Hoy, hace un año que tuvo
lugar el referéndum de autodeterminación de Cataluña (1-O). A pesar de que el
resultado fue favorable a la independencia, desde entonces, el proceso
independentista está estancado, sin perspectivas de futuro. Al dar a conocer el Gobierno de España que iba a aplicar el artículo
155 de la Constitución, disolviendo el Parlament y tomando el control de las
instituciones autonómicas de Cataluña, el independentismo realizo una declaración
unilateral de independencia el 27 de Octubre de 2017, votada en el Parlament,
pero luego los dirigentes independentistas no se atrevieron a hacer frente a
los poderes del Estado, por ejemplo, ordenando tomar el control de las
fronteras. Unos fueron detenidos, hoy están
presos a la espera de que se celebre el juicio, otros huyeron al extranjero, a países
donde sabían que les iban proteger. El presidente Torra ha amenazado hoy con
volver a declarar la independencia el próximo 27-0.
El proceso independentista está
estancado, pero Cataluña no. La inseguridad ciudadana y los altercados de orden
público crecen, y Cataluña ha pesado a estar gobernada por un Gobierno con
claros rasgos fascistas. Un Gobierno autonómico fascista, que cuenta con el
apoyo de sectores fascistas europeos, y que sigue intentando mantener vivo el
proceso independentista, sin avanzar hacia ninguna parte, gracias al claro
apoyo que recibe desde poderes e instituciones del Estado central. Para ello, el independentismo celebra derrotas
políticas, como el 1-O, y sigue organizando actos que no tienen otro fin que
buscar impacto mediático y hacer demostraciones de poder que nada tiene que ver
con que Cataluña se convierta en un Estado soberano e independiente.
Si algo caracteriza el 1-O es
la irresponsabilidad política. Primero, de las elites independentistas
burguesas catalanas, al convocar un referéndum que había sido declarado ilegal
por los poderes del Estado central, y luego escurrir el bulto, no haciendo
frente a las medidas de represión y violencia Policial ordenadas desde del
Gobierno de España. En segundo lugar, elevada irresponsabilidad política también por parte del
Gobierno de la nación el cual permitió que los acontecimientos evolucionaran
hasta que estos permitieran justificar la actuación violenta de la Policía del
Estado, Policia Nacional y Guardia Civil, contra humildes ciudadanos que habían sido
convocados a las urnas por el Gobierno autonómico de Cataluña. El 1-O, el
Gobierno de Rajoy y las elites independentistas burguesas de Cataluña, jugaron
al “gato y el ratón”. Los convocantes del referéndum, los miembros del entonces
Gobierno autonómico, fueron cambiando de decisiones y objetivos a medida que
estos iban siendo bloqueados por los poderes del Estado central, optando al
final por un censo universal, al que no dieron cobertura legal, para que así
los ciudadanos catalanes pudieran ejercer su voto en cualquier mesa electoral. El
1-O el Gobierno de España realizo en Cataluña un despliegue policial, un
despliegue de fuerza, seguramente sin precedentes desde la Guerra Civil, a
pesar de ello no logro evitar que se
abrieran los colegios electorales y se colocaran urnas, algo que había anunciado que no ocurriría. Ni la Policía ni el CNI lograron
interceptar las urnas, estas llegaron a los colegios electorales en el
momento oportuno. El Gobierno tampoco ordeno actuar a la Policía en tiempo
oportuno para que no abrieran los colegios electorales, ni detuvo a los
responsables de abrirlos. Todos ello da a entender, que el Gobierno de España
buscaba lo que al final ocurrió, tener una justificación para que la Policía
pudiera cargar de forma violenta contra humildes ciudadanos que habían sido
convocados a un referéndum y querían ejercer su derecho a votar.
Hay muchas clases de ladrones,
pero sin lugar a dudas, los peores son los ladrones de futuro. En esta categoría,
ladrones de futuro, hay que incluir a amplios sectores de la política española
que con decisiones, adoptadas en defensa
de sus intereses particulares, están conduciendo a España a una situación en la que
millones de españoles tendrán un muy negro futuro. Evidentemente, Puigdemont y Torra son dos de
ellos. Puigdemont vive a cuerpo de Rey en Bruselas, mientras la sociedad
catalana sufre las consecuencias de que la deuda pública catalana se encuentre
calificada como bono basura. Torra, consciente de que cuenta con el apoyo del
Gobierno de Sánchez y otros actores con poder en las instituciones del Estado
central, hace unas semanas mando atacar el Estado, y hoy ha declarado “Presionáis,
y hacéis bien en presionar”, eso sí, más allá de dar a entender que se dirigía
a los conocidos como Comités de Defensa de la Republica (CDR), no ha concretado
a quien se dirigía, pues los CDR son grupos que actúan sin haber dado a conocer
de quien reciben órdenes, aunque son considerados de ultraizquierda. Y es que,
en el tema de Cataluña lo más curioso y preocupante es que grupos ideológicamente
opuestos, pertenecientes al actual fascismo y al comunismo internacional,
otra vez liderado por Rusia, tengan intereses comunes. El presidente Torra ha
amenazado hoy con volver a declarar la independencia el próximo 27-O, y es lo
mejor que podría hacer por Cataluña, y luego tomarse un descanso en alguna cárcel
española o en Bruselas, con su colega de guerras, Puigdemont.
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