Rita Barbera, ex alcaldesa de
Valencia, y actual senadora por la Comunidad Valenciana, falleció ayer en Madrid a los 68
años de edad. Según el informe médico, a causa de un infarto. Más allá de lo
que han difundido los medios de comunicación, no sé quién era Rita Barbera. Los
medios la han dado a conocer, en lo personal, como una mujer extrovertida, simpática,
amante de la fiesta, campechana, y buena
oradora. En lo político, una importante líder del PP. Partido al que contribuyó
a crear, liderando el PP de Valencia durante décadas. Una líder que supo
ganarse con sus discursos y políticas el apoyo de un importante sector de la
sociedad de la ciudad de Valencia, ganando gracias a ello, en sucesivas
ocasiones, las elecciones a la Alcaldía por mayoría absoluta. Ni en lo personal
ni en lo político pertenezco al entorno cercano de Rita Barbera, no sé si cometió
u ordeno malos actos, desconozco por tanto si es responsable de cosas por las que tenga
cuentas, lo único claro, es que ahora ya solo tendrá que rendir cuentas ante
Dios. Descanse en paz.
Lamentablemente, somos seres
perecederos, envejecemos, y ello hace que la muerte sea el único destino con el
que realmente nacemos. La muerte es una
carta que siempre acaba llegando. Porque alguien nos la envía. Porque decidimos
adelantar su llegada. O porque la enfermedad se convierte en su cartero, acelerando su llegada. O simplemente, porque el paso del tiempo lo hace ya
inevitable. La muerte es inevitable, pero no por ello, lo único que todo hombre
debe intentar retrasar lo máximo posible. La muerte es inevitable, pero como
evidencia lo ocurrido a la ex alcaldesa Rita Barbera, no debemos buscar ponerle
fecha a la muerte, por un lado, porque representaría desafiar a Dios quitar sin
justa justificación aquello que él ha otorgado, por otro, porque nadie, nadie, está
libre de poder tener un infarto, es decir de que la muerte llame a su puerta
antes de tiempo.
La lamentable muerte de Rita
Barbera, teniendo unos últimos meses muy convulsos, debido a que había sido
imputada en la operación Taula, por un
supuesto delito de blanqueo de capitales, ha abierto en la sociedad un intenso debate sobre el comportamiento de dos
elementos fundamentales de la democracia española: El Poder Judicial y los
medios de comunicación.
El funcionamiento del Poder
Judicial no es correcto, no es el que debería de ser en una democracia. Carece
de imparcialidad e independencia. Ejerciendo sobre él un fuerte control y una
fuerte influencia sectores de las elites dirigentes que lo utilizan como
instrumento represor de la sociedad española y para defender sus intereses particulares. Además, la actuación del
Poder Judicial es poco discreta y demasiado lenta. La justicia debe investigar
en función de indicios, pero solo actuar cuando tenga claras pruebas de que se
ha cometido un delito, delito que debe ser juzgado en tiempo oportuno, sin
buscar retrasar emitir condena para evitar que sus ejecutores asuman responsabilices,
afronten la condena que se merecen, y sobre todo evitando que su lentitud
provoque juicios paralelos, sociales, mediáticos, interesados, con condenas no
de prisión pero si difíciles de resarcir si luego el condenado socialmente resulta
ser inocente.
Los medios de comunicación españoles
sufren, a mi parecer, dos claras enfermedades. Primera, padecen un claro alineamiento
político, lo que les lleva a tratar importantes temas de la sociedad española siempre
desde una perspectiva política e interesada, con
total falta de objetividad, fijando la atención en aspectos que les interesa para
sus objetivos propagandísticos, a la vez que se ignoran, ocultan, otros también relevantes, o incluso más
relevantes. Segunda, los medios de comunicación españoles han sido infectados
por el muy peculiar estilo de lo que se conoce como la prensa del corazón. A un
sector de las elites de la sociedad española, a eso que se conoce como la gente
del mundo del corazón, les gusta que los medios se acerquen a ellos, les
esperen, entren en su intimidad, intimidad que muchas veces venden, incluso que
les acosen, lo toleran con tal de estar en los medios, con tal de ser portada de
una determinada revista o salir en televisión. Pero el traslado de ese estilo a
la prensa seria, a la prensa política, entrando en los espacios de los políticos,
en los espacios de aquellos que tienen el poder en la sociedad española, en el
espacio de su intimidad, en su espacio físico, incordiando, cuando no acosando,
es algo que en mi opinión hace mucho daño a la democracia española. Que alguien
diga acercaros, que los personajes del mundo de la prensa del corazón les digan
a los medios acercaros, porque les interesa, porque sacan beneficio de ello, de
cosas como renunciar a su intimidad, no
quiere decir que esa deba ser una constante en el comportamiento de los medios.
Los medios de comunicación no deberían ignorar, ni olvidar, que acercarse a
quien no corresponde, más temprano o más tarde, siempre trae consecuencias. Los
políticos no solo tienen el poder en la sociedad, sino que también son la elite que lidera la sociedad española,
son los que determinan como es y cómo será nuestra sociedad, en mi opinión,
merecen un respecto, un distanciamiento, por parte de los medios de comunicación,
privarles de ello creo que será muy dañino para la democracia española.
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