminado. Dos, no ha sido reivindicado de
forma clara. Tres, el autor es un ciudadano de religión musulmana.
Cuatro, hay imágenes de video de los hechos, imágenes que las televisiones
occidentales no han dudado en retransmitir una y otra vez para así contribuir,
no sé si de forma intencionada o no, a incrementar los efectos que deseaban
provocar los terroristas. Cinco, es evidente que el terrorismo islamista ha
querido otra vez generar terror atacando los sectores más desprotegidos de la
sociedad francesa, objetivos débiles y vulnerables, para así intentar lograr,
como en ocasiones anteriores, unas reivindicaciones, objetivos, que existen pero
que las autoridades francesas no difunden a la opinión pública.
Las características
del atentado islamista que la pasada
noche ha tenido lugar en Niza, han sido similares a las de otros que se han producido en países occidentales en
los últimos años. Y también similares han sido las declaraciones que han hecho
hasta ahora dirigentes políticos, expertos y periodistas. Algunos sin escrupulos,
como en ocasiones anteriores, se han atrevido a decir que la causa de este tipo
de hechos es la falta de integración de sectores de la población musulmana, en
este caso francesa. La explicación a lo ocurrido en Niza, solo es una: El
terrorismo islamista quiere generar terror para lograr unas reivindicaciones
que las autoridades no difunden a la opinión pública. En contra de lo que
defienden algunos líderes políticos occidentales, el terrorismo islamista no
ataca valores, ataca personas, civiles débiles y vulnerables, para generar terror e intentar
chantajear a sectores de las elites
dirigentes del país que atacan, en este caso Francia.
En los
últimos años Francia es, con diferencia, el país occidental que más ataques del
terrorismo islamista ha sufrido, si nos preguntamos ¿Qué está pasando en
Francia? ¿Cómo puede ser que esté pasando esto en una de las principales
potencias del mundo? A mi entender, la explicación es sencilla, Francia sufre
un periodo de decadencia similar al sufrido durante la IIGM, gobernando el
Frente Popular, cuando fue invadida por la Alemania nazi sin apenas oponer
resistencia. Es evidente, a los hechos me remito, que el Gobierno francés no está
combatiendo al terrorismo islamista como debiera, con efectividad. Es por tanto,
también evidente, que el terrorismo islamista está ganando la guerra, no solo al Gobierno francés,
sino a Occidente, atacando, asesinado a los sectores más vulnerables de la población
de algún país Occidental, cuando, donde y como desea, en este caso en Francia,
atropellando a ciudadanos que disfrutaban de una fiesta nocturna al aire libre.
En
Occidente hay terrorismo islamista principalmente por una razón, parafraseando a la canciller de Alemania, Ángela Merkel, porque el intento de crear una sociedad
multicultural ha fracasado, no solo en Alemania, sino también en otros países occidentales,
en concreto en Francia. El terrorismo islamista está ganando la guerra, y está
ganando la guerra también principalmente por una razón: Las sociedades
occidentales son hoy, en el siglo XXI, sociedades no solo muy multiculturales sino
con elites muy mezcladas, superando fronteras nacionales, redes de elites
supranacionales, de las cuales hay
sectores que se enriquecen de sus vínculos con elites del Mundo musulmán que
dan su apoyo al terrorismo islamista, y ello de forma clara favorece que se
produzcan atentados e impide que se produzcan proporcionales reacciones y se adopten medidas efectivas para combatirlo.
Si
analizamos el caso concreto de Francia, constatamos que se cumple lo anterior:
Los vínculos existentes entre las elites, y de estas con elites del Mundo musulmán,
que apoyan el terrorismo islamista, ha impedido que el Gobierno francés haya
adoptado ninguna medida efectiva para combatir el terrorismo islamista. Tal
vez, tenga razón el presidente de Francia, F. Hollande, y la guerra contra el
terror va a ser larga, no lo sé, de lo que si estoy seguro es de que si no
cambia pronto de políticas, en concreto de seguridad, defensa e inmigración, su
estancia en el Eliseo va a ser corta, pues el pueblo francés le abrirá la puerta para que lo abandone en las próximas
elecciones a la Presidencia de la República Francesa.
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