Las elites
burguesas independentistas catalanas celebraron el pasado 1 de Octubre un
referéndum de autodeterminación. Días después,
el 27 de Octubre, el Parlament, de acuerdo con el resultado del mismo,
en un acto público y televisado, declaro de forma unilateral la
independencia. Pero todo quedó en eso, en una declaración pública.
La "ley de transitoriedad jurídica" que habían elaborado para dar
continuidad a la declaración de independencia no se aplicó, por ejemplo tomando
el control de las fronteras. Llegado el momento de la verdad, los dirigentes
independentistas catalanes se achicaron. Unos se dejaron detener, otros huyeron
al extranjero. Los primeros, se encuentran hoy detenidos y a la espera de juicio. Los segundos,
refugiados en países extranjeros, esperando que la justicia de los
correspondientes países decida sobre las euroórdenes que existen contra ellos,
emitidas por la justicia española.
Como consecuencia
de la declaración de independencia, el Gobierno de España aplico el artículo
155 de la Constitución, disolvió el Parlament y tomo el control de las
instituciones autonómicas de Cataluña, todo ello sin que las elites
independentistas catalanas opusieran la más mínima resistencia. No recurrieron
ni siquiera a la desobediencia civil, con la que llevaban amenazando durante
años. De esta forma, lo que era una simple sospecha, una hipótesis, se
confirmó: El proceso independentista era una completa pantomima. Una
pantomima con la que las elites
catalanas querían lograr reivindicaciones que nada tenían que ver con que
Cataluña se convirtiera en un Estado independiente y soberano.
A pesar de ello, a
pesar del vergonzoso espectáculo que dieron aquellos que declararon la
independencia y luego se……, se sometieron al Gobierno de España, hoy siguen con
la misma música. Ante la imposibilidad de avanzar en ningún sentido, buscando
mantener vivo el proceso independentista, sus actuales dirigentes han vuelto al
punto de partida, reivindicando otra vez
la realización de un referéndum de autodeterminación. Realmente insólito. Como
insólito es que el actual presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez,
este contribuyendo también a que el proceso independentista siga vivo, tomando
decisiones como por ejemplo, la de trasladar los presos a cárceles catalanas.
Con el presidente
Sánchez el proceso independentista ha entrado en una nueva fase, que podríamos
denominar de política de ambientación. La política de ambientación, muy
frecuente en la actual era mediática, consiste en justificar la toma de una
decisión no en hechos o razones ideológicas, sino en la existencia de una
determinado clima que previamente se ha construido y que suele ser falso, así
se logran evitar las reacciones políticas y sociales que podrían provocar de
conocerse las verdaderas razones que motivan la decisión. Las elites
independentistas catalanas intentan mantener vivo el proceso, volviendo a
reivindicar la realización de un referéndum de autodeterminación, a pesar de
que ya han declarado de forma unilateral la independencia. Y desde el Gobierno
se difunden mensajes destinados a crear un falso ambiente, ignorando el
discurso que emana del actual Gobierno autonómico de Cataluña.
El órgano
jurisdiccional que se ha declarado competente para juzgar a los políticos
catalanes detenidos por llevar adelante el proceso independentista, es el
Tribunal Supremo, que tiene su sede en
Madrid. La decisión del Gobierno de Sánchez de trasladar los presos a cárceles
catalanas, antes de que sean juzgados, va contra toda lógica. Primero, porque las cárceles catalanas
están controladas por la Generalitat, es decir, por los partidos
políticos a que pertenecen los presos, lo cual puede favorecer que tengan
tratos de favor, que puedan fugarse, o dejándonos llevar por el principio de
que la realidad en ocasiones supera a la
ficción, incluso que puedan ser sustituidos por dobles para ocultar así su
salida. En segundo lugar, porque representa operativamente un grave
inconveniente, pues siempre que tengan que acudir por alguna razón ante el
Supremo, tendrán que realizar de nuevo el traslado a Madrid. Sánchez ha
intentado justificar la decisión del traslado de presos en la falsa ambientación
que se ha creado desde su Gobierno, pero con ella es evidente que se busca dar
aire al independentismo y muy probablemente también pagar el apoyo del
nacionalismo catalán al moción de
censura de Sánchez.
El próximo día 9,
el presidente Sánchez recibirá al presidente de la Generalitat, Quim Torra.
Torra ya ha declarado de forma pública que exigirá a Sánchez la
convocatoria de un referéndum de autodeterminación, y si no es
aceptado por el Gobierno de España que seguirá dando forma a la declaración de
independencia realizada el 27 de Octubre por el anterior y disuelto Parlament.
Por el otro lado, el Gobierno de Sánchez,
ha dicho que se puede dialogar sobre todo. A igual que hizo en su
momento el expresidente Zapatero, Sánchez, parece dispuesto a conceder a Torra
lo que pida, eso sí, a la vez ha apostillado que cualquier acuerdo deberá estar
dentro de la legalidad definida por el Estatuto y la Constitución. A pesar de
que las posturas de Sánchez y Torra son totalmente incompatibles, se está
creando un falso ambiente de entendimiento, que justifique tanto decisiones
pasadas, que Sánchez gobierne gracias a los partidos independentistas, el
acercamiento de presos, etc., así como futuras. Falso ambiente político
destinado sobre todo a que el proceso independista pueda continuar vivo, hasta
que su presión sea lo suficientemente fuerte que justifique ante el resto de
España concesiones por parte del Gobierno de España, que lógicamente nada
tendrán que ver con que Cataluña se convierta en un Estado independiente y
soberano.
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