España es hoy la antítesis de
lo que debe ser una democracia. Es un país políticamente putrefacto, en el que
los casos de corrupción política no cesan. Es un país, en el que se ejerce represión
judicial y policial, y en la que se ordenan detenciones ilegales, en beneficio de los intereses de la clase
dominante, que todos sabemos que existe,
aunque no se da a conocer como tal, y
cuya cara visible es la conocida como casta política. España es una democracia
en la que ha habido terrorismo de Estado, como el denunciado por muchos
expertos, 11-M, y en la que se cometen flagrantes, continuas e impunes
violaciones de los Derechos Humanos. Hoy, en un acto de lectura de la
Constitución para conmemorar su aprobación en las Cortes
Generales el 31 de Octubre de 1978, la clase dominante ha querido dejar claro una
vez más el respecto a la jerarquización
que la rige al frente de los poderes e
instituciones del Estado. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cargo que
ocupa por decisión de los representantes que constituyen el Congreso, democráticamente
elegidos por el pueblo español, ha tenido que leer en tercer lugar, después del
rey Felipe VI y su hija la ya princesa Leonor, personajes cuyos roles en la
estructura del Estado son heredados, gracias a pertenecer a la Casa Real de Borbón
y por tanto totalmente antidemocráticos. Todo ello, para escenificar públicamente,
ante el pueblo español, el respecto a dicha jerarquía.
Ha comenzado el rey Felipe VI
leyendo el Preámbulo, y luego la princesa Leonor ha leído el Artículo 1, a pesar de su edad, sin ruborizarse los mas mínimo,
probablemente porque todavía no comprende su sentido, o si lo comprende, porque
ya le han enseñado a mentir, como aconsejaba Maquiavelo en su obra El Príncipe.
Pues dicho artículo dice “España se constituye en un Estado social y democrático
de derecho”, lo cual traducido a la dura realidad viene a decir, democrático para
todo excepto para la Jefatura del Estado, institución cuya presidencia quedara
por los siglos de los siglos reservada a un miembro de la familia Borbón. Que
la princesa Leonor, sea el único niño que puede participar, como se suele decir
coloquialmente, en actos de mayores, representa ya por si lo mas antidemocrático,
pues se discrimina así por razón de nacimiento y por condición social al resto
de niños españoles.
Personalmente, uno de los artículos
que más me gustan de la Constitución es el 23º:
1.
Los ciudadanos tienen el derecho a participar
en los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes, libremente
elegidos en elecciones periódicas por sufragio universal.
2.
Asimismo, tienen derecho a acceder en
condiciones de igualdad a las funciones y cargos públicos, con los requisitos
que señalen las leyes.
Lamentablemente, el
expresidente Aznar logro también limitar el contenido de este artículo, de
diferentes formas, la principal logrando aprobar la ley orgánica 6/2002, de Partidos Políticos, dando a conocer así que
la Constitución está llena de artículos que han sido vaciados de contenido para
beneficiar a las elites dirigentes
españolas. Lógicamente, al leer este articulo lo primero que se pregunta todo demócrata,
es ¿Quién ha elegido al rey Felipe VI y la princesa Leonor para los cargos que
ostentan? ¿En qué elecciones han participado, tal vez en unas realizadas por la
Familia Borbón? Democracia y monarquía son incompatibles. En una democracia no
tiene sentido, es totalmente inaceptable, que el cargo más elevado en la
estructura del Estado este ocupado por una familia con carácter hereditario. No
solo eso, sino que el hecho de que España sea una monarquía impiden el
desarrollo democrático de España, al transmitirse al resto de la sociedad una jerarquización
social basada en la cuna, en el origen familiar, y no en valores democráticos
como la igualdad y la justicia. Seguramente, en la escuela Leonor se sienta con
los demás niños y no en la silla del profesor, pero en cambio hoy, en un acto
oficial, ha desplazado de su puesto en la estructura de poder del Estado al
presidente del Gobierno democráticamente elegido por todos los españoles.
Lógicamente, denunciando el
anacronismo que representa que un Estado moderno, occidental y democrático sea también
una monarquía, no estoy proponiendo que España pase mañana a ser una república,
ello representaría un completo desastre, pues como es evidente la Casa Real de Borbón
cuenta con el total control de las Fuerzas Armadas Españolas, como ocurría en
el 36 del pasado siglo. Pero si considero, como un simple humilde ciudadano
español, que es urgente abrir un debate sobre cuál debe ser el rol que el Rey
debe jugar en la sociedad española, y en la estructura del Estado. En mi opinión,
el Titulo II debería ser revisado, empezando por el mando supremo de las
Fuerzas Armadas, que la Constitución otorga el Rey. El rey Felipe VI no es
reconocido como mando supremo de las Fuerzas Armadas en ningún foro militar
internacional, por ejemplo, en la NATO. Que el Rey ejerza dicho cargo es antidemocrático
y además, totalmente inoperativo. Y también, contraproducente, pues ello
permite a la familia Borbón seguir ejerciendo el control del Ejército. El rey
Felipe VI debería renunciar a ocupar dicho cargo. También es ilógico e inaceptable,
que le corresponda al Rey y no al
presidente del Gobierno democráticamente elegido, previa autorización de las
Cortes Generales, declarar la guerra o
hacer la paz, es decir, la familia de Borbón se reserva así, una vez más, la representación
eterna y antidemocrática de España en un asunto de suma transcendencia. Esperemos que alguien explique a la princesa
Leonor que España no es un Estado tan democrático como define la Constitución, pareciéndose mucho
más al Estado resultado de la gestión del Príncipe de Maquiavelo.
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