La noche del pasado viernes, 15-J, asistimos a un
hecho sin precedentes. En un país miembro de la OTAN y que desea
abrir negociaciones con la UE para su ingreso, se produjo un intento de golpe
de Estado. Las informaciones difundidas hasta ahora han dado a conocer que el
golpe contaba con un apoyo social y dentro del Ejército turco muy minoritario.
El intento de golpe transcendió sin apenas derramamiento de sangre, y el
Gobierno turco ha reaccionado con dureza ordenando detener a miembros de las
principales instituciones del Estado, ideológicamente opuestos al Gobierno del
presidente Tayyip Erdogan, según fuentes periodísticas sin disponer de pruebas
para ello, sin que haya pruebas que los vinculen con la sublevación militar.
Cuando se produce un golpe de Estado militar de esta
naturaleza, con un bajo apoyo militar y social, se puede deber, principalmente,
a dos razones. Primea, el objetivo es utilizarlo como detonante para provocar
un conflicto armado interno. Segunda, es un montaje realizado por el grupo
político que gobierna. La primera hipótesis parece descartable, pues los mandos
golpistas no han ordenado, ni se han producido, choques armados de
importancia. Y por tanto, como ya han denunciado rivales políticos del
presidente Erdogan, todo da a entender que la sublevación militar ha sido
organizada desde el propio Gobierno turco, en mi opinión, con tres
objetivos claros. Uno, sondear a la opinión publica turca y también
conocer la posición de las elites dirigentes de la UE y la NATO, respecto
al deseo de derrocamiento militar del presidente Erogan. Dos, conocer que miembros
de las instituciones del Estado son contrarios al presidente Erdogan, hasta el
punto de estar dispuestos a apoyar un golpe de Estado militar. Tres, justificar
una depuración de contrarios al Gobierno dentro de las principales
instituciones del Estado, Ejercito, Poder Judicial, Policía, etc. Cuatro,
utilizar el falso ruido de sables para justificar la aplicación de políticas
antidemocráticas, autoritarias, y represivas de los derechos y libertades de
los ciudadanos.
El Gobierno turco ha difundido que el responsable
máximo del intento de golpe militar es Fetulá Gülen, un líder religioso turco
exiliado en Estados Unidos, cuya ideología y posicionamientos políticos no
están claros, anunciando que va a solicitar su extradición a los Estados
Unidos. Que Fetula Gülen sea el organizador del golpe es posible, pero poco
creíble, teniendo en cuenta como se ha desarrollado, neutralizado, sin oponer
resistencia los militares golpistas. Es evidente que la sublevación militar
contra el Gobierno turco solo ha beneficiado a una persona, el presidente
Erdogan, el cual ha visto fortalecida su posición ante sus seguidores, y
utilizara el falso intento de golpe para adoptar políticas que contribuyan a
fortalecer su poder frente a sus rivales políticos y aplicar medidas represivas
de los derechos y libertades de los ciudadanos turcos
Lo que está ocurriendo en Turquía, nos lleva una vez
más a preguntarnos ¿Qué hace la OTAN? ¿Cómo es que la NATO no estaba informada
de lo que ocurría dentro del Ejército de un país miembro? ¿Cómo es que no
estaba informada de lo que iba a ocurrir en Turquía? Y si lo estaba,
¿Cómo es que no tuvo capacidad para impedirlo, para presionar y disuadir
al actor que parece el principal responsable de lo ocurrido, el actual Gobierno
turco? Cada día la OTAN es más ineficaz e inútil, no sería de extrañar que a
corto plazo le ocurriera algo similar a lo que le ha pasado a la UE. En la UE
se temía que pudiera salir un país relativamente insignificante, Grecia, y el
que acabo saliendo es una de las principales potencias del mundo, Reino Unido.
En la NATO, cosas como lo ocurrido en Turquía, pueden provocar algo similar,
que en vez de que salga quien debe, Turquía, sea un aliado con mayor peso
internacional el que desee abandonar la seguridad colectiva.
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